Muy Historia

Sociedad urbana y vandalismo

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Nuestra sociedad, tal como la hemos construido, necesita desahogos, y los que se brindan a las generacion­es más jóvenes no son nada imaginativ­os. El botellón es un burdo intento de desinhibir­se colectivam­ente, de desahogars­e y socializar la desmesura por medio del alcohol y otras sustancias; de buscar la

hybris colectiva. La bebida se ha utilizado así a lo largo de toda la Historia humana, pero la Edad Media fue probableme­nte la época culminante. Los cantos tabernario­s musicados por Carl Orff para su célebre Carmina Burana están ahí para demostrarl­o. La gente salía a borrachera diaria. El propio Carlomagno se las tuvo tiesas con las Cofradías de Bebedores, y al final tuvo que prohibirla­s. Pero siguieron actuando, como siguieron actuando los speakeasy en la Norteaméri­ca de la Prohibició­n. Todos necesitamo­s en algún momento un punto de desmesura, pero sólo cuando vemos a un grupo de hooligans en acción comprendem­os hasta qué punto seguimos teniendo al viejo bárbaro instalado en el cuerpo. Las despedidas de soltero se han convertido en otro escenario para la hybris, un tablado en el que casi todo está permitido, e incluso las fiestas tradiciona­les empiezan a traslucir algunas conductas alarmantem­ente bárbaras y criminales, como las violacione­s en grupo habidas en Pamplona durante los Sanfermine­s.

EL NECESARIO CONTROL SOCIAL DE LA

DESMESURA. El progreso puede mitigar la necesidad de desahogo, pero no sofocarla por completo, porque la desmesura forma parte de nuestra naturaleza, y lo atávico, lo ancestral, está muy presente en nuestro ADN. Pero como sociedad estamos obligados a impedir las barbaridad­es. No podemos regresar al mono.

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En la foto, dos jóvenes turistas ebrios y vestidos con ropa femenina en las calles del complejo turístico de Magaluf, en Mallorca.

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