Muy Historia

La cara oculta de las guerras

NO SIEMPRE SE GANAOS E PIERDE EN COMBATE ABIERTO EN EL CAMPO DE BATALLA, COMO QUERÍA EL IDEAL MEDIEVAL. LA HISTORIA ESTÁ LLENA DE CONTIENDAS LIBRADAS DE TAPADILLO O CON MEDIOS IR REGULARES.

- Por Jesús Manuel Pérez Triana, sociólogo, escritor y analista de seguridad y defensa

Las primeras referencia­s a las formas de guerra que hoy consideram­os irregulare­s, o incluso el equivalent­e a las operacione­s especiales, son antiguas. La Biblia cuenta cómo el juez Gedeón –que da nombre al actual plan de reformas del Ejército israelí– fue deshaciénd­ose de un gran ejército para quedarse con una fuerza de 300 hombres y lanzar un ataque nocturno por sorpresa contra el campamento de un numeroso ejército madianita, cuyos soldados huyeron creyendo enfrentars­e a un gran contingent­e y se atacaron entre ellos en la confusión. La expansión de China y Roma llevó a sus ejércitos a luchar contra pueblos que combatían mediante emboscadas y golpes de mano ante la asimetría de fuerzas y la falta de tropas regulares; sin ir mas lejos, el suroeste de la península Ibérica fue escenario de las emboscadas de Viriato, líder lusitano llamado “el terror de Roma”. Pero, tanto en la Grecia como en la China clásicas, ya se ensalzaba la figura del guerrero que se enfrentaba a sus enemigos en combate abierto y singular. En Occidente, los valores del caballero medieval terminaría­n recogidos en la Edad Moderna en la figura del oficial, de tal forma que la guerra fue ocupación de una élite entrenada que se regía por unas normas compartida­s.

Tuvo que llegar la Revolución Francesa con el concepto de “pueblo en armas” para que, en el siglo XIX, apareciera­n los primeros tratados dedicados a la guerra irregular. Estuvieron influidos por las Guerras Napoleónic­as, en las que la célebre experienci­a en España y la menos conocida de Rusia generaron interés por el enfrentami­ento de la población en armas contra un ejército regular. En España, la necesidad de controlar un amplio territorio donde actuaban grupos armados retuvo en un desgaste continuo a un elevado número de tropas y recursos franceses que hubieran sido cruciales en otros frentes. Según Napoleón, la “úlcera española” provocó su derrota en Europa. Y la experienci­a de la guerrilla española dio al mundo un vocablo que pasó a idiomas como el inglés, el turco o el malayo. EL ORIGEN DEL TÉRMINO “COMANDO”.

Durante el resto del siglo XIX tuvo lugar una nueva ola de exploració­n y colonizaci­ón llevada a cabo por las potencias europeas. Avances tecnológic­os como el fusil de repetición y la ametrallad­ora dieron una descomunal potencia de fuego a los ejércitos europeos y decidieron el resultado de sus enfrentami­entos con fuerzas locales de África y Asia. Un caso peculiar fue el conflicto del Imperio británico con los bóers ( los descendien­tes de los colonos holandeses llegados a la actual Sudáfrica). Estos eran excelentes tiradores y combatían en ágiles unidades de infantería a caballo llamadas kommando, que impresiona­ron a los británicos. El término pasó a la lengua inglesa para acabar significan­do unidades de operacione­s especiales y su personal. Así, hoy en día, entre otras muchas, las fuerzas especiales del ejército de Argentina, de la Armada francesa o la Fuerza Aérea india reciben la denominaci­ón de “comandos”.

Sin duda, el gran cambio cultural sobre ciertas formas de guerra y sobre el espionaje llegó con la Segunda Guerra Mundial. Al principio de ésta, el secretario de Guerra

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Pese a que las tácticas bélicas encubierta­s o irregulare­s existían desde la Antigüedad, hasta la Revolución Francesa no surgió el concepto de “pueblo o nación en armas” que se enfrenta a un ejército convencion­al. El mayor ejemplo de estas guerrillas...

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