Juan Modesto
Juan Modesto es una de las figuras clave de la Guerra Civil española y al mismo tiempo un icono, por lo que su legado, vida y milagros se confunden frecuentemente con la leyenda. “Recibe mi alabanza, coronel, viejo amigo”, le cantaba su paisano Rafael Alberti en uno de los versos del poema que le dedicara desde las páginas de la revista HoradeEspaña. Héroe para unos, villano para otros, Juan Guilloto León, conocido como Juan Modesto, nació el 24 de septiembre de 1906 en el Puerto de Santa María en el seno de una familia humilde y proletaria, lo que contribuyó a alimentar el mito del paladín de la causa republicana surgido de entre las filas del pueblo, de los desposeídos. Hijo de un obrero y una costurera, des- empeñó múltiples oficios antes de iniciar la carrera militar en su Cádiz natal integrado en el Cuarto Grupo de Regulares, en el que se labró una reputación de cabo insubordinado y conflictivo. A causa de ello, estuvo preso en el norte de África durante un tiempo; allí, poco a poco, fue desarrollando una inquieta conciencia política que comenzó a cobrar cuerpo a su regreso a España. Fue entonces cuando se interesó por el movimiento sindical, mientras trabajaba en una fábrica, y en 1930 se hizo miembro del Partido Comunista. En 1933 el Partido decidió enviarlo a Moscú, donde realizó un curso de teoría marxista y estableció un vínculo muy estrecho con un país en el que siempre se sentiría como en casa. Fue ascendiendo en la jerarquía del PCE hasta que estalló la Guerra Civil, momento en el cual dio un paso al frente como hombre de acción al liderar la resistencia en Madrid, proporcionando armas y movilizando a la población civil y participando activamente en el exitoso asalto al Cuartel de la Montaña. Modesto se hizo un nombre combatiendo en las filas del legendario Batallón Thälman de las Brigadas Internacionales, especialmente en la sierra de Madrid y, posteriormente, en la defensa de la capital frente al asedio del Ejército franquista. Su leyenda no hizo sino crecer durante esos meses y, en octubre de 1936, fue nombrado comandante del Quinto Regimiento, que lideró brillantemente y al frente del cual intervino en la mayoría de batallas decisivas del conflicto: Madrid, Guadalajara, Brunete y Teruel, donde él y sus hombres se revelaron uno de los factores clave para la victoria republicana.
LA LEYENDA DEL GENERAL MILICIANO.
En agosto de 1938 fue nombrado coronel del Regimiento y, posteriormente, general del Ejército Central, convirtiéndose así en el único miliciano que alcanzó tan alta jerarquía en el Ejército republicano durante la guerra. En la batalla del Ebro terminaría de forjarse su leyenda: planeó la ofensiva republicana y la posterior retirada, liderando a los suyos con un entusiasmo y valor encomiable, aunque el esfuerzo fue finalmente inútil. Con todo perdido, Modesto abandonó España rumbo a Moscú, donde residió algún tiempo y completó su formación militar, dispuesto a no cejar en el empeño en la lucha contra el fascismo. Fue asesor del Ejército Rojo durante la II Guerra Mundial aunque no pudo combatir, como le habría gustado, por la expresa prohibición de Stalin de contar con los oficiales exi- liados españoles. Vivió sus últimos días en Checoslovaquia, donde participó activamente en la Primavera de Praga y se mostró en contra del Pacto de Varsovia hasta el final. Fumador impenitente, falleció a causa de un cáncer de pulmón el 19 de abril de 1969.