El inca, objeto de adoración divina
Inca no era sólo el nombre del pueblo andino, sino muy especialmente el de su soberano, un monarca que acumulaba enormes poderes y que era objeto de adoración divina, al ser considerado hijo del Sol. El culto solar fue característico de los incas y, a medida que el imperio creció, quedó cada vez más asociado a la élite cuzqueña, es decir, a la capital del imperio, que gozaba de un estatus preferencial al considerarse ellos mismos hijos de una divinidad que era padre de toda la nación inca. Momias sagradas. El inca casi nunca era visto por la gente común, gozaba de un tratamiento privilegiado –que incluía el ser llevado siempre en una litera para que no pisase el suelo: eso podía ocasionar catástrofes, debido a la gran energía que emanaba de él– y no se le debía mirar de frente. Para mantener la pureza de sangre de la familia real, se casaba con una pariente de la misma generación UnadelasmomiashalladasenelsantuarioincadeLlullaillaco, descubiertoeneste volcánandinoentreChileyArgentina. (hermana o prima), que recibía el nombre de coya, aunque también mantenía esposas secundarias y concubinas. La adoración hacia los incas no acababa con su muerte; muy al contrario, sus momias eran objeto de una veneración especial. El culto funerario estaba muy interiorizado en la sociedad incaica y se consideraba que los muertos mantenían una fuerza vital llamada camaquen, que sólo desaparecía cuando el cadáver era quemado o se desintegraba por el paso del tiempo. Por eso se mostraba un exquisito cuidado en mantener las momias en perfecto estado, con sus ropas, e incluso se les llevaba comida y bebida.