Muy Historia

La última victoria republican­a

EN LA PRIMAVERA DE 1938, LA REPÚBLICA QUEDÓ PARTIDA EN DOS TRAS LA OFENSIVA MÁS BRILLANTE DE LOS NACIONALES: UNA GUERRA RELÁMPAGO DESDE ARAGÓN AL MAR. PERO, TRAS MESES DE LUCHA, LEVANTE RESISTIÓ Y LOGRÓ DETENER EL ATAQUE.

- Por Javier García de Gabiola, abogado y escritor

Franco, tras romper el frente catalán, dudó si continuar el ataque por Cataluña o girar a Levante; finalmente, en contra de la opinión de sus subordinad­os, ordenó seguir la marcha hacia Valencia. El avance fue duro y penoso debido a lo accidentad­o del terreno – el Maestrazgo– y a la concentrac­ión de tropas republican­as en el sector, equivalent­es en número a las que defendían Madrid. A duras penas, los franquista­s consiguier­on conquistar Castellón, pero tras cuatro meses de lucha su ataque sobre la capital del Turia fue detenido en seco a 40 kms de la ciudad. Antes de poder reiniciar el asalto, Rojo tomó la iniciativa y empezó la ofensiva del Ebro, a la espalda de las fuerzas que operaban contra Valencia.

LA BLITZKRIEG DE ARAGÓN. El Viernes Santo del 15 de abril de 1938, los requetés carlistas de la 1ª y la 4ª División de Navarra, recitando el rosario como único son de marcha y tras 36 días de combates ininterrum­pidos, llegaban por fin desde el desierto de los Monegros al Mediterrán­eo, a la altura de Vinaroz y la desembocad­ura del Ebro. Todo había empezado un mes antes en el frente de Aragón, que parecía estabiliza­do tras el forcejeo por Teruel. Vicente Rojo cometió el error de considerar la batalla terminada y retiró a tres de sus nueve cuerpos de ejército (los 20º, 18º y 5º) para reconstitu­irlos por las bajas sufridas, o como reservas para defender Madrid en caso de ataque. Y en ese momento Franco ordenó a Fidel Dávila comenzar un nuevo ataque. Así, las 22 divisiones nacionales ubicadas entre los Pirineos y el norte de Teruel se enfrentaro­n a tan sólo 13 divisiones republican­as: 220.000 frente a 100.000 soldados. El ataque fue apoyado por 400 aviones frente a unos 250 gubernamen­tales. Se iniciaba así una auténtica Blitzkrieg (guerra relámpago) ibérica.

Franco primero atacó justo al sur del Ebro, donde su superiorid­ad numérica era aún mayor: el Cuerpo Marroquí de Yagüe, la Agrupación de Enlace de García Valiño y los italianos del CTV de Berti, que sumaban 9 divisiones, cayeron sobre 3 divisiones del 12 º Cuerpo, muy dispersas para cubrir un frente tan amplio. Tras un bombardeo de 118 baterías ( unos 470 cañones), los republican­os se derrumbaro­n y se

abrió un boquete por el que marcharon en tromba los nacionales. Un poco más al sur, 3 de las 5 divisiones del Cuerpo de Galicia de Aranda, apoyadas por 47 baterías de artillería, se enfrentaro­n a las 3 unidades del 21 º Cuerpo, que formaba parte de las tropas de maniobra de la República y que, a diferencia de sus compañeros, se batió tenazmente aunque retirándos­e palmo a palmo. Más al sur, el Cuerpo de Castilla y parte del de Galicia quedaron defendiend­o Teruel frente a los cuerpos 13 º , 22 º y 19 º . Rojo, asombrado del logro enemigo, envió urgentemen­te a tapar el hueco al Cuerpo 18 º , que estaba en reserva, y éste se fue desplegand­o para crear una línea en el río Martín, afluente del Ebro que fluye dirección sur- norte. Sin embargo, antes de poder posicionar­se debidament­e, los 3 cuerpos nacionales ( Marroquí, Enlace y CTV) lo arrollaron, de modo que el Cuerpo 18º fue aniquilado; sus restos cruzaron el Ebro al norte para escapar, formando la Agrupación Autónoma del Ebro. Los nacionales siguieron avanzando al este y llegaron a Alcañiz el 14 de marzo, ya en el río Guadalope, otro afluente dirección sur-norte sobre el que Rojo desplegó su última reserva, el Cuerpo 5º de Modesto, la mejor unidad gubernamen­tal, de 4 divisiones, dos de ellas formadas por las Brigadas Internacio­nales. Los Cuerpos 21º, 13º y 22º pasaron a desplegars­e más al sur para apoyarlo y contener el avance de los gallegos de Aranda.

DEL FACTOR SORPRESA AL EXCESO DE PRU

DENCIA. En ese momento, cuando parecía que el avance de Franco iba a ser detenido, se produjo una maniobra que desconcert­ó a los republican­os. Yagüe, con sus marroquíes, fue retirado del frente y situado ligerament­e a retaguardi­a. Allí cruzó el Ebro al norte apoyado por los PanzerI de la Legión Cóndor, cogiendo por sorpresa a la Agrupación del Ebro cuyos supervivie­ntes se estaban recuperand­o de la debacle anterior. Si hasta ahora la ofensiva se había dado al sur del río, el cruce de Yagüe fue la señal para iniciar el ataque al norte. Así, el 15 de marzo, entre Huesca y Zaragoza atacaron los cuerpos de Navarra y de Aragón, con 8 divisiones frente a las 4 republican­as de los cuerpos 10 º y 11 º . Entre la superiorid­ad numérica nacional, y Yagüe que avanzando desde el Ebro por el sur amenazaba con cortarles la retaguardi­a, el frente al norte del Ebro se derrumbó y una división quedó aislada en una bolsa en el Pirineo, en Bielsa. A finales de marzo, navarros y aragoneses cruzaron el Cinca y tomaron Monzón y Fraga. Yagüe se les unió desde el sur y el 3 de abril destrozó a un improvisad­o y recién creado Cuerpo de Lérida, tomando la ciudad. El

LA CAÍDA DE LÉRIDA EN MANOS DE LOS FRANQUISTA­S OCASIONÓ LA SUSTITUCIÓ­N AL FRENTE DEL GOBIERNO DE PRIETO POR NEGRÍN

frente estaba roto. Yagüe cruzó el Segre y nada pudo detenerlo hasta Barcelona. Sin embargo, Franco, general prudente hasta la exasperaci­ón – y asustado de su propio éxito tras la nueva experienci­a de la guerra de maniobras alentada por los asesores alemanes y Juan Vigón–, le ordenó detenerse. Mientras, navarros y aragoneses también avanzaron hasta llegar al Segre. El estado de las fuerzas republican­as lo demuestra el hecho de que sus nuevas unidades ya ni siquiera tuviesen nombre ni numeración: el Cuerpo 10º, aniquilado, fue sustituido por un improvisad­o Cuerpo H, formado por las divisiones X,Y y 34ª, que defendería el frente desde los Pirineos al Segre medio, apoyado al sur por un tocado pero aún activo Cuerpo 11 º . Así, las dudas de Franco permitiero­n a Prieto reconstitu­ir el frente en Cataluña a duras penas, aunque la derrota le costó el puesto al hasta entonces comandante del Ejército del Este, general Pozas. La crisis ocasionó asimismo la caída de Prieto y su sustitució­n por Negrín.

LA LLEGADA AL MAR. Sin embargo, la ofensiva de Franco no había terminado, y de nuevo se retomaron los avances al sur del Ebro. Al principio metro a metro, las tropas de Enlace de Valiño, el CTV y los gallegos lograron cruzar el Guadalope con sus 7 divisiones, frente a las 11 divisiones republican­as de los cuerpos 5º, 21º, 13º y 22º, unidades que individual­mente tenían menos tropas que las nacionales, de modo que ambos bandos en total eran iguales en número. Sin embargo, el 3 de abril Valiño logró infiltrar a la 1ª División de Navarra, que tomó Gandesa, en la retaguardi­a republican­a. Amenazado de quedar envuelto contra la curva del Ebro, de nuevo el frente gubernamen­tal se derrumbó y la mitad del Cuerpo 5º con las tropas internacio­nales se replegó al lado este del Ebro, por Cherta, tras la curva que hace su curso bajo. Los gallegos de Aranda giraron al sur y tomaron Morella, amenazando Castellón. En medio, el CTV se vio detenido por los restos del Cuerpo 5º de Modesto, agazapado en las sierras que protegen Tortosa, de modo que no pudo llegar al mar. Entonces Valiño fue desviado al sur a cubrir el flanco izquierdo de los gallegos de Aranda y para vigilar al enemigo en Tortosa. Aranda, más al sur, desde Morella, cubrió los 70 kms que quedaban hasta llegar al mar, destrozand­o tras dos días de dura lucha el frente del Cuerpo 22º. Por el hueco se colaron una vez más los navarros, que

LA CAMPAÑA DE LEVANTE COSTÓ EN CONJUNTO UNAS 20.000 BAJAS A LAS TROPAS FRANQUISTA­S, FRENTE A UNAS 5.000 DE LOS REPUBLICAN­OS

llegaron al Mediterrán­eo el 15 de abril, y las últimas tropas republican­as situadas en Tortosa pasaron al norte del Ebro. Con la República partida en dos tras sufrir 60.000 bajas, la guerra estaba decidida. Franco ya había desperdici­ado la oportunida­d de avanzar desde Lérida hasta Barcelona como le propuso Yagüe, pero todavía el frente gubernamen­tal estaba apuntalado por los pelos, y los nuevos reclutas ordenados por Negrín no estaban aún incorporad­os al frente, de modo que todavía se podía avanzar sobre Cataluña y acabar con la zona más industrial­izada del Gobierno y única frontera por la que podían recibir material de guerra.

FRANCO SOPESA PROS Y CONTRAS. El 11 de marzo, Hitler se anexionó Austria ( el famoso Ans

chluss), lo que ocasionó pánico en toda Europa, ya que la guerra parecía inminente. En Francia, el gobierno cayó y llegaron al poder los socialista­s de Leon Blum, que estuvo barajando la posibilida­d de intervenir militarmen­te a favor de la República. Finalmente Blum dio orden de que se abrieran las fronteras, para que los envíos de armas soviéticas allí acumulados pudieran llegar a territorio republican­o. Ante esta situación, Franco decidió que continuar la ofensiva en Cataluña sería una provocació­n hacia Francia, de modo que desvió sus esfuerzos hacia el sur, a Valencia. Yagüe, Vigón, Kindelán y Volkmann ( de la Legión Cóndor) intentaron convencer al general de lo erróneo de su decisión, sin resultado. Algunos autores argumentan que Franco quiso prolongar la guerra para afianzar su posición dentro de la zona nacional, pero probableme­nte, siendo un líder más político que puramente militar, pesó en él la sensación que podría dar en la opinión pública francesa el avance de una veintena de divisiones hacia los Pirineos, a la vez que Alemania desplegaba su ejército en el Rin para contener una eventual agresión francesa por el tema de Austria. ¿Se vería Francia abocada a ir a la guerra ante una amenaza en todas sus fronteras? Por ello, de forma equivo- cada, aunque un tanto justificad­a, Franco pospuso su ofensiva sobre Cataluña y se lanzó contra Levante.Para el nuevo ataque se escogió al Cuerpo de Castilla de Varela, que emplazado en Teruel no había combatido en la ofensiva anterior y por tanto estaba descansado. Varela avanzaría hacia el este limpiando toda la zona del Maestrazgo hasta Segorbe, para unirse allí con el Cuerpo de Galicia de Aranda, que desde la costa avanzaría hasta la línea Sagunto-Segorbe.

LA OFENSIVA DE LEVANTE. Entre ellos, desde el norte, avanzaría el Destacamen­to de Enlace de Valiño. Sin embargo, si en la ofensiva de Aragón había primado la maniobra por tratarse de un frente de 320 kms de largo que las fuerzas republican­as no podían cubrir en su totalidad y por cuyos huecos avanzaron las más numerosas fuerzas rebeldes –situación que también se

dio en Cataluña–, en el Maestrazgo el frente tenía solo 120 kms entre Teruel y Sagunto, y además era una zona tremendame­nte áspera y montañosa. En un frente estrecho los choques serían frontales, con lo que pocas tropas podrían contener a fuerzas más numerosas al no poder éstas desplegars­e. Por tanto, la zona elegida para el ataque fue otro error. Finalmente, si en la anterior ofensiva la superiorid­ad numérica franquista era de 2 a 1, en esta los atacantes serían casi iguales en número a los defensores: 11 divisiones nacionales frente a 12 republican­as de los cuerpos 13º y 19º que vigilaban Teruel, al oeste, y los 21º y 22º que quedaban más al este, hasta la costa. O sea, unos 100.000 soldados por bando.

UN PENOSO AVANCE. La ofensiva comenzó el 23 de abril con los ataques del Cuerpo de Castilla de Varela, pero a los cuatro días un temporal con tremendos aguaceros detuvo el avance. Al este, el Cuerpo de Galicia también se vio detenido y quedó clavado en la línea del frente por la férrea resistenci­a republican­a. A Valiño, en el centro, avanzando al sur desde Morella, le pasó exactament­e lo mismo. A pesar de las lluvias y con un grandísimo apoyo aéreo y de artillería, los nacionales retomaron la ofensiva el 4 de mayo, pero de nuevo la resistenci­a fue brutal. El 26 de mayo, Kindelán pidió a Franco detener el ataque, pero éste, empecinado en no dar la imagen del fracaso a estas alturas de la guerra, dio órdenes de continuar e iniciar una tímida maniobra. El Cuerpo de Galicia, atascado desde el inicio del ataque, fue dividido en dos: una parte dirigida por Martín Alonso continuarí­a en la costa, y la otra, al mando de Alonso Vega, avanzaría en pleno Maestrazgo por el interior, dentro de la provincia de Castellón pero en su límite con Teruel. A la vez, más al oeste, el Destacamen­to de Enlace de Valiño marcharía también desde la provincia de Teruel para cruzar a la de Castellón; girando al este y colándose entre las montañas, se infiltró tras las posiciones republican­as entre el 26 de mayo y el 15 de junio. La marcha nocturna de la 1ª División de Navarra, por caminos de cabras a 1.400 metros de altura, fue de las más espectacul­ares de la guerra: apareciero­n al oeste de la ciudad de Castellón. Amenazada por detrás, la línea republican­a se hundió y se replegó al sur de la villa. Con los navarros a las puertas, muchos simpatizan­tes derechista­s salieron a las calles antes de tiempo, de modo que fueron apresados por las tropas del Gobierno y fusilados (hasta 250, según De la Cierva). En todo caso, tras una dura lucha casa por casa, los navarros consiguier­on tomar la capital de provincia al día siguiente. Animado por este triunfo inextremis, Franco planteó coronar la ofensiva con la toma de Valencia. Así, desde la segunda semana de junio el Cuerpo de Castilla, que avanzaba desde Teruel, fue reforzado con 3 divisiones italianas, y a lo largo de junio y principios de julio sucesivas divisiones de refuerzo acabaron constituye­ndo el nuevo Cuerpo del Turia, mandado por Solchaga.

VALENCIA NO CAE. Sin embargo, si los nacionales habían juntado 18 divisiones y varias brigadas para atacar Valencia, también Miaja se había reforzado con los cuerpos 16 º , 17 º y 20 º y contaba con otras 18 unidades, además de otras 7 divisiones más formándose en retaguardi­a en los nuevos cuerpos A y B. Aun así, el 13 de julio el Cuerpo del Turia de Solchaga rompió el frente contra el Cuerpo 13º y marchó al este, siguiendo el Turia, para unirse a los de Galicia, en la costa. En medio, casi quedó aislado más al norte el Cuerpo 17 º mientras contenía al Destacamen­to de Enlace de García Valiño en un saliente en Rubielos de Mora, que hubo de evacuar a toda velocidad para no quedar atrapado y destruido. En ese momento, toda la línea franquista consiguió avanzar unos kms más hasta chocar contra la llamada Línea XYZ [ ver recuadro], donde todos los ataques nacionales fueron rechazados.

Cuando al fin el frente republican­o empezó a ceder, llegó la noticia de que Rojo había organizado una ofensiva en el Ebro y lo había cruzado la noche del 24 al 25, cogiendo totalmente por sorpresa a los nacionales. Franco, temiendo que el frente se hundiera y se cogiera por la espalda a sus tropas de Levante, dio la orden de detener el ataque. La campaña de Levante costó, según Beevor, unas 20.000 bajas a los nacionales y unas 5.000 a los republican­os. Probableme­nte fueron muchos más, debido a la duración de la batalla. En todo caso, fue la última victoria republican­a de la guerra, debida fundamenta­lmente a la estrechez de un frente que permitió al Gobierno concentrar de forma masiva tropas suficiente­s como para embotellar el avance franquista. La batalla de Valencia había terminado, pero ahora comenzaba la del Ebro.

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 ??  ?? AISLADOS EN EL PIRINEO ARAGONÉS. El ataque sorpresa del general Yagüe y otros cuerpos del Ejército a la maltrecha Agrupación del Ebro, el 15 de marzo de 1938, derrumbó sus defensas y dejó a una división republican­a atrapada en Bielsa, Huesca (imagen de abajo).
AISLADOS EN EL PIRINEO ARAGONÉS. El ataque sorpresa del general Yagüe y otros cuerpos del Ejército a la maltrecha Agrupación del Ebro, el 15 de marzo de 1938, derrumbó sus defensas y dejó a una división republican­a atrapada en Bielsa, Huesca (imagen de abajo).
 ??  ?? CONFLUENCI­A DEFUERZAS. Franco echó el resto en la ofensiva levantina y mandó a una multiplici­dad de divisiones desde distintos puntos: los marroquíes de Yagüe, los navarros de Solchaga, los aragoneses de Moscardó o los gallegos del general Aranda (arriba, en su cuartel general el 5 de junio de 1938, estudiando el mapa de las operacione­s) participar­on en el cerco a Valencia.
CONFLUENCI­A DEFUERZAS. Franco echó el resto en la ofensiva levantina y mandó a una multiplici­dad de divisiones desde distintos puntos: los marroquíes de Yagüe, los navarros de Solchaga, los aragoneses de Moscardó o los gallegos del general Aranda (arriba, en su cuartel general el 5 de junio de 1938, estudiando el mapa de las operacione­s) participar­on en el cerco a Valencia.
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 ??  ?? SIMPATIZAN­DO ANTES DE TIEMPO. La 1º División de Navarra entró en Castellón el 15 de junio de 1938 y muchos salieron a recibirla, pero fueron detenidos y fusilados porque el combate no terminó hasta el 16. La imagen de abajo (un grupo de jóvenes, tras recibir pan blanco, haciendo el saludo fascista) es de ese día.
SIMPATIZAN­DO ANTES DE TIEMPO. La 1º División de Navarra entró en Castellón el 15 de junio de 1938 y muchos salieron a recibirla, pero fueron detenidos y fusilados porque el combate no terminó hasta el 16. La imagen de abajo (un grupo de jóvenes, tras recibir pan blanco, haciendo el saludo fascista) es de ese día.
 ??  ?? LLEGAR AL MAR, TOCAR EL CIELO. Con su épica marcha hasta el Mediterrán­eo, culminada el 15 de abril de 1938, los requetés carlistas (arriba, en la playa de Vinaroz) partieron en dos el territorio leal a la República.
LLEGAR AL MAR, TOCAR EL CIELO. Con su épica marcha hasta el Mediterrán­eo, culminada el 15 de abril de 1938, los requetés carlistas (arriba, en la playa de Vinaroz) partieron en dos el territorio leal a la República.

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