Un pueblo fantasma
Situado al este de Idaho, Silver City, un pueblo hoy abandonado, fue una de las localidades más ricas y esplendorosas de ese Estado durante muchos años.
La villa nació a principios del siglo XIX para albergar a los trabajadores de las minas de las montañas de los alrededores. De ellas se extraían diversos minerales que no tardaron en llenar los bolsillos de los habitantes del lugar, que, en pocos años, creció de forma considerable y atrajo al comercio y la prosperidad. Tal fue su importancia, que llegó a ser capital del condado de 1867 a 1935.
Silver City fue la primera loca- lidad de Idaho en tener servicio telegráfico (1874) y también la primera en poseer un periódico,
La Avalancha de Idaho. Tenía incluso una fábrica de cerveza y una planta de embotellado y, por supuesto, un buen puñado de burdeles y salones de juego y un cementerio para entierros exprés. Hacia 1889 comenzó su declive: algunos minerales se agotaron y otros ya no eran tan rentables. La gente comenzó a emigrar a otros pueblos más prósperos en busca de nuevas oportunidades. Otro factor importante para la agonía del pueblo fue su situación geográfica, demasiado alejada de cualquier lugar, sobre todo en los largos inviernos, en los que quedaba aislado por la nieve durante meses. Hoy día, entre octubre y mayo, las carreteras que conducen al pueblo están cortadas por la nieve y apenas se puede ver un alma paseando por las calles. En verano, el panorama cambia radicalmente y los turistas y vecinos de pueblos próximos acuden en masa a visitar lo que queda de este histórico lugar.