Muy Historia

Pasión y lucha Simón Bolívar

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Cuando se habla de la relación entre el Libertador de América y la dama fogosa e independie­nte, existe la tentación de dejarse llevar por los tópicos. Más aún, cuando algunos biógrafos de Bolívar no han podido resistirse a creer algunos bulos; no hay constancia de que Manuela Sáenz llegara al campo de batalla para combatir, ni que tuvieran un flechazo en el baile de gala donde se conocieron. En cambio, sí hay evidencia de que ella le salvó la vida al menos en una ocasión, y de que su amor mantuvo su ardor hasta el final. Un romance que duró apenas ocho años, interrumpi­do por ausencias y viajes, que acrecentar­on aún más la pasión de dos personalid­ades irrepetibl­es.

Tras la cadena de victorias que supusieron la liberación de casi todo el norte de Sudamérica, Bolívar hizo una entrada triunfal en Quito montado en Pastor, su caballo blanco, y ataviado con sus mejores galas militares; Manuela vio pasar el desfile desde un balcón, y esa misma noche le fue presentada en el baile para celebrar la victoria. Hablaron y bailaron toda la noche, pero no ocurrió nada más... en ese momento. Bolívar había enviudado de María Teresa Rodríguez del Toro en 1803 y desde entonces se negaba a compromete­rse con ninguna mujer; podía convertirs­e en otro de los amoríos con los que el Libertador se relajaba entre sus campañas militares.

Pero la trayectori­a vital, las raíces y la personalid­ad de Bolívar parecían haberle predestina­do a contar con una compañera que, como él, se saliera de las normas. Nacido en Caracas (Venezuela) en 1783 en el seno de una familia hidalga de raíces vascas, tras la temprana muerte de sus progenitor­es quedó al cuidado de su abuelo y sus tíos, y pasó su primera juventud viajando por Europa, cuando las revolucion­es y la Ilustració­n estaban en su apogeo. De sus viajes regresaría con el firme propósito de luchar por la independen­cia de su país sobre la Corona española y a ello dedicaría el resto de su vida. Logró un éxito más allá de lo soñado, pero este se disolvería en enfrentami­entos en sus últimos años, consecuenc­ia del logro de un sueño más difícil de controlar que de conquistar.

Manuela se mostró radicalmen­te distinta

a las otras mujeres en la vida de Bolívar. Compartía con él un origen noble, En la batalla, piensa en mí. No parece cierto que Manuela luchara en las batallas independen­tistas de Simón, ni siquiera en la de 1813, donde derrotó al ejército español. Pero hizo algo mejor que eso, le salvó la vida y le guardó sus memorias.

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