Hombres del
En 1882, el escritor y político estadounidense Ignatius L. Donnelly publicó libro en el que aseguraba que la Atlántida había sido un continente real y no una fantasía. Donnelly había llegado a esta conclusión tras analizar los estilos arquitectónicos de las antiguas culturas europeas y precolombinas y encontrar, a su parecer, paralelismos significativos entre ellas, como el empleo de pirámides a ambos lados del Atlántico, la importancia que todas las civilizaciones daban al oro, semejanzas en sus relatos mitológicos... A su juicio, estas coincidencias sólo podrían explicarse si esas civilizaciones hubieran tenido un antecesor común, una cultura madre que actuara como puente de unión. Para el escritor, esa cultura era la Atlántida, que habría estado habitada por una raza majestuosa, semidivina y semihumana, que colocó los cimientos de todas las civilizaciones posteriores. Incluso se atrevió a datar en 12.000 años la fecha de su desaparición.
Tesis falsas, pero cautivadoras. Hoy sabemos que esas teorías no tienen fundamento. Los arquitectos señalan que la coincidencia en la erección de pirámides se debe a que es un tipo de construcción bastante sencillo y, por lo tanto, el primer paso lógico en la edificación en vertical dentro de una cultura primitiva. Además, mientras que las pirámides egipcias, salvo contadas excepciones, son típicamente puntiagudas, las precolombinas son escalonadas. Y las mayas y aztecas comenzaron a ser edificadas, en su mayoría, 2.000 años después de que los egipcios terminaran con su fiebre constructora. Sin embargo, en aquel final del siglo XIX, las tesis de Donnelly resultaban tan cautivadoras que la publicación de su libro hizo revivir la curiosidad mundial por el mito de la Atlántida, interés que ha perdurado hasta hoy.
La primera gran pregunta que cabe hacerse es si existió realmente ese continente u otro parecido, a juzgar por las fuentes históricas. El único texto en que se describe de forma detallada es escrito por Platón hacia el año 360 a.C. En este diálogo, continuación de
el filósofo griego describe la hipotética guerra que mantuvieron en el pasado Atenas y la Atlántida. Hipotética, porque ningún texto histórico nos habla de la misma, tal y como señala Angela Hobbs, profesora asociada de Filosofía en la Universidad de Warwick: “Todo lo que sabemos sobre la Atlántida procede de unas pocas páginas de escritas por Platón. No hay ninguna otra fuente antigua. Esto es todo”.
Según relata el filósofo, la historia de la Atlántida llegó a su conocimiento a través de su primo, quien la supo de su abuelo, quien la oyó de su padre, quien la escuchó al legislador griego Solón, quien la recibió a su vez de los sacerdotes egipcios de Sais en 590 a. C.
Este dato y que un relato semejante al platónico fuese bastante popular en Egipto durante el Reino Medio (2040-1640 a.C.) ha llevado a di-
Platón y