Operación Carne Picada
Otra de las misiones que tuvieron como trasfondo la lucha por el control de Grecia y del Mediterráneo fue la llamada Operación Carne Picada. La misión consistía en hacer creer a Hitler que el desembarco aliado desde el frente sur se haría por Grecia y Cerdeña, en lugar de por Sicilia, que era el verdadero objetivo. Para lograrlo, el MI5 – servicio de inteligencia interior británico– envió desde Londres a España el cadáver de un mendigo galés de 34 años de edad llamado Glyndwr Michael, fallecido de muerte natural. Con la identidad cambiada y un pasado creado a medida, por si alguien decidía indagarlo, el cuerpo fue vestido con el uniforme de mayor de la Marina Real y depositado en aguas de Huelva por un submarino inglés. Durante el trayecto, había sido conservado en hielo.
La idea era que el cadáver pareciese haber caído desde un avión aliado, tras ser abatido éste por las fuerzas nazis al intentar cruzar el Estrecho de Gibraltar. Un pescador español, José Antonio Rey, lo encontró en la playa de El Portil y lo entregó a las autoridades civiles españolas, que alertaron a los espías nazis. En los bolsillos del abrigo del cadáver aparecieron dos cartas: una de su presunta novia y otra de una madre ficticia oponiéndose a la boda, así como diversos sobres con mensajes cifrados donde se aseguraba que la invasión aliada llegaría por Grecia y Cerdeña. Los expertos nazis en criptografía declararon los documentos auténticos y el Estado Mayor alemán ordenó reforzar las defensas costeras en ambas zonas, en detrimento de las situadas en Sicilia.