El mito de El Álamo en la Historia de EE UU
Desde 1836, cuando los independentistas tejanos vencieron a las fuerzas del general Santa Anna, el grito de “¡Recuerda El Álamo!” ha sido recurrente en el ejército de EE UU para excitar el ánimo combativo de sus tropas. Como toda nación, necesitaba de un mito militar, preferentemente una derrota heroica que provocase mártires, para añadirlo convenientemente deformado y exagerado a su imaginario nacionalista. De la misma forma que Israel recurre a Massada frente a los romanos, o España a Numancia y Sagunto ante Roma y Cartago, en EE UU el mito llevó a que ya en 1915 el cine mudo rodase una película sobre el tema. El encargado de producirla ( Elnacimiento
deTexas o LosmártiresdeElÁlamo) fue D.W. Griffith, que dirigiría ese mismo año Elnacimientode
unanación, película en la que el racismo hacia los negros es una constante y en donde se exalta al Ku Klux Klan. En 1960, en plena Guerra Fría, se volvió a rodar otra producción sobre el mismo tema ( ElÁlamo), con John Wayne como director y protagonista. Y en 2004, una más vio la luz, ElÁlamo:lale
yenda (John Lee Hancock): imposible no contextualizarla en el golpe emocional que supusieron los atentados del 11-S de 2001.
RECONOCIMIENTO TARDÍO DEL GENOCIDIO. La misma simplificación, cuando no falsificación histórica, se ha dado en el wéstern o género de películas del Oeste al presentarse la colonización de los blancos como una empresa idílica y pacífica, obstaculizada por la fiera y asesina violencia de los indios. Se tuvo que esperar a los años setenta, coincidiendo con el rechazo de la mayoría de la sociedad norteamericana a la guerra del Vietnam, para que se rodasen películas autocríticas que reflejaban, por primera vez, el genocidio que muchas tribus indígenas habían sufrido en el siglo XIX.