La fiebre del oro de California
La coincidencia siempre ha sido sospechosa: la misma semana en que se firmó el tratado de cesión de California a Estados Unidos, se encontró oro en aquellas tierras. En ello se ha visto una operación política de calado. Era necesario atraer a ciudadanos estadounidenses para poblar el nuevo Estado y contrarrestar a la población hispana, y el reclamo del oro funcionó de maravilla. Es muy probable que el gobierno yanqui supiera de antemano que algunos ríos californianos eran auríferos y lanzase la noticia a los cuatro vientos tras hacerse con su dominio. Durante los casi diez años que duró la fiebre, se estima que California recibió a un cuarto de millón de personas. Sólo en 1849 llegaron 80.000 forasteros, los conocidos como forty-niners.
NACIMIENTO DE UN ESTADO. Había dos modos de llegar: por tierra, atravesando todo el continente en las terribles condiciones que tantos films nos han descrito, o a bordo de un barco que debía bajar hasta el cabo de Hornos y remontar luego toda la costa del Pacífico, un viaje que superaba los 15.000 km, pero que muchos preferían al terrestre. Una vez en su destino, la mayoría campaba por sus respetos sin reconocer las propiedades de los californios: eran los llamados squa ers, que produjeron innumerables conflictos y asesinatos. Algunos tuvieron suerte con el oro, pero fueron muy pocos. El resto sentó las bases del poblamiento de California y lo convirtió en lo que es hoy: el Estado más poblado y con el PIB más alto de la Unión. Independiente, sería la séptima nación del mundo.