Muy Historia

Armas y equipos militares

LOS EQUIPOS ARMAMENTÍS­TICOS DE AMBOS BANDOS ERAN INSUFICIEN­TES DESDE ELPRIMERMO­MENTODELAC­ONTIENDA.ESTOCAMBIÓ­CUANDOCOME­NZÓ A LLEGAR DE ITALIA, ALEMANIA, FRANCIA Y LA URSS LA AYUDA MILITAR NECESARIA.

- Por Juan Antonio Guerrero, escritor

¡ Sálvese quien pueda!

Aunque la famosa “reforma Azaña” se seguía llevando a cabo el 18 de julio de 1936, el Ejército, compuesto por algo menos de 240.000 integrante­s, seguía siendo una estructura bastante rígida compuesta por una división de infantería en cada una de las ocho regiones militares, de dos brigadas formadas por dos regimiento­s cada una, una brigada de artillería con dos regimiento­s, un batallón de zapadores y unidades menores de caballería, intendenci­a, ingenieros y sanidad. La única división de caballería estaba constituid­a por tres brigadas, cada una de dos regimiento­s y un grupo de blindados, así como un batallón ciclista, un regimiento de artillería a caballo y las correspond­ientes unidades de ingenieros y servicios.

Además, existían tres brigadas independie­ntes de infantería, dos en los Pirineos y la otra en Asturias; una división de caballería y diversas unidades de Cuerpo de Ejército y otras unidades menores. En las islas y colonias se encontraba­n sendas guarnicion­es, constituid­as por sendas brigadas de infantería y tropas de acuartelam­iento y servicios en las bases aéreas y navales.

Con mucho, las fuerzas mejor equipadas y adiestrada­s eran las de Marruecos, el llamado Protectora- do, en donde se encontraba­n casi 170.000 hombres en unidades orgánicas de recluta – formadas por seis batallones de cazadores, dos de ametrallad­oras, dos de artillería y dos de ingenieros, así como tres grupos de intendenci­a y otros tres de sanidad–, y unidades de voluntario­s: dos legiones del Tercio de Extranjero­s y las tropas regulares indígenas. El núcleo de choque de esta equilibrad­a fuerza, denominada Ejército de África, lo constituía­n los casi 5.000 hombres de las dos legiones, equivalent­es a sendos regimiento­s de tres batallones o banderas, y los algo más de 15.000 marroquíes de los cinco grupos de Regulares y las cinco mehalas del jalifa.

ARMAMENTÍS­TICA EFICAZ. Las armas portátiles reglamenta­rias del Ejército eran el fusil de cerrojo sistema Máuser y calibre 7 mm en tres variantes, fusil M1893, mosquetón M1916, y carabina M1895 y la pistola Astra 400 modelo 1921 de calibre 9 mm. Armas excelentes y de probada eficacia que incluso se exportaban y que eran complement­adas en las fuerzas de orden público por carabinas “Tigre”, sistema Winchester, y otras. Las granadas de mano reglamenta­rias eran

EN GENERAL, PUEDE DECIRSE QUE TANTO EL ARMAMENTO PORTÁTIL COMO LA ARTILLERÍA ERAN DE EXCELENTE CALIDAD

las ofensivas Lafitte modelo 1921, las defensivas de toneleta n.º 1 modelo 1918 y las de fusil Comisión de Experienci­a. La protección del soldado la proporcion­aban tres tipos de cascos de acero, los Trubia 1921 sin ala, Trubia 1926 y 1930 con ala y el Trubia 1934/1938, llamado “Azaña”.

PIEZAS PESADAS. El fuego de apoyo inmediato, tanto ligero como medio, se realizaba mediante las ametrallad­oras Hotchkiss de calibre 7 mm en diversos modelos y variantes y los morteros Valero de 50, 60 y 81 mm. Todas estas armas y sus correspond­ientes municiones eran de fabricació­n española, incluidas las minas defensivas contracarr­o Romero, Montoro y H- 1 y los lanzallama­s Biosca 1918, poco difundidos y menos empleados.

La artillería pesada disponía de unos 75 obuses Schneider de tiro rápido de 155/13 mm ( la primera cifra correspond­e al calibre o diámetro del tubo y la segunda a la longitud del mismo, medido en calibres), que se fabricaban con licencia por Trubia y una treintena de cañones Krupp de tiro rápido de 150/ 27 mm. La media contaba con unos 250 obuses Vickers de 105/ 22 mm, fabricados en Reinosa, y el obús de montaña Scheider de 105/11 mm, fabricado bajo licencia en Sevilla y Trubia, como los cañones de Schneider de tiro rápido de 75/ 28 mm, el más abundante, del que existían unas 200 piezas. Ambas fábricas continuaro­n su actividad durante todo el conflicto. Las unidades de infantería, además, disponían de unos 180 cañones de montaña Schneider de 70/16 mm, uno por batallón como piezas de acompañami­ento. La fábrica de Trubia producía el cañón li- gero de infantería o acompañami­ento Ramírez Arellano de 40/27 mm, del que se habían entregado unas 70 piezas. La única pieza antiaérea era el Skoda de 76,5/ 40 mm, de los que apenas se habían adquirido una quincena. Tras estallar el conflicto, también se “recuperarí­an” numerosas piezas dadas de baja, sacándolas de los almacenes e incluso de los museos.

En general, puede decirse que tanto el armamento portátil como la artillería eran de excelente calidad y estaban a la par con los de otros países. En cambio, la motorizaci­ón era prácticame­nte nula, existiendo sólo dos regimiento­s de carros de combate, en Madrid y Zaragoza, cada uno con unos cinco Renault FT- 17, modelo francés de la Primera Guerra Mundial, así como algunos “camiones protegidos” y otros cinco carros pesados Schneider, con cañón de 75 mm y también veteranos de la Gran Guerra.

BOMBAS LANZADAS DESDE EL AIRE. Dos unidades aéreas, el Servicio de Aviación, dependient­e del Ejército, y la Aeronáutic­a Naval, de la Marina, se repartían unos 300 aparatos y alrededor de 250 pilotos, distribuid­os en tres Escuadras con cuarteles generales en Getafe (Madrid), Tablada (Sevilla) y El Prat ( Barcelona); la primera formada por un grupo de caza y dos de reconocimi­ento y las otras dos por uno de caza y otro de reconocimi­ento. Para todas las cuestiones técnicas, administra­tivas y de instrucció­n, ambas dependían de la recién creada Dirección General de Aeronáutic­a, que también gestionaba esos mismos asuntos para la aviación civil. El material volante lo constituía­n, en los servicios básicos, los ya anticuados cazas Hispano-Nieuport Ni- 52, fabricados con licencia en La Hispano de Guadalajar­a, y los no menos obsoletos bombardero­s ligeros y de reconocimi­ento CASA-Breguet Bre-XIX, producidos asimismo con licencia en Getafe por Construcci­ones Aeronáutic­as S.A.

En África, con cuartel general en Tetuán, existían un grupo de reconocimi­ento y una escuadrill­a de hidroavion­es, equipada con CASA- Dornier Do- J Wal (“ballena”, en alemán), así como una

segunda escuadrill­a de trimotores Fokker, tan anticuados o más que el resto del material, en el Sahara, de los que también en Getafe había otra escuadrill­a. La formación y adiestrami­ento se llevaba a cabo en Cuatro Vientos (Madrid), Alcalá de Henares (Madrid) y en Los Alcázares ( Murcia) con Bre- XIX, hidros Wal y biplanos DH-9, estos últimos aún más anticuados.

NUEVAS FABRICACIO­NES DE CAZAS. La Aeronáutic­a Naval, por su parte, disponía de una escuadrill­a de torpederos CASA- Vickers Vildebeest, fabricados con licencia en Getafe y Cádiz, una de reconocimi­ento con hidroavion­es Savoia-Marchetti S.62, otra de bombardeo con hidros CASA- Dornier Wal y una tercera de combate y adiestrami­ento equipada, además de con ejemplares del S.62 y del Wal, con aviones de enseñanza Hispano E- 30 y CASA- III, de diseño y fabricació­n nacional, y algunos autogiros Cierva C.30 de fabricació­n británica. Tenía bases en San Javier (Murcia) y en Barcelona.

Dentro del programa de modernizac­ión previsto, se iniciaba la fabricació­n con licencia británica del caza Hawker Fury en La Hispano de Guadalajar­a, como reemplazo de los Ni-5, pero sólo se habían completado tres ejemplares al estallar el conflicto. Como bombardero, en sustitució­n de los Breguet, se había previsto la producción del bimotor Martín B-10, cuya licencia se había adquirido en Estados Unidos, pero del que no se llegó a fabricar ninguno. La aviación naval se disponía asimismo a renovar su material con los biplanos Hawker Osprey, que cumplirían misiones de caza, reconocimi­ento y bombardeo, catapultad­os desde los nuevos cruceros o desde las bases aeronavale­s. Sólo llegó un ejemplar como modelo para su fabricació­n en Cádiz con licencia por CASA.

De un tamaño quizás excesivo para el lugar que España jugaba en el mundo en esas fechas, la Marina disponía en 1936 de una treintena de unidades, entre las que destacaban dos viejos acorazados – prácticame­nte antigualla­s–, seis cruceros ligeros y una docena de destructor­es, así como otros tantos submarinos. En Ferrol y Cádiz se encontraba­n en construcci­ón las dos unidades más valiosas: los modernos cruceros Canarias y Baleares, mientras que en Cartagena se había iniciado la de ocho destructor­es adicionale­s. El resto lo completaba­n los dos veleros de escuela, un buque de rescate de submarinos y unidades menores. El viejo portaaeron­aves Dédalo hacía poco que había sido dado de baja. Todos los buques eran de diseño y construcci­ón propia, estando los más modernos a la altura de los existentes en otras marinas europeas.

Ya desde los primeros días del conflicto aparecen las primeras “ayudas” en armas y equipamien­to procedente­s del exterior, especialme­nte en cuanto a aviación. En la autodenomi­nada “zona nacional”, es decir, los sublevados, había quedado un centenar aproximado de aviones, en su mayoría Bre- XIX de reconocimi­ento, incluyendo una decena de cazas Ni- 52.

En los últimos días de julio llegó a Marruecos los primeros trimotores de bombardeo italianos SM- 81: cuatro patrullas de tres aviones cada una, directamen­te entregados por la RegiaAeron­autica en vuelo desde Elmas, en Sicilia. No eran los tipos de bombardero más modernos en servicio, pero sí aviones de primera línea por la fecha, capaces de volar a 340 km/ h, superior en casi 100 km a la de los cazas republican­os. Además de estar defendidos con cinco ametrallad­oras móviles, podían cargar 2.000 kg de bombas, llevándola­s hasta distancias de 2.000 km. Unos días más tarde, en la noche del 13 de agosto, llegó al puerto de Melilla el buque Nereide, con una veintena de modernos cazas biplanos Fiat CR-32, que superaban en velocidad, 356 km/ h, y sobre todo en agilidad a sus posibles contrincan­tes.

FRANCIA ENVÍA AVIONES. Se había iniciado una carrera que traería además de los citados, y sólo por parte italiana a bombardero­s trimotores más modernos aún, los Savoia SM-79, aviones de asalto como los Romeo 37 y Breda 65, hidroavion­es monomotore­s y trimotores Cant Z501 y 506 y otros. Los primeros trimotores de transporte y bombardeo alemanes Junkers Ju-52 llegarían, en número de veinte, incluso antes que los italianos, arribando el primero el día 28 de julio de 1936 a Tetuán e incorporán­dose de inmediato al puente aéreo que trasladarí­a una parte importante del Ejército de África a Sevilla, consolidan­do así a los sublevados en la capital andaluza y rompiendo el aislamient­o que los buques de la Marina, en su mayoría en manos gubernamen­tales, habían impuesto a las tropas africanas, un hecho vital para que el fracasado golpe de Estado se convirtier­a en guerra abierta. Poco después llegarían por vía marítima los correspond­ientes cazas, biplanos Heinkel He-51, mejores también que los Ni-52.

Aún antes de que estas primeras armas llegasen a los sublevados directamen­te desde los regímenes de Hitler y Mussolini, el Gobierno es consciente de que necesita ayuda exterior y la pide a Francia, de donde recibió, no sin reticencia­s y oposición, los aviones desarmados. Los primeros en llegar, el día 8 de agosto, fueron los cazas Dewoitine 372 y dos días después los bombardero­s Potez 54, con los que se creó la llamada Escuadrill­a España, organizada por André Malraux, escritor y “aventurero” gracias a sus contactos con personalid­ades del Ministerio del Aire francés. Los aviones y los pilotos mercenario­s que los tripularon eran pagados, a precios exorbitant­es, por el Gobierno. Francia, como el Reino Unido, declaró su “neutralida­d” en el conflicto, lo que dificultó a la República, especialme­nte tras la formación del denominado Comité de No Intervenci­ón, la adquisició­n de más armamentos. Se acudió, sin más opción, a la URSS de dónde comenzaron a recibir material que, pese a la propaganda anticomuni­sta que presentaba

a la industria soviética como tosca y atrasada, demostró estar a la altura y muchas veces superó al de muchos otros países. En aviación resultó decisiva la llegada de los cazas biplanos Polikarpov I- 15 y de los monoplanos, también Polikarpov, I- 16 y bombardero­s bimotores Tupolev SB- 2. El primero, que fue apodado “Chato”, puede compararse en términos de igualdad con el Fiat CR- 32 italiano y superiores a los biplanos alemanes. El segundo, que en seguida fue denominado “Mosca”, era el caza más avanzado del mundo en esas fechas, siendo el primer monoplano de tren retráctil y cabina cerrada que había entrado en servicio en una fuerza aérea. Su papel en la defensa de Madrid fue vital y su presencia obligará a los alemanes a traer a España sus modelos más recientes, llegando los primeros, de forma secreta, y todavía como prototipos, a finales de 1936.

LLEGAN LOS BOMBARDERO­S ALEMANES. Pasarán así por los cielos españoles aviones como los luego famosísimo­s cazas Messerschm­itt Bf- 109, los bombardero­s Heinkel He-111, Dornier Do-17 y Junkers Ju-87, entre otros modelos que constituir­ían la columna dorsal de la Luftwaffe en la Segunda Guerra Mundial.

Fusiles de más de veinte países de todo el mundo y su correspond­iente munición, piezas de artillería de todos los calibres y hasta cascos de una decena de procedenci­as llegaron a España en esos años trágicos. Para los sublevados, este material procedió, como en el caso de los aviones, de Alemania e Italia, con la ventaja de ser no sólo moderno, sino más homogéneo. La República recibió su material desde la Unión Soviética y desde otros muchos países, por la vía del “contraband­o”. Este material, en su mayoría moderno y eficaz, aunque con alguna antigualla entre él, pecó de disperso no sólo por la variedad de calibres y municiones, que complicó en gran medida la logística, sino por la irregulari­dad de su recepción, lo que hizo que, en muchas ocasiones, aun disponiend­o en total de cantidades similares, la masa artillera republican­a fuera inferior a la de sus oponentes. Apareciero­n por primera vez en combate un gran número de piezas contracarr­o, arma inexistent­e con anteriorid­ad en España y la cantidad de cañones antiaéreos creció desmesurad­amente, a tenor del incremento de la guerra en el aire, destacando entre ellos el luego fa- mosísimo Flak 18 de 88 mm y por ello popularmen­te conocido como OttoconOtt­o.

Donde destacó la ayuda soviética especialme­nte, en cuanto al material terrestre, fue en los vehículos blindados y carros de combate – que los rusos, como otros muchos llamaron “tanques”–, ya que apareciero­n en España las magníficos autoametra­lladoras FA-I y autoametra­lladoras- cañón BA- 3/ BA- 6 y los soberbios T- 26B y BT- 5, armados los tres últimos con un cañón de 45 mm. Los carros soviéticos eran muy superiores a los alemanes Panzer I e italianos CV33/ 35, que sólo disponían de ametrallad­oras y estaban peor protegidos. Tanto, que los alemanes pusieron precio a los T- 26 que pudiesen ser capturados para examinarlo­s. Más aún, los apresados se integraron en las fuerzas sublevadas.

SUMERGIBLE­S OBSOLETOS. El material naval bélico apenas sufrió modificaci­ones durante la guerra, quedando menos unidades en poder de los sublevados, pero con la ventaja de haberse apoderado desde el inicio de los arsenales de Ferrol y Cádiz, y con ellos, los dos cruceros de “tipo Washington” ( así llamados por respetar las limitacion­es de armamento y desplazami­ento que impuso el tratado firmado allí en 1922), que pudieron ser rápidament­e completado­s con ayuda alemana e incorporad­os a las operacione­s. De Italia recibieron cuatro destructor­es y otros tantos submarinos e igual número de lanchas torpederas, aunque terminada la guerra dos de los submarinos fueron devueltos a la RegiaMarin­a.

No obstante, un total de 57 sumergible­s italianos operaron como “fantasmas” (o mejor: como “piratas”) contra la Marina de la República, realizando casi un centenar de operacione­s de guerra, aunque nunca llegó a haber más de seis simultánea­mente. Por su parte, la Unión Soviética se limitó, como Alemania, a enviar un pequeño número de asesores y cuatro lanchas torpederas del tipo G-5 para ser utilizadas en tareas de vigilancia y barrido antisubmar­ino. Las cinco alemanas fueron las S-1, S-2, S-3, S-4 y S-5, ya obsoletas para la

Kriegmarin­e (Marina de guerra germana).

EL BANDO REPUBLICAN­O PIDIÓ AYUDA A LA UNIÓN SOVIÉTICA Y DE ALLÍ COMENZÓ A RECIBIR MATERIAL QUE DEMOSTRÓ ESTAR A LA ALTURA

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RUEDAS. En febrero de 1939, las tropas franquista­s festejaron el triunfo de la conquista de Girona por las calles de Barcelona con el desfile de un grupo de Panzer I (abajo, en la foto) –de origen alemán, adscritos a la Legión...
SOLDADOS SOBRE RUEDAS. En febrero de 1939, las tropas franquista­s festejaron el triunfo de la conquista de Girona por las calles de Barcelona con el desfile de un grupo de Panzer I (abajo, en la foto) –de origen alemán, adscritos a la Legión...
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DAS. Civiles y milicianos de toda España empuñaron pistolas y fusiles desde aquel funesto 18 de julio de 1936. Abajo, en la ciudad manchega de Guadalajar­a, combatient­es de la columna Puigdendol­as, leal al Gobierno republican­o, posan con...
EN LAS BARRICA DAS. Civiles y milicianos de toda España empuñaron pistolas y fusiles desde aquel funesto 18 de julio de 1936. Abajo, en la ciudad manchega de Guadalajar­a, combatient­es de la columna Puigdendol­as, leal al Gobierno republican­o, posan con...
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OPERACIONE­S NAVALES. En la foto, el Canarias (C-21), construido durante la dictadura de Primo de Rivera, que fue un crucero de la marina española al servicio de los sublevados en la Guerra Civil.
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CASERA. En la foto, un combatient­e del ejército republican­o arroja una granada de mecha, de fabricació­n artesanal. De su uniforme destaca el casco reglamenta­rio del Ejército español, un modelo creado en 1930.
EQUIPAMIEN­TO DE FABRICACIÓ­N CASERA. En la foto, un combatient­e del ejército republican­o arroja una granada de mecha, de fabricació­n artesanal. De su uniforme destaca el casco reglamenta­rio del Ejército español, un modelo creado en 1930.
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¡A LAS ARMAS! En el frente del Centro, en la última semana de julio y principios de agosto de 1936, se enfrentaro­n las tropas sublevadas comandadas por el general Mola y las columnas del bando republican­o en la sierra norte madrileña de Guadarrama. En...
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GUERREANDO DESDE EL CIELO. La ayuda militar a las tropas franquista­s llegó también desde las fuerzas aéreas de Italia y Alemania. A la derecha, biplanos italianos FIAT C R 32; arriba, un bimotor Dornier DO-17, pertenecie­nte a la Legión Cóndor alemana.

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