Godos, del norte al sur
GOriginarios del sur de la península escandinava y de la isla de Gotland, emigraron al co comienzo de nuestra era a las costas po polacas y de allí prosiguieron su perip riplo hacia el sur. Así llegaron hasta la las estepas ucranianas y al norte del m mar Negro, en donde vencieron a los es escitas, con cuyos restos se fusionaro ron. Una parte se asentó en la región y otra siguió descendiendo hacia el su sur, hasta las llanuras de las actuale les Hungría y Rumanía, volviendo a m mezclarse con otras tribus; los prim meros serían conocidos como los os ostrogodos y los segundos, los que at atacaron a Roma desde mediados de del siglo III, como visigodos. Su rela lación con el Imperio los transformó: se impregnaron de la cultura latina y pa pasaron de una organización tribal y as asamblearia a una monarquía electiva va, que trató de unificar el poder sob bre todos los clanes. A mediados del si siglo IV se cristianizaron gracias a la la labor misionera del obispo godo Ul- filas, quien tradujo a su idioma la Biblia y llevó al mismo tiempo consigo la herejía arriana, de la que se había hecho seguidor durante su estancia en Constantinopla. Curiosamente, el arrianismo –doctrina que limitaba la divinidad de Jesucristo– encontró gran difusión entre la mayor parte de los pueblos germánicos.
EN LA GALIA Y EN HISPANIA.
Los visigodos contribuyeron decisivamente a la descomposición del Imperio, invadieron Italia varias veces y en el año 410 saquearon Roma. Poco después se asentaron en la mitad sur de la Galia y en Hispania, con capital en Tolosa, logrando vencer y detener a los hunos en los Campos Cataláunicos en 451, en coalición con los restos de Roma y otros pueblos germánicos. Por su parte los ostrogodos, la otra rama de los godos, acabaron conquistando Italia y las regiones adriáticas, certificando así el fin del Imperio Romano de Occidente.