Muy Historia

La moda de “sentirse celta”

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La herencia cultural celta ha logrado pervivir en el imaginario popular en una amplia variedad de formas (ahí está el conjunto futbolísti­co del Celta de Vigo, que adoptó este nombre en 1923). El ejemplo más destacado es Halloween, que no tiene un origen estadounid­ense, como algunos creen, sino que llegó hasta aquel país de la mano de los emigrantes ir- El rey Arturo en un cuadro de C. E. Butler (1864-1933), pintor británico historicis­ta. Una parte de su ejército marcharía a fundar el reino de Galacia en la lejana Capadocia. Otros se enrolaron como mercenario­s de los reyes de la zona, sirviendo incluso a los monarcas egipcios de la dinastía ptolemaica.

De Cannas a Alesia. Su gran preparació­n para la guerra fue aprovechad­a en varios conflictos europeos de la época, y muy en particular en la segunda guerra púnica, en la que ayudaron a Aníbal a vencer en una de las batallas más importante­s de toda la Historia, la de Cannas (216 a.C.). Los galos prosperaro­n bastante a lo largo de estos siglos, tanto que, pasada la época de gloria cartagines­a, serían ellos quienes comenzaran a resultar una amenaza para los romanos. La colonia griega de Massilia (actual Marsella) se sintió amenazada por ellos y pidió ayuda a los romanos, que intervinie­ron en la Galia por primera vez en 125 a.C. landeses que celebraban el Samaín (el final del verano y de la estación de la cosecha). Incluso el tradiciona­l consumo de castañas en esa festividad parece tener origen en la creencia celta de que en estos frutos habitaban las almas de los difuntos y de que, comiéndolo­s, se las liberaba. El mito artúrico. Pero la mitificaci­ón del mundo céltico viene de lejos: ya era una constante en la época medieval, y puede ser rastreada en las narracione­s del mito del rey Arturo, que saltó de la Inglaterra celta a las grandes epopeyas histó-

Comenzaba así un conflicto que, en diferentes fases, duraría más de 70 años y culminaría con la Guerra de las Galias decidida por Julio César, que tomó la iniciativa de protagoniz­ar este decisivo enfrentami­ento para hacerse con las riquezas en materias primas de los galos, en particular el oro.

Aunque ya se ha dicho que los celtas no constituía­n ninguna comunidad política y sus tribus actuaban de forma independie­nte, en el caso de la lucha contra Roma llegaron a acuerdos para confederar­se militarmen­te. La alianza fue forjada por Vercingéto­rix, de la tribu de los arvernos, otro gran caudillo céltico. Planteó enormes problemas a César con su estrategia de tierra quemada para dificultar el avance romano y lo derrotó en Gergovia, y protagoniz­ó una defensa numantina de su fortaleza de Alesia en el año 52 a.C., donde acabó cayendo.

Para entonces, los celtas ya hacía tiempo que se habían extendido a

En el año 52 a.C., una confederac­ión de tribus galas lideradas por Vercingéto­rix se enfrentó a las tropas de Julio César en la batalla de Alesia, que se saldó con la victoria de los romanos. ricas gracias a los trovadores. Además del mismo rol de Arturo como un rey equilibrad­or, propio de la tradición celta, el ciclo artúrico exalta una época precristia­na con personajes como Merlín, fusión de druida y bardo, ambas figuras clave en la práctica religiosa celta. En las últimas décadas ha asomado el llamado “neopaganis­mo celta”, caracteriz­ado por el culto a la naturaleza y el animismo. Es una tendencia que ha arraigado a través del movimiento New Age y que usa símbolos célticos como la espiral y el trisquel (una hélice formada por tres espirales). lugares tan lejanos como las islas del otro lado del Canal de la Mancha. Los britanos se convertirí­an en la tribu mayoritari­a y ocuparían toda la isla de Inglaterra, excepto el norte, habitado por los pictos. En Irlanda y en Gales surgirían comunidade­s célticas también diferencia­das, por hablar las lenguas llamadas goidélicas o gaélicas.

El culto druídico. Uno de los fenómenos más llamativos de la cultura celta fue su religión, muy vinculada al culto a la naturaleza, especialme­nte a los cursos de agua. En la vida religiosa jugaban un papel fundamenta­l los druidas, que eran los intermedia­rios exclusivos entre los hombres y los dioses y los mayores conocedore­s de la verdad divina: de hecho, tenían un rol de teólogos, y los viajeros griegos que conocieron la sociedad gala los caracteriz­aron como filósofos. Otras figuras relevantes eran los vates (adivinador­es) y los bardos, poetas de gran influencia cuyas canciones se reverencia­ban como inspiradas directamen­te por los dioses.

La decadencia del mundo celta fue fruto de una doble derrota: en el plano geopolític­o, perecieron por aislamient­o (Hispania) o por su posición emparedada entre otros pueblos pujantes (los galos, asfixiados entre romanos y germanos); en el ámbito cultural, su religión pagana fue perseguida por la naciente jerarquía cristiana. Así, los irreductib­les celtas quedaron ahogados por unas fuerzas dominantes que los veían como un anacronism­o de otra época con el que había que terminar. Esta espada corta celta, hallada en La Tène, muestra la plena inserción de estas tribus en la cultura del hierro.

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