“El amor es temido en muchas culturas”
La bióloga y antropóloga Helen Fisher se ha convertido en un referente cuando se aborda científicamente el tema del amor. Y es que ella conoce como nadie el efecto que producen ciertas sustancias químicas en nuestro cerebro cuando nos emparejamos.
Suele ir vestida de negro, muy elegante, con suéter de cuello alto y pantalones o falda beis recta, es delgada y se peina con una media melena lisa y rubia, ya casi blanca. Pero cuando habla, abandona la aparente elegancia aséptica y toda la inteligente mirada se desata en pasión, en entusiasmo romántico, en nostalgia rememoradora y se deja llevar en oleadas por el tema al que ha dedicado su vida profesional y seguro que también la personal: el amor. Cuando se expresa, no parece que esté diciendo que la experiencia más íntima que existe, la emoción que todos los seres humanos han probado en algún momento de su vida es un asunto de productos químicos que inundan el cerebro. Ahora la entrevisto por teléfono, pero la conocí cuando estuvo en España y entonces me dedicó su libro con una frase que me pareció sorprendente en la pluma de una científica: “Buena suerte en el amor”. Asegura que la suerte y el destino juegan un gran rol y que “lo primordial es estar preparado para cuando el amor venga”. Declaración romántica donde las haya, que parece impropia pero no lo es, de una persona que disecciona y analiza conductas aparentemente irracionales. Usted ha encontrado trazos de amor romántico en culturas de distintas partes del mundo, pero ¿ha estado también presente esta emoción en todas las épocas de la Historia?
- Sí, he encontrado poesías, canciones, historias sobre amor romántico intenso en todas las culturas que he estudiado. En una investigación reciente hallamos evidencias de sentimientos románticos en 177 sociedades. Y también sucede en el tiempo, las poesías más antiguas son sumerias, de hace 4.000 años; en cualquier lugar del mundo y época que mires hay leyendas, mitos y hechizos de amor. - ¿Piensa que las formas de amar cambian o son siempre iguales?
- Existen, básicamente, tres formas de amor que se corresponden, a su vez, con tres sistemas neurocerebrales distintos aso- -¿Tanto tiempo?
- Sí, mis colegas y yo hemos hecho escáneres del cerebro, y las zonas relacionadas con el amor romántico están bastante por debajo del cerebro más evolucionado, muy por debajo del córtex y de la parte cerebral que evolucionó en los seres humanos. El amor romántico es un impulso muy antiguo y no ha cambiado. Otra cosa es a cuántas personas amas, el lugar donde las conoces, cómo las conoces o cómo expresas tu amor, todos esos aspectos van modificándose y se modificarán a medida que lo hagan los tiempos. El matrimonio está también cambiando, ahora nos casamos muy tarde y nos divorciamos cuando no somos felices. Con 50, 60 o 70 años hay personas que a lo mejor viven solas, en vez de vivir con sus hijos como antes, o buscan de nuevo el amor con otros de su misma edad. Los matrimonios concertados son cada vez menos frecuentes y, a medida que pasa el tiempo, hay más gente alrededor del mundo que se casa por amor, no como antes, que lo hacían por la familia, la comunidad o la religión. Existen distintos tipos de familias, las mujeres mayores se casan con jóvenes, la gente tiene hijos antes de casarse y los adolescentes mantienen relaciones sexuales. Muchas formas de expresar el amor están cambiando, pero cómo te sientes cuando amas, permanece igual. ciados a la reproducción: la gratificación sexual, el amor romántico y el apego. A través de la Historia, las diferentes culturas han establecido normas y regulaciones para canalizar las expresiones del amor romántico, pero el sentimiento básico ha permanecido inalterable, probablemente a lo largo de los últimos millones de años. ¿Cómo es posible que haya personas enamoradas que maltratan? ¿Qué pasa en el cerebro cuando se comete un crimen pasional o malos tratos?
- De todo lo que he investigado en mi vida creo que la cosa más importante es un artículo que escribí sobre rechazo en el amor. Hice escáneres cerebrales a tres grupos de Vive en Nueva York y tiene 66 años, es doctora en Antropología y Biología y profesora investigadora del Centro de Estudios de la Evolución Humana, que pertenece al Departamento de Antropología de la Universidad Rutgers, en New Jersey (EE UU). La Asociación Norteamericana de Antropología le dio su premio Distinguished Service. Fue investigadora del Museo Americano de Historia Natural.