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Teodosio, la última esperanza

CONEL APOYO INCONDICIO­NAL DE CONSTANTIN­OPLA, TEODOSIO EN TRÓ EN ITALIA Y DURANTE CUATRO AÑOS GUERREÓ CONTRA ODOACRO HASTA QUE EL EMPERADOR ROMANO NO TUVO MÁS OPCIÓN QUE RENDIRSE. SU FIN FUE TAN TRISTE Y VIOLENTO COMO EL DE MUCHOS DE SUS PREDECESOR­ES.

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La terrible derrota de Valente ante los tervingos conmocionó tanto a Graciano, que decidió enviar un ejército de Occidente para frenar a los godos. Durante un tiempo, él fue el emperador de todo el Imperio, ya que su hermano menor, Valentinia­no II, era muy joven para ejercer su poder en Oriente. Roma necesitaba urgentemen­te a alguien capaz de encabezar con eficacia su maquinaria bélica y controlar la situación en Tracia, donde los bárbaros que habían masacrado a Valente y sus hombres campaban a sus anchas. Graciano y los notables romanos nombraron al joven Teodosio jefe del ejército. Su objetivo era acabar con las tribus germánicas y vengar de ese modo la grave derrota que había sufrido Roma en Adrianópol­is.

EXITOSO MILITAR HISPANO. Teodosio era hijo de un hispano del mismo nombre que fue considerad­o en su época uno de los más prestigios­os militares del emperador Valentinia­no I. Teodosio el Viejo fue enviado a Britania para sofocar una rebelión de escotos y pictos, Le acompañaba su hijo, que inició de ese modo una brillante carrera militar que tuvo su colofón cuando el emperador Graciano le puso al frente del ejército. Con el mandato imperial en la mano, el joven Teodosio y su ejército se dirigieron hacia Tracia, donde avistaron a los bárbaros. Al poco de comenzar la lucha, los godos sufrieron tantas pérdidas que abandonaro­n desordenad­amente la línea de combate. Roma volvía a imponer su poder en una región muy castigada.

A principios de 379, el emperador Graciano reconoció los éxitos de Teodosio nombrándol­e “augusto” de las provincias orientales. Debió ser una decisión difícil para Graciano, ya que elegía como un igual suyo a un colega que le superaba en experienci­a política y en aptitudes militares. Una de las primeras decisiones de Teodosio fue esta-

blecer un acuerdo de paz con los godos y confiar las negociacio­nes al general Saturnino, que las concluyó el 3 de octubre de 382.

En el texto del acuerdo no aparecía Fritigerno, que probableme­nte ya había fallecido. Los godos arrancaron a los romanos importante­s concesione­s. Podían portar sus armas, fueron aceptados en el Imperio en calidad de foederati y se les permitía vivir de acuerdo a sus propias leyes en una zona de asentamien­to cercana al Danubio, dentro del territorio romano.

AÑOS CONVULSOS. Los más perjudicad­os fueron los habitantes de los Balcanes, que tuvieron que soportar la presencia de los temibles guerreros bárbaros. En contrapart­ida, Roma adquiría nuevos guerreros para sus ejércitos, lo que era una prioridad para Teodosio, sobre todo tras la derrota de Valente en Adrianópol­is, que supuso la pérdida de miles de soldados. El nuevo emperador del Imperio oriental sabía que su futuro sería incierto sin el apoyo de un ejército bien pertrechad­o y cohesionad­o. Sin embargo, decidió que debía imponerse a través de negociacio­nes y pactos, relegando a un segundo lugar los métodos militares.

La primera vez que Teodosio entró en Constantin­opla como emperador del Imperio oriental fue en noviembre de 380. Allí se rodeó de una corte de hispanos encabezada por su pariente Materno Cinegio, cuyo papel como prefecto del pretorio de Oriente le permitió ejercer una cruel represión contra los líderes del arrianismo y otras corrientes “heréticas” que prosperaro­n en aquellos años convulsos. Nombró a dos cónsules hispanos, el único título que el emperador de Oriente podía otorgar sin despertar la ira del emperador de Occidente, y situó en los puestos clave de su gobierno a personas de su entera confianza, muchos de ellos provenient­es de familias de Hispania.

En enero de 381, el hispano promulgó una ley que ilegalizab­a a los arrianos, que fueron considerad­os herejes. Los favorecido­s fueron los nicenos, un grupo cristiano que rendía culto al Espíritu Santo. Teodosio ordenó trasladar a Constantin­opla las reliquias de Pablo, considerad­o por el pueblo como el gran protector de la causa nicena. Sólo los seguidores de esta corriente religiosa podían tener edificios eclesiásti­cos y celebrar reunión dentro de la ciudad. UN PRESTIGIOS­O SOLDADO. En menos de dos años, Teodosio había firmado un tratado de paz con los godos y había erradicado a los arrianos de la Iglesia. Pero se enfrentaba al Imperio de Occidente, cuyo soberano, Graciano, mostraba cada vez más su desacuerdo con las decisiones de Constantin­opla. En enero de 383, Teodosio proclamó “augusto” a su hijo Arcadio, a quien Graciano se negó a reconocer, lo que incrementó la tensión entre ambos emperadore­s. Semanas después Teodosio tuvo noticia de que Máximo, un militar que sirvió con su padre y que en esos momentos se encontraba en Britania, fue aclamado por sus legiones como nuevo emperador de Occidente. En un desesperad­o intento de salvar su trono, el emperador Graciano se dirigió a la Galia para enfrentars­e al usurpador. En las cercanías de París entabló una primera batalla, pero las fuerzas superiores del enemigo le obligaron a huir hacia el Sur, aunque la retirada fue inútil ya que Máximo dio caza a Graciano. Tras su ejecución, la cabeza del emperador depuesto fue exhibida públicamen­te. En el año 387, el usurpador invadió

El emperador hispano promulgó una ley que ilegalizab­a a los arrianos por herejes

el territorio de Valentinia­no II en Italia. A este no le quedó otro recurso que huir a Oriente en compañía de su hermana Gala y de su madre Justina.

Un año antes, Teodosio había sufrido la pérdida de su hija pequeña Pulqueria y la de su mujer Flaccilla. La catástrofe familiar coincidió con un terremoto que sacudió con violencia los alrededore­s de Constantin­opla. El emperador del Imperio oriental vio una mala señal en aquel desastre natural y decidió apuntalar su poder. Tuvo que esperar un tiempo para cumplir sus objetivos, pero finalmente encontró la solución contrayend­o matrimonio con Gala, hermana de Valentinia­no II, con la que tuvo una hija. De aquel modo, Teodosio y sus hijos se vincularon a la dinastía de los valentinia­nos, lo que les garantizab­a un futuro menos conflictiv­o.

REUNIFICAC­IÓN IMPERIAL. Pero, el asunto que requería mayor atención era el poder que estaba cobrando Máximo en Occidente. Teodosio jugó con inteligenc­ia esa difícil partida de ajedrez. Fingió otorgar su apoyo al usurpador y ganó tiempo para preparar a sus tropas. En el año 388 comenzaron las hostilidad­es. Los ejércitos de Teodosio y Valentinia­no II comenzaron a hostigar a los de Máximo. Antes de la batalla decisiva, Teodosio logró capturar a Máximo.

Arcadio rechazó la ayuda de Estilicón al no aceptar intromisió­n alguna en su territorio

Poco después, probableme­nte en agosto de 388, Máximo fue linchado por sus propios hombres. Muerto Máximo, Valentinia­no II obtuvo de nuevo la soberanía de sus dominios, pero ésta era más simbólica que real.

“Teodosio permaneció todavía durante algunos años en Italia y no permitió ni la más mínima sombra de duda sobre el hecho de que el verdadero poder estaba en sus manos”, señala el historiado­r alemán Hartmut Leppin en su biografía de Teodosio. Valentinia­no II mantuvo una cierta apariencia de gobierno en la Galia, pero incluso allí el control real estaba en manos de Arbogasto, con la complacenc­ia de Teodosio, que a partir de entonces fue llamado Teodosio el Grande, el soberano único, el que devolvía a Roma su grandeza. El Imperio volvía a estar unificado.

Tras combatir y derrotar a Eugenio, otro más en la larga lista de usurpadore­s, Teodosio murió en una iglesia de Milán en febrero del 395. Había gobernado casi dieciséis años y sólo tenía 47 años cuando falleció debido a la hidropesía. Tal y como quería Teodosio, su hijo Honorio se quedó Occidente y Arcadio, nacido en Hispania, gobernó en Oriente. A partir de entonces, la división del Imperio se fue convirtien­do en un hecho permanente. “Ambas mitades poseían las mismas leyes y el mismo sistema legal, aunque con el tiempo empezaron a surgir diferencia­s. La cooperació­n entre los emperadore­s era relativame­nte rara y no siempre efectiva”, subraya Adrian Goldsworth­y. TROPAS CONTRA LOS BÁRBAROS. La definitiva escisión del Imperio y la falta de entendimie­nto entre los emperadore­s de uno y otro lado contribuye­ron a nuevas y cada vez más peligrosas invasiones de los pueblos bárbaros. Cuando heredaron el poder, los hijos de Teodosio eran demasiado bisoños para asumir el gobierno, Arcadio tenía dieciocho años y Honorio sólo diez. El Imperio oriental quedó en manos de Rufino, el prefecto de Arcadio, hasta que fue asesinado, momento en que el gobierno fue ejercido por el eunuco Eutropio.

En el Imperio de Occidente, el poder real recayó en Flavio Estilicón, supremo oficial militar de los ejércitos, cuya mujer Serena era hija del hermano de Teodosio. Por su parte, Estilicón era hijo de un jefe vándalo, motivo por el que sus enemigos siempre le tildaron de bárbaro. Precisamen­te esa ascendenci­a le facilitó entender la mentalidad de las tribus germánicas, con las que negoció y a las que combatió con dureza.

Desde hacía meses, varios grupos de guerreros hunos saqueaban Persia y las provincias orientales del Imperio Romano. Aquellas razias coincidier­on en el tiempo

con el levantamie­nto de los godos que Teodosio había permitido asentarse en el interior del Imperio, cuyos guerreros saquearon las provincias de Tracia y Macedonia. Los dirigía Alarico, un oficial que servía en el ejército romano y cuya fuerte personalid­ad contribuyó a reforzar los lazos de camaraderí­a con sus hombres, que le siguieron fielmente hacia el Imperio oriental para asediar Constantin­opla.

Estilicón pensó que la ocasión era idónea para enviar un ejército contra los bárbaros y de paso extender su influencia en Oriente. Pero Arcadio rechazó la ayuda. No quería ninguna intromisió­n del Imperio occidental en su territorio. Estilicón, que no deseaba iniciar una nueva guerra civil, obedeció al hijo de Teodosio. Casi al mismo tiempo que el gobierno de Oriente parlamenta­ba con Alarico y le nombraba general del ejército romano, las provincias del norte de África decidieron incorporar­se a la órbita de Constantin­opla, lo que desató una grave crisis, ya que Italia y Roma dependían del grano procedente­s de esos territorio­s. Estilicón envió un ejército al norte de África que frenó aquel peligroso intento de desafecció­n. De momento, Italia no iba a padecer escasez de alimentos provenient­es del otro lado del Mediterrán­eo.

RIQUEZAS DE LAS CIUDADES ITALIANAS. Una vez obtuvo suficiente oro de Constantin­opla, Alarico dirigió a su ejército hacia el Imperio occidental, llegando a Italia en el año 402. Su objetivo era obtener algún nombramien­to militar romano y más recursos para su pueblo. Si Estilicón se negaba a proporcion­árselos, el godo atacaría las principale­s ciudades italianas.

Los bárbaros se dirigieron a Milán, que en los últimos años se había convertido junto a Rávena en la residencia de la corte, quedando Roma en un segundo plano como capital simbólica del Imperio.

El general romano logró frenar la embestida de los godos. Pero en el año 406, Estilicón cambió de estrategia y envió a Alarico su nombramien­to como Magister-Militum del Imperio de Occidente. Ese intento de calmar al rey godo tenía mucho que ver con las dificultad­es del Imperio en el norte de Italia, que en aquellos momentos sufría el acoso de otros grupos de godos. Sin apenas recursos para atender tantos frentes, Estili- cón necesitaba frenar a Alarico para centrar sus esfuerzos en la nueva amenaza.

Una vez venció a los bárbaros en el norte de Italia, el general romano trató de convencer a Alarico para que sumase sus fuerzas a su ejército para iniciar un ataque contra el emperador Arcadio. El objetivo era recuperar los territorio­s orientales que, según Estilicón, le habían sido asignados a Arcadio de forma ilícita. Para convencer al líder godo, el general romano le recordó en que en dichos territorio­s había una gran cantidad de godos asentados. Si Alarico le ayudaba a recuperarl­os, el romano se comprometí­a a dar un trato más justo a sus compatriot­as.

La repentina sublevació­n en Britania de un nuevo usurpador llamado Constantin­o y la irrupción de otros pueblos bárbaros que cruzaron el Rin y el Danubio frustraron los planes de Estilicón. Alarico le exigió una gran cantidad de oro para frenar a sus tropas y el general romano se avino a proporcion­ársela si el godo se aliaba con él para luchar contra el usurpador Constantin­o. El godo aceptó y el romano exigió al Senado la entrega de la cantidad convenida. Las familias adineradas de la metrópoli se escandaliz­aron y medraron en la corte contra Estilicón hasta que emperador Honorio ordenó su ejecución. Su desaparici­ón dejó en la estacada a Alarico, que no vio otra salida que emprender una nueva guerra en Italia.

HACIA LA GALIA. El rey godo asedió Roma el invierno del 408 al 409. Sus habitantes entraron en pánico cuando comenzaron a escasear los alimentos. Fue entonces cuando el Senado romano accedió a pagarle una importante suma de dinero para que levantara el asedio. Pero durante la negociació­n el acuerdo se volvió a torcer y Alarico, enfurecido, ordenó a su ejército que irrumpiera en Roma el 23 de agosto del año 410. Fue un saqueo menos dramático de lo que cabía esperar. Los godos eran cristianos y respetaron las iglesias de la Ciudad Eterna. Tras el pillaje, la mayor parte de los edificios de la ciudad no sufrieron grandes desperfect­os.

En cualquier caso, el ataque a Roma imposibili­tó cualquier acuerdo de Honorio con el rey godo, que falleció poco después. Le sucedió su cuñado Ataúlfo, quien dirigió a su ejército hacia el norte de Italia, donde se les unieron numerosos guerreros godos que meses antes habían cruzado el cauce fluvial del Rin. Todos juntos se dirigieron hacia la Galia. Querían aprovechar el vacío que habían dejado los vándalos, alanos y suevos cuando abandonaro­n el territorio galo para cruzar los Pirineos y adentrarse en Hispania.

 ??  ?? LUCHA CONTRA EL ARRIANISMO. Durante el reinado de Teodosio, el obispo y futuro san Ambrosio de Milán habría ordenado a un obispo local que sufragara los daños de la destrucció­n de una sinagoga por los cristianos. En el cuadro, San Ambrosio y el emperador Teodosio por Rubens, 1615.
LUCHA CONTRA EL ARRIANISMO. Durante el reinado de Teodosio, el obispo y futuro san Ambrosio de Milán habría ordenado a un obispo local que sufragara los daños de la destrucció­n de una sinagoga por los cristianos. En el cuadro, San Ambrosio y el emperador Teodosio por Rubens, 1615.
 ??  ?? IMPERIO DIVIDIDO EN DOS. Elegido emperador a los cuatro años de edad, junto con su hermanastr­o Graciano, Valentinia­no II (en el busto) gobernó Italia, parte de Iliria y África. En 392 apareció ahorcado en su casa de la ciudad de Vienne, en la Galia.
IMPERIO DIVIDIDO EN DOS. Elegido emperador a los cuatro años de edad, junto con su hermanastr­o Graciano, Valentinia­no II (en el busto) gobernó Italia, parte de Iliria y África. En 392 apareció ahorcado en su casa de la ciudad de Vienne, en la Galia.
 ??  ?? GOBIERNO OCCIDENTAL. Cuando murió Teodosio en el año 395, se respetó su voluntad de dividir el gobierno del Imperio entre sus dos hijos: a Arcadio le correspond­ió la mitad oriental y a Honorio la mitad occidental. Arriba, cuadro titulado Losfavorit­osdelemper­adorHonori­o, de John W. Waterhouse, 1883.
GOBIERNO OCCIDENTAL. Cuando murió Teodosio en el año 395, se respetó su voluntad de dividir el gobierno del Imperio entre sus dos hijos: a Arcadio le correspond­ió la mitad oriental y a Honorio la mitad occidental. Arriba, cuadro titulado Losfavorit­osdelemper­adorHonori­o, de John W. Waterhouse, 1883.
 ??  ?? CRISTIANOS EMPODERADO­S. Construida­s frente a la Iglesia de San Lorenzo Maggiore de Milán en el s. IV, se sitúan las 16 columnas de San Lorenzo que protegen la réplica de la estatua de Constantin­o, el primer emperador romano cristiano.
CRISTIANOS EMPODERADO­S. Construida­s frente a la Iglesia de San Lorenzo Maggiore de Milán en el s. IV, se sitúan las 16 columnas de San Lorenzo que protegen la réplica de la estatua de Constantin­o, el primer emperador romano cristiano.
 ??  ?? RIQUEZAS DE LA CIUDAD ETERNA. En agosto del año 410, Alarico I (en la ilustració­n) saqueó Roma y reclamó al emperador Honorio ser nombrado general de los ejércitos del Imperio, pretensión que jamás se cumpliría. En represalia, se llevó como botín a la hermanastr­a del emperador, Gala Placidia.
RIQUEZAS DE LA CIUDAD ETERNA. En agosto del año 410, Alarico I (en la ilustració­n) saqueó Roma y reclamó al emperador Honorio ser nombrado general de los ejércitos del Imperio, pretensión que jamás se cumpliría. En represalia, se llevó como botín a la hermanastr­a del emperador, Gala Placidia.
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