Así se forjó el mito constantiniano
Ya en el momento de su victoria sobre Majencio, en 312, que le dio el poder sobre todo el Occidente romano, la figura de Constantino se convirtió en mito. Y pasó a ser un mito hagiográfico gracias a apologistas cristianos como Lactancio y Eusebio de Cesarea.
En Occidente era necesario construir una nueva imagen de él, más “romana”; como la Historia no servía, se recurrió a la leyenda y se reescribieron algunos aspectos de su vida que apoyasen las aspiraciones del naciente papado. Así surgieron los
ActusSilvestri, redactados anónimamente en el siglo V y en los que aparece la supuesta conversión y el bautismo de Constantino. Se explica cómo el Emperador, perseguidor de cristianos, es castigado por Dios con la lepra, y cómo se le aparecen en sueños los apóstoles Pedro y Pablo ordenándole que llame al obispo Silvestre, quien le instruye en la fe cristiana y termina bautizándolo. Convertido al cristianismo y curado, crea disposiciones a favor de su nueva religión. Con esto, una vez desaparecido Constantino, los papas no hallaron impedimento para adueñarse de la condición de PontifexMaxi
mus, la máxima autoridad religiosa de los emperadores desde Augusto. Pero también reclamaban para sí el poder temporal de los emperadores y para ello acudieron a otro documento falso: la Donatio
Constantini (“Donación de Constantino”), en la que éste reconocía a Silvestre I como el papa Silvestre y le concedía la ciudad de Roma, las provincias de Italia y el resto del Imperio Romano de Occidente. EL PODER PONTIFICIO.
Ambas leyendas fueron usadas en la Edad Media para asentar dicha figura frente a las aspiraciones de los emperadores del Sacro Imperio. Y aunque en el Renacimiento se probó que eran falsas, la Iglesia sobrevivió a las críticas. En ellas basarían los papas su dominio sobre gran parte de Italia ( los Estados Pontificios) y sus aspiraciones imperiales.