FRANCISCO FRANCO, ambición y cálculo
Su perfil no es, en absoluto, el de un hombre predestinado al protagonismo histórico: más bien, el de un oportunista con ambiciones desmesuradas que supo estar en el lugar adecuado en el momento preciso. Nacido en Ferrol el 4 de diciembre de 1892, Francisco Franco heredó de su padre y abuelo la vocación militar y en 1907 ingresó en la Academia de Infantería de Toledo, graduándose como teniente. Fue en la guerra de Marruecos donde dio un paso al frente y comenzó a hacerse un nombre, ganándose una reputación de oficial inflexible y extraordinariamente exigente con sus hombres que lo llevó a ascender a toda velocidad en el escalafón: en 1917 ya era comandante. Nueve años después, con 33 años, era el general de brigada más joven de toda Europa y uno de los oficiales más influyentes de entre los llamados africanistas, y pronto se convertiría, además, en Director General de la Academia General Militar de Zaragoza.
Pero su suerte comenzó a declinar con la instauración de la II República, cuando Manuel Azaña, muy hostil hacia los generales africanistas, decretó el cierre de la Academia y selló así la suerte de un Franco enormemente contrariado. Su negativa, no obstante, a participar en el golpe de Sanjurjo, que creía destinado al fracaso, le hizo ganar puntos de cara al Gobierno, que le brindó una nueva oportunidad destinándolo a Baleares, un “favor” que Franco, pese a todo, no vio con buenos ojos.
RESENTIMIENTO Y MU
CHA SUERTE. El Gobierno seguiría desconfiando más y más, y en 1936 fue “degradado” nuevamente con un nuevo destino en Canarias, lo que definitivamente agotó la paciencia del ambicioso Franco, que decidió alinearse, ya sin reservas, con la derecha que tramaba la caída del régimen. El resentido oficial logró trasladarse a Marruecos a bordo del avión Dragón Rapide, tomando el mando del Ejército de África el 19 de julio. En ese momento Franco seguía siendo una figura secundaria en el contexto del alzamiento; Sanjurjo y Mola eran los oficiales de referencia de los rebeldes. Pero la muerte del primero y la caída de varios de sus camaradas más influyentes en alzamientos regionales le dejaron el camino libre.
DE CAUDILLO A DICTA
DOR. A finales de septiembre, los sublevados lo eligieron Generalísimo de las fuerzas militares y jefe del Gobierno. El 30 de enero de 1938 constituyó su primer gobierno, y sólo un año después la victoria en la guerra era suya. Guerra que había librado con un doble propósito: aplastar al enemigo y legitimar su poder personal. Tras treinta y seis años de dictadura, el régimen capituló. Ya antes, en 1973, Franco renunció a la presidencia del Gobierno en favor de Carrero Blanco, tras reinstaurar la monarquía con Juan Carlos I como heredero del trono. El 20 de noviembre de 1975, tras una grave enfermedad, el dictador falleció en el Palacio de El Pardo.