La Doctrina Monroe y el Destino Manifiesto
El 2 de diciembre de 1823, el presidente estadounidense James Monroe estableció la denominada Doctrina Monroe, que excluía a Europa de los asuntos americanos y pretendía convertir a Estados Unidos en el poder dominante en el hemisferio occidental; una gran bravuconada, ya que en aquellos años el país no tenía el poder suficiente para cumplir ese objetivo. Sin embargo, la Doctrina Monroe fue una de las bases ideológicas que justificó el expansionismo estadounidense en los territorios indios y amparó la represión hasta la muerte de los nativos americanos. Con el paso del tiempo, esta doctrina fue una de las piedras angulares de la política exterior estadounidense en América Latina. Otra de las bases ideológicas del expansionismo norteamericano la proporcionó el periodista John L. O’Sullivan en 1884, cuando acuñó la expresión “Destino Manifiesto de Estados Unidos”, que no era otro que la libre extensión de su país por el continente bajo el auspicio de la Divina Providencia.
JUSTIFICACIÓN RACISTA. La expansión no era una opción para los estadounidenses, sino un “destino” al que no podían renunciar porque estarían rechazando la voluntad de Dios. En esa idea mesiánica, que prosperó en unos años de gran agitación nacionalista y expansionista, también había un componente claramente racista, ya que dividía a los seres humanos en razas superiores (la anglosajona) e inferiores (las tribus nativas). Como miembros de una “raza superior”, los hombres blancos debían cumplir su misión de expandirse y civilizar a los pueblos atrasados.