La ambigüedad de Riefenstahl
Las memorias de Leni Riefenstahl, publicadas en 1987, constituyen un previsible ejemplo de recuerdos selectivos; si bien no oculta su fascinación hacia Hitler – algo que hubiera sido imposible considerando los numerosos testimonios que existen– y la estrecha relación que mantuvo con él, no pierde ocasión de echar balones fuera denegando responsabilidades políticas y centrándose en su intención de crear un arte cinematográfico desideologizado. El que sus cintas no contuvieran mensajes belicistas ni contenido abiertamente antisemita probablemente contribuyó a esta versión, pero no fue suficiente para librarla de un ostracismo profesional de más de cincuenta años. Su película Tierra Baja, comenzada en 1940 en España pero no estrenada hasta 1954, fue su canto del cisne.
¿Fue Riefenstahl nazi? Si bien no llegó a pertenecer al partido, no hay duda de que supo aprovechar en su beneficio el aprecio en que la tenía Hitler. Por
Olimpiada cobró la suma exorbitante de 250.000 marcos, a los que se añadió un bonus de otros 100.000 después de su estreno, y su categoría privilegiada en el entorno del Tercer Reich levantó admiraciones y envidias a partes iguales.
TRAS LA GUERRA, FOTÓGRAFA.
Aunque se apartó de los documentales propagandísticos, en 1940 contó con un generoso presupuesto para hacer Tie
rraBaja. Murió en 2002, a los 103 años de edad, y su vida tras la guerra estuvo marcada por los viajes y la fotografía profesional. “Filmé la verdad tal y como era entonces”, declaró en una ocasión sobre su trabajo para Hitler. “Nada más”.