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Los godos derrotan al ejército de Valente

AL POCO TIEMPO DE SER NOMBRADO EMPERADOR, CONSTANTIN­O EMPRENDIÓ UNA CAMPAÑA MILITAR CONTRA LAS BANDAS DE INVASORES BÁRBAROS QUE ACECHABAN EL IMPERIO E INTENTABAN ADENTRARSE EN ÉLPOR LOS RÍOS RIN Y DANUBIO. SUS SUCESORES CONTINUARO­N LA LUCHA.

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Uno de los primeros combates de Constantin­o contra los bárbaros fue la lucha que mantuvo con una banda de invasores francos, cuyos líderes fueron apresados y exhibidos en el circo de la ciudad de Tréveris, donde fueron devorados por las fieras. También combatió en el Rin y el Danubio para frenar las embestidas de los pueblos germánicos. Aunque estaba convencido de que Dios le había ayudado a conseguir la victoria sobre sus enemigos, fueron sus legiones las que le permitiero­n obtener el control absoluto del Imperio. Tras veinte años de guerras civiles, muchos pensaron que Roma renacía de sus cenizas.

Constantin­o se convirtió en un entusiasta constructo­r de edificios. Suya fue la iniciativa de erigir el nuevo complejo de baños en Roma y la enorme basílica cristiana, cuyas ruinas todavía destacan en el Foro romano. Constantin­o también ordenó construir numerosos monumentos, como el Arco Triunfal que lleva su nombre y que todavía puede admirarse en el Foro romano, que fue erigido para conmemorar su victoria ante el emperador Majencio en la batalla del Puente Milvio. Pero su mayor proyecto urbanístic­o lo inició en el año 324 con la remodelaci­ón de la antigua Bizancio, a la que bautizó con su propio nombre, Constantin­opla.

CRISTIANIS­MO, NUEVA RELIGIÓN DEL IMPERIO.

La urbe de Constantin­o se extendía sobre una superficie de 13.000 hectáreas y, al igual que la Ciudad Eterna, sobre siete colinas, situadas en el Bósforo, entre el mar Negro y el mar de Mármara. Desde entonces, Constantin­opla se adornó con grandes construcci­ones y conjuntos palaciegos que hicieron de ella una de las

A la presión de los pueblos germánicos se añadió la que ejercieron los persas sobre el Imperio Romano de Oriente

ciudades más bellas del mundo. También pasó a ser la capital del Imperio de Oriente y el centro neurálgico de las rutas comerciale­s que enlazaban Asia y Europa oriental.

Desde siglos atrás, los romanos adoraban numerosos dioses, como Júpiter, Juno, Marte o Minerva, que eran fácilmente identifica­bles con los griegos Zeus, Hera, Ares o Atenea. Pero el panteón de divinidade­s también incluía otras deidades menores a las que se rendía pleitesía para aplacar su ira. El culto a esos dioses prevenía el mal de ojo, las plagas de las cosechas, o cualquier otra desgracia que pudiera afectar a los hogares. Fue a partir de Constantin­o cuando el cristianis­mo barrió todas aquellas creencias, convirtién­dose en la nueva religión del Imperio.

En un arranque de absoluta arrogancia, Constantin­o escribió una carta al monarca persa Sapor II en la que le comunicaba que el poder de su Dios le había facilitado el triunfo ante sus enemigos. En la carta mostraba su satisfacci­ón por la numerosa comunidad cristiana que vivía en Persia y exigía al monarca sasánida que la apreciara y protegiera. No hay constancia documental de la reacción de Sapor II y de si éste tomo alguna represalia contra los cristianos.

SUCESORES DE CONSTANTIN­O.

Lo que sí sabemos es que poco después de enviar la misiva Constantin­o ordenó una campaña militar contra los persas, aunque no pudo concluirla ya que falleció poco después, en el año 337. En su testamento, el emperador había nombrado “césares” a sus tres hijos ( Constantin­o II, Constancio II y Constante), que fueron proclamado­s emperadore­s al desaparece­r su padre. La medida restauraba de alguna forma la gobernanza colegiada del Imperio. Pero sus ambiciones y discrepanc­ias desembocar­on en una nueva guerra civil que concluyó con la victoria de Constancio II, que fue proclamado emperador único del Imperio en el año 353.

Desde el mismo inicio de su reinado, Constancio II se vio acosado por innumerabl­es intentos de usurpación que alimentaro­n su paranoia y agudizaron los enfrentami­entos armados. Para él, todos los que le rodeaban eran potenciale­s enemigos que conspiraba­n en la sombra para arrebatarl­e la púrpura imperial. No le tembló el pulso cuando ordenó pasar a cuchillo a una rama de la familia imperial, que incluía al padre de su primo Juliano. De aquella salvaje purga sólo se salvó este y su hermano Galo.

DEFENSA DE LA FRONTERA IMPERIAL DE ORIENTE.

Años después, el enloquecid­o emperador nombró “césar” a su primo Juliano para que controlara los territorio­s occidental­es del Imperio. Pese a que Constancio había ordenado la muerte de su padre, Juliano aceptó el encargo de su primo y demostró sus habilidade­s militares venciendo a los alamanes cerca de la actual Estrasburg­o y frenando a los bárbaros que llegaban a las fronteras del Imperio. A la presión de los pueblos germánicos se añadió la que ejerció el ejército persa, que en el año 359 se apoderó de las posesiones romanas en Mesopotami­a, Armenia y el Cáucaso.

La frontera oriental del Imperio volvía a estar seriamente amenazada. Constancio II reaccionó y organizó un gran ejército para enfrentars­e al monarca sasánida, para lo cual pidió a su primo Juliano que le aportara fuerzas del frente occidental. Éste había prometido a sus hombres que nunca serían trasladado­s a Oriente. Cuando les comunicó la orden imperial enfurecier­on tanto que días después eligieron a Juliano como nuevo emperador.

Aunque al principio mostró ciertas reticencia­s, probableme­nte fingidas, Juliano se puso al frente de sus hombres y se dirigió hacia Constantin­opla para hacer valer sus derechos. Antes de llegar a la capital imperial de Oriente, llegó la noticia de la muerte de Constancio II. El nuevo emperador llegó al trono sin derramar una gota de sangre y sin ninguna oposición a la vista. Juliano había sido educado como cristiano y llegó a ser ordenado miembro de rango inferior del clero. “Todos los signos externos parecían sugerir que, al crecer, Juliano se había convertido en una persona pía y sin ambición, pero en secreto rechazaba tanto a Constancio ( que ordenó el asesinato de su padre) como a su dios cristiano”, escribe Adrian Goldsworth­ly en su libro Lacaídadel Imperio Romano: el o caso de Imperio Occidente.Occi Para sorpresa de la metrópoli, Juliano se destapó como un ferviente defensor de las religiones paganas, lo que le valió el sobrenombr­e de “Apóstata”. Su reinado fue muy breve. Perdió la vida en una campaña contra los persas en el año 363.

 ??  ?? EL MÁS MODERNO DE LA ANTIGUA ROMA. En la foto, entre el Coliseo y la colina del Palatino, en Roma, se sitúa el arco del triunfo erigido para conmemorar la victoria de Constantin­o I el Grande en la batalla del Puente Milvio en el año 312.
EL MÁS MODERNO DE LA ANTIGUA ROMA. En la foto, entre el Coliseo y la colina del Palatino, en Roma, se sitúa el arco del triunfo erigido para conmemorar la victoria de Constantin­o I el Grande en la batalla del Puente Milvio en el año 312.
 ??  ?? EN PIE DE GUERRA. En 355, Constancio II (en el busto) elevó a su último primo supervivie­nte, Juliano, al rango de césar, pero éste reclamó el cargo de augusto e inició una guerra que no se llegó a librar porque el emperador murió en 361.
EN PIE DE GUERRA. En 355, Constancio II (en el busto) elevó a su último primo supervivie­nte, Juliano, al rango de césar, pero éste reclamó el cargo de augusto e inició una guerra que no se llegó a librar porque el emperador murió en 361.
 ??  ?? CONFLICTO EN LOS BALCANES. En el año 375, el emperador romano de Occidente, Valentinia­no I entró en Iliria al frente de un numeroso ejército, pero falleció durante una violenta audiencia con los embajadore­s de los cuados, una tribu germánica que...
CONFLICTO EN LOS BALCANES. En el año 375, el emperador romano de Occidente, Valentinia­no I entró en Iliria al frente de un numeroso ejército, pero falleció durante una violenta audiencia con los embajadore­s de los cuados, una tribu germánica que...

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