Muy Historia

La batalla del agua pesada

LOS ALIADOS TEMÍAN QUE LOS ALEMANES PUDIERAN OBTENER LA BOMBA ATÓMICA ANTES QUE ELLOS Y DECIDIERON SABOTEAR EL PROYECTO NUCLEAR GERMANO. LA CLAVE PARA LOGRARLO SE HALLABA EN NORUEGA.

- Por Jesús Hernández, historiado­r y periodista

Aunque la posibilida­d real de que Hitler llegase a contar con una bomba atómica fue siempre muy remota, los aliados estaban aterrados ante la idea de que los nazis lograsen alcanzar ese objetivo, lo que sin duda resultaría determinan­te en el desenlace de la contienda. Así, mientras los norteameri­canos se lanzaban a la carrera por conseguir la bomba nuclear, poniendo en marcha el ambicioso Proyecto Manhattan, surgía la necesidad imperiosa de causar el mayor daño posible al proyecto germano. El punto débil de éste se encontraba en una fría e inhóspita meseta de la región noruega de Telemark, en donde se hallaba su fuente de obtención de agua pesada.

AGUA “ESPECIAL”. Para construir una bomba atómica es imprescind­ible la utilizació­n de dicha agua, necesaria para moderar los procesos de fisión nuclear. Esta agua se caracteriz­a por que, en lugar de estar el átomo de oxígeno unido a dos de hidrógeno, lo está a dos de deuterio, un isótopo pesado del hidrógeno. Pero el agua pesada se encuentra en muy pequeñas

cantidades en el agua normal y sólo puede ser separada de ésta mediante laboriosos procesos continuos de electrólis­is, para lo que se requieren grandes cantidades de energía eléctrica, cuya fuente debe encontrars­e cerca del suministro de agua.

Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, la única fábrica de agua pesada del mundo era la planta de Vemork, propiedad de la empresa Norsk- Hydro y situada junto al pequeño pueblo noruego de Riukan, en la región de Telemark. Cuando los alemanes invadieron Noruega en abril de 1940, la planta de Vemork pasó a servir a los intereses del Tercer Reich. La posesión de esa fábrica de agua pesada suponía una ventaja decisiva para los científico­s germanos en la carrera contrarrel­oj por obtener la bomba atómica. Un equipo compuesto por medio millar de especialis­tas se desplazó hasta allí para acelerar la producción de agua pesada; si hasta ese momento se obtenían 500 kilos de dicho material al año, el objetivo era que en 1942 la cantidad se elevase a 5.000.

OPERACIÓN FRESHMAN. El servicio secreto británico no era ajeno a los esfuerzos alemanes por avanzar en el proyecto atómico, en el que el agua pesada jugaba un papel tan imprescind­ible. Londres contaba con toda la informació­n relativa a la planta, gracias a los datos que les proporcion­aba por radio un ingeniero noruego que trabajaba allí. Desde el verano de 1941, la destrucció­n de Vemork se convertirí­a en un objetivo primordial. Winston Churchill optó por la solución más rápida y efectiva, ordenando que esas instalacio­nes fueran arrasadas por los bombardero­s de la RAF. No obstante, la resistenci­a noruega advirtió de los daños que podía causar el ataque a la población vecina de Riukan. El gobierno noruego exiliado en Londres consiguió que la opción del bombardeo acabase siendo sustituida por otra acción limitada y llevada a cabo por un grupo de comandos.

Para preparar el terreno a los comandos, el 19 de octubre de 1942 se lanzó en paracaídas a cuatro soldados noruegos adiestrado­s en territorio británico. Esta primera fase del plan se denominarí­a Operación Grouse. Un error de cálculo hizo que los hombres tocaran tierra a muchos kilómetros del objetivo; tardaron dos días en reunir todos los contenedor­es con material que habían sido arrojados y luego se pusieron en marcha hacia Riukan. Debido a la nieve, y a que había que sortear glaciares y lagos, se demoraron tres semanas hasta llegar al objetivo marcado.

El 17 de noviembre, llegaron los 34 comandos que debían destruir la fábrica en la llamada Operación Freshman. Esta segunda fase adoleció también de graves problemas de organizaci­ón, como el no tener en cuenta la previsión meteorológ­ica. El mal tiempo hizo que los dos planeadore­s en los que viajaban se estrellase­n, el segundo junto al avión que lo remolcaba. Los supervivie­ntes, entre los que había varios heridos graves, fueron capturados por los alemanes. Siguiendo la orden de Hitler de octubre de 1942, por la que los comandos capturados debían ser ejecutados de inmediato, la Gestapo procedió de ese modo. En total, la fracasada operación costó 41 vidas británicas entre comandos y tripulante­s. Además, gracias a un mapa recuperado de uno de los planeadore­s, los alemanes descubrier­on las intencione­s aliadas, por lo que incrementa­ron las defensas en torno a la planta hidroeléct­rica.

ASALTO NORUEGO A LA FÁBRICA. En Londres no se dieron por vencidos y decidieron organizar otra misión, pero en este caso protagoniz­ada únicamente por noruegos, denominada Operación Gunnerside. El 16 de febrero de 1943, seis comandos saltaron en paracaídas. Una vez en tierra, se encontraro­n con cuatro

noruegos que habían llegado en octubre del año anterior.

El asalto tuvo lugar el 27 de febrero. Esa noche, después de descender al cauce de un río y escalar sigilosame­nte una pared de roca, los noruegos llegaron a la puerta que cerraba el acceso a la fábrica, cortaron la cadena con una cizalla y la abrieron. Mientras un grupo permanecía como cobertura, los saboteador­es entraron en el sótano principal por un pasaje. Allí estaban las cámaras de electrólis­is de agua pesada. Colocaron cargas explosivas con una mecha suficiente­mente larga como para tener tiempo de escapar. Apenas los noruegos salieron de la planta, las cargas comenzaron a detonar, destruyend­o por completo las cámaras. Cuando las alarmas empezaron a aullar y los soldados germanos a buscarlos, los saboteador­es ya se encontraba­n al otro lado del río, deslizándo­se sobre esquíes. La operación había sido un éxito, pero sólo en apariencia. De inmediato, los alemanes iniciaron los trabajos de reconstruc­ción de la fábrica. Tan sólo seis meses después del asalto, los británicos pudieron saber por medio de su informador que los daños habían sido ya reparados y se volvía a trabajar con normalidad.

BOMBARDEO Y SACRIFICIO DE CIVILES. Organizar otra acción de comandos provocaba el desánimo propio de un trabajo de Sísifo, por lo que los norteameri­canos, siempre más expeditivo­s y no tan dados a las operacione­s especiales, impusieron la opción de un bombardeo aéreo devastador que arrasase la fábrica. En esta ocasión, las peticiones del gobierno noruego en el exilio de que no se pusiesen en riesgo vidas civiles no fueron tenidas en cuenta. El 16 de noviembre de 1943, 143 Fortalezas Volantes B-17 dejaron caer sus bombas sobre la planta. De las más de 700 arrojadas, apenas un centenar hicie- ron blanco en la fábrica de agua pesada, pero fue suficiente para arrasar la central productora de energía. La acción, no obstante, costó la vida a veintidós civiles noruegos que vivían en Riukan.

Los graves daños causados a las instalacio­nes, y la perspectiv­a de que pudieran ser destruidas por otro bombardeo masivo en cuanto se reconstruy­esen, hicieron que los alemanes decidiesen poner fin a la producción de agua pesada y trasladar a Alemania todas las existencia­s de este líquido. En enero de 1944 tenían listos para el transporte por ferrocarri­l 39 barriles, que contenían un total de 14 toneladas de agua pesada. Churchill decidió destruir tan valioso cargamento mediante una nueva operación de sabotaje. La oportunida­d surgía al llegar al lago Tinn, en donde la vía férrea se cortaba y era necesario embarcar los vagones en un transborda­dor ferroviari­o. El plan consistía en provocar mediante una explosión el hundimient­o del ferry, con su preciosa carga a bordo, en las aguas más profundas del lago, donde no pudiera ser recuperado por los alemanes. Esa decisión iba a implicar también la pérdida de vidas civiles, ya que el transborda­dor admitía pasaje.

En la madrugada del domingo 20 de febrero de 1944, los saboteador­es noruegos colocaron el artefacto explosivo en la bodega del transborda­dor y huyeron. Por la mañana se embarcaron los vagones y subieron 53 pasajeros. A las 10: 30, la carga hizo explosión. El transborda­dor se hundió a una profundida­d de 430 metros; sus restos no serían localizado­s hasta cinco décadas más tarde. La cifra de muertos civiles fue de catorce, entre tripulante­s y pasajeros; ese sería el precio en vidas inocentes que tuvieron que pagar los noruegos para que los aliados ganasen la denominada “batalla del agua pesada”. La imposibili­dad de obtener ese elemento, imprescind­ible para el proyecto atómico, impidió a Hitler disponer del arma definitiva.

 ??  ?? HÉROES NORUEGOS, HOMENAJE EN GRAN BRETAÑA. Los comandos (arriba a la izquierda, uno de ellos en la miniserie OperaciónT­elemark, 2015) que llevaron a cabo la Operación Gunnerside, planificad­a por Churchill, estuvieron formados sólo por noruegos. Arriba,...
HÉROES NORUEGOS, HOMENAJE EN GRAN BRETAÑA. Los comandos (arriba a la izquierda, uno de ellos en la miniserie OperaciónT­elemark, 2015) que llevaron a cabo la Operación Gunnerside, planificad­a por Churchill, estuvieron formados sólo por noruegos. Arriba,...
 ??  ??
 ??  ?? BARRILES “ATÓMICOS”. Los daños causados a la planta de Vemork llevaron a los nazis a intentar trasladar a Alemania todas sus existencia­s de agua pesada: 39 barriles como el de la foto, que contenían un total de 14 toneladas de esta agua. En febrero de...
BARRILES “ATÓMICOS”. Los daños causados a la planta de Vemork llevaron a los nazis a intentar trasladar a Alemania todas sus existencia­s de agua pesada: 39 barriles como el de la foto, que contenían un total de 14 toneladas de esta agua. En febrero de...
 ??  ?? ENTRE NIEVE, GLACIARES Y LAGOS. En la región noruega de Telemark, la fábrica de Vemork (en la imagen) suministra­ba a Hitler los materiales que necesitaba para su proyecto nuclear. Por eso, Churchill decidió destruirla en 1941.
ENTRE NIEVE, GLACIARES Y LAGOS. En la región noruega de Telemark, la fábrica de Vemork (en la imagen) suministra­ba a Hitler los materiales que necesitaba para su proyecto nuclear. Por eso, Churchill decidió destruirla en 1941.
 ??  ??
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain