La Guerra Fría
CON LA URSS DE KRUS CHE V COMENZARON LA DESESTALINIZACIÓN Y LA CARRERA ESPACIAL, Y CUBA SE CONVIRTIÓ EN EL ALIADO ESTRATÉGICO. TODOS LOS ESFUERZOS IBAN DIRIGIDOS A SER LA POTENCIA HE GE MÓNICA, POR ENCIMA DE ESTADOS UNIDOS.
La confirmación de la primera prueba de una bomba nuclear soviética en agosto de 1953, pocos meses después de la muerte de Stalin, cogió por sorpresa a la Agencia Central de Inteligencia ( CIA). Su director, Allen Dulles, reconoció que Estados Unidos no disponía de información de inteligencia fiable sobre lo que ocurría en la Unión Soviética ni tampoco sobre los planes de sus dirigentes. El Kremlin era un coto cerrado para Washington. ¿Los nuevos dirigentes soviéticos pensaban atacar Estados Unidos? ¿Cuántas armas nucleares poseían?
La CIA logró fotografiar documentos robados de la oficina de correos de Berlín Este, en los que aparecían los planos de las redes subterráneas de telecomunicaciones que empleaban militares y funcionarios soviéticos. Gracias a esas fotos, Estados Unidos planeó una operación encubierta para pinchar esas redes y tratar de averiguar qué tipo de armas albergaba el arsenal nuclear soviético. Tras cavar un túnel de 450 metros que se adentraba en el Berlín oriental, los estadounidenses lograron contactar con la red en febrero de 1955.
Semanas después los británicos colocaron los micrófonos y a partir de entonces los equipos de escucha angloamericanos comenzaron a transcribir las conversaciones y los teletipos de los militares soviéticos. El caudal de información incluía datos muy valiosos sobre fuerzas nucleares y convencionales soviéticas en Alemania y Polonia. Pero ¿ eran auténticos? El Kremlin había sabido todos los entresijos de aquella operación desde el principio gracias a un topo soviético infiltrado en la inteligencia británica.
SERVICIOS DE INTELIGENCIA. Moscú permitió que el túnel estuviera operativo durante once meses para coger a la CIA con las manos en la masa y revelar al mundo en una rueda de prensa los métodos que utilizaba el “Imperio estadounidense” para espiar a naciones pacíficas como la Unión Soviética. El golpe propagandístico fue espectacular y causó gran daño en Washington. Además, Estados Unidos seguía sin saber cuáles eran los planes de Moscú, ni tampoco obtuvo más información sobre sus armas nucleares. Desde entonces, los servicios de inteligencia de ambas potencias incrementaron su lucha encubierta en plena efervescencia de la Guerra Fría.
En 1956, durante el XX Congreso del Partido, el nuevo líder de la Unión Soviética, Nikita Kruschev, dejó sin habla a los asistentes cuando leyó el informe titulado Sobreelcultoalapersonalidadysusconsecuencias. Kruschev describió la represión ilegal a gran escala que autorizó Stalin. Le
acusó de haber liquidado a los mejores camaradas del ejército, de la deportación de pueblos étnicos, de haber alimentado un enfermizo culto a la personalidad y de falsificar la Historia del Partido. Por si fuera poco, el nuevo líder del Kremlin denunció el modelo económico centrado exclusivamente en la industria pesada, que había impulsado el anterior presidente de la URSS y que produjo un grave déficit de productos de consumo básico.
PROCESO DE DESESTALINIZA
CIÓN. “¿ Qué tipo de comunismo es este en el cual no hay dulces ni mantequilla?”, se preguntó Kruschev. Aquel inesperado ataque a Stalin provocó un terremoto en el Comité Central del Partido Comunista. En 1961 se ordenó sacar el cuerpo de Stalin del Mausoleo para enterrarlo fuera del muro del Kremlin. No merecía el honor de descansar junto a Lenin, el Padre de la Revolución. El 15 de junio de ese año, el régimen puso en libertad a más de 50.000 prisioneros, la mitad de ellos por motivos políticos, y redujo las sentencias a otros 20.000. Se aprobó una resolución sobre la superación del culto a la personalidad del líder y se relajó la censura. El régimen ya no organizó más homenajes en memoria de Stalin.
El proceso de desestalinización restituyó las tierras y las propiedades a los pueblos que habían sido deportados a Siberia y Asia Central por su supuesta colaboración con los nazis durante la II Guerra Mundial. Entre ellos se encontraban los tártaros, los chechenos y otras minorías. Sin embargo, el deshielo trajo problemas inesperados. El más grave fueron las rebeliones en Polonia y Hungría en 1956, en las que los obreros polacos y los estudiantes húngaros exigieron profundas reformas. La crisis de Varsovia se solucionó con el nombramiento de Gomulka como secretario general del Partido Comunista de Polonia. Pero en Budapest, donde los estudiantes estaban en pie de guerra, la solución fue la invasión del Ejército Rojo, que aplastó la rebelión a sangre y fuego.
PROEZA SOVIÉTICA EN EL ESPACIO. En 1954, Kruschev ordenó que Crimea, donde estaba la base naval del mar Negro y del mar de Azov, pasara a formar parte de Ucrania, que en aquel entonces era una de las repúblicas de la URSS. El líder soviético no podía saber que décadas después Ucrania se iba a independizar de Moscú y que, consiguientemente, la base naval rusa iba a quedar en territorio extranjero, lo que provocaría la futura decisión del presidente Putin de desatar un conflicto bélico
EL LANZAMIENTO DEL PRIMER SATÉLITE ARTIFICIAL SITUÓ A LA UNIÓN SOVIÉTICA A LA CABEZA DE LA CARRERA ESPACIAL, PARA CONSTERNACIÓN DE WASHINGTON
con Ucrania para recuperar a las bravas el control sobre Crimea.
A miles de kilómetros de la URSS, en Estados Unidos, el 4 de octubre de 1957, cuando llegó la noche, las miradas de muchos estadounidenses se dirigieron al cielo para ver si podían contemplar el paso de un débil punto de luz que cruzaba la bóveda celeste. Se trataba del rastro de un satélite soviético llamado Sputnik, de 84 kg de peso y 58 cm de diámetro, que llevaba a bordo dos emisores de radio que emitían regularmente un sonido que se pudo escuchar en la Tierra. La asombrosa proeza de poner en órbita el primer satélite artificial de la Historia situaba a la Unión Soviética a la cabeza de la carrera espacial, para gran consternación de Washington y de la opinión pública americana.
CUBA, UN PEÓN DE LA URSS. Dos años después de la proeza espacial de la URSS, Estados Unidos se enfrentó a una nueva amenaza cuando la Revolución triunfó en Cuba. Fidel Castro trató de disipar los temores del gobierno estadounidense al asegurar que respetaría el tratado de defensa recíproca con Estados Unidos y las inversiones norteamericanas en la isla. En un tono conciliador, el líder revolucionario mostró su apoyo a la prensa libre y su rechazo al comunismo. Dos guiños con los que intentó apaciguar los ánimos en Estados Unidos, que en aquel entonces era el mayor comprador de azúcar isleño. Pero Washington siempre receló de los revolucionarios cubanos, lo que contribuyó al acercamiento de La Habana a Moscú.
El 4 de febrero de 1960, el viceprimer ministro de la Unión Soviética, Anastás Mikoyán, llegó a la capital cubana para firmar un acuerdo comercial con los castristas. Moscú aceptó comprar casi medio millón de toneladas de azúcar ese año y cuatro millones más en los siguientes cuatro años, pagándolo con petróleo y otros productos. A partir del quinto año, los soviéticos pagarían en efectivo. El 8 de mayo, el líder revolucionario anunció la reanudación de relaciones diplomáticas con Moscú. Cuba se convertía en un peón estratégico de los soviéticos en su Guerra Fría contra Estados Unidos.
Durante la celebración del Primero de Mayo, Castro hizo hincapié en la amenaza de una invasión inminente por parte de cubanos disidentes, con la ayuda más o menos encubierta de Estados Unidos. Mientras su potente voz atronaba en La Habana, la CIA instruía a cientos de cubanos anticastristas para organizar un desembarco. Washington no estaba dispuesto a permitir que la isla caribeña, situada a pocas horas de navegación de Miami, se convirtiera en una base militar manejada por los soviéticos.
BLOQUEO COMERCIAL Y ECONÓMICO. Castro viajó a Nueva York el 18 de septiembre de 1960 para asistir a la inauguración de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Se alojó en el Hotel Theresa, ubicado en el barrio negro de Harlem, para mostrar su solidaridad con la población de color oprimida. En aquel hotel de la calle 125, el líder cubano recibió al presidente soviético Kruschev, al presidente egipcio Gamal Abdel Nasser, al primer ministro indio Jawaharlal Nehru y al dirigente negro Malcolm X, lo que no debió gustar mucho al Congreso estadounidense.
En la Asamblea General de la ONU, Castro y Kruschev acusaron a Estados Unidos de agresión e imperialismo, reclamando el desarme nuclear global. El presidente soviético pasó a la Historia cuando interrumpió el discurso del primer ministro británico Harold Macmillan golpeando la tarima de la mesa de la delegación soviética con un zapato. El 15 de octubre, Castro dispuso la confiscación de la propiedad urbana, medida que afectó a intereses estadounidenses. En febrero de 1962, Estados Unidos decretaría el bloqueo comercial y económico de Cuba.
El nuevo presidente de EE UU, John F. Kennedy, dio luz verde al plan de la CIA para derrocar a Castro en abril de 1961. Horas después, una expedición de alrededor de 1.500 hombres de la denominada Brigada 2506 desembarcó en Playa Girón y Playa Larga (en la Bahía de Cochinos). La invasión fracasó y la respuesta de Castro no se hizo esperar: “Anuncio con entera satisfacción que soy marxistaleninista y seré marxista-leninista hasta el último día de mi vida”.
En 1961, en un intento de frenar la salida de berlineses del Este hacia el Oeste, las autoridades de la RDA ordenaron el levantamiento de un muro alrededor de la capital y dieron orden de disparar
LA PROPAGANDA DE LA RDA ASEGURABA QUE ERA UN “MURO DE PROTECCIÓN ANTIFASCISTA Y CONTRA EL IMPERIALISMO DE LA RFA”
contra todo aquel que intentara cruzarlo sin permiso. Soldados del Ejército Popular Nacional empezaron a sellar todos los accesos a Berlín Oeste. Las líneas del metro siguieron funcionando, aunque sin detenerse en las estaciones del Este, que quedaron como lugares fantasmagóricos que simbolizaban la Guerra Fría entre las dos superpotencias.
Muchas familias quedaron separadas por aquella mole de hormigón de 45 kilómetros que dividía la ciudad de Berlín. Miles de berlineses trataron de cruzar el Muro a lo largo de los años; algunos lo consiguieron y 125 murieron en el intento, según cifras que aporta el Centro de Estudios Históricos de Potsdam. Aunque su finalidad era la de impedir que los berlineses huyeran al Oeste, la propaganda de la RDA aseguraba que era un “muro de protección antifascista y contra el imperialismo de la Alemania Federal”.
LA CRISIS DE LOS MISILES. Una vez impuesto el cerco de hierro a Berlín, los dirigentes del Kremlin reaccionaron a la beligerante actitud de Washington en Cuba ofreciendo a los castristas la instalación en la isla de misiles con cabeza nuclear, capaces de alcanzar el territorio estadounidense en pocos minutos. Además de soliviantar a la Casa Blanca, los soviéticos querían equilibrar la amenaza que significaba para ellos la instalación de misiles estadounidenses en Turquía, un Estado que hacía frontera con la URSS. Los soviéticos instalaron varias rampas de lanzamiento que poco después fueron descubiertas por un avión espía estadounidense.
Con las fotografías aéreas que demostraban la presencia de misiles rusos en la isla, Kennedy ordenó desplegar barcos y aviones para establecer una cuarentena y un cerco alrededor de Cuba. El mundo contuvo la respiración durante los trece interminables días que iba a durar la Crisis de los Misiles. Los buques mercantes rusos se acercaban a la isla mientras la armada estadounidense se disponía a frenarlos por la fuerza. Si eso ocurría, Moscú y Washington podrían iniciar una guerra cuyo resultado sólo podía desembocar en un holocausto nuclear. Finalmente, Kruschev dio marcha atrás y el mundo pudo respirar de nuevo. Fue el momento más tenso de la Guerra Fría.
La Crisis de los Misiles provocó el cese inmediato de Kruschev, aunque hubo otras causas que lo motivaron. Entre ellas, el proceso de descentralización y desestalinización, que creó mucha oposición en el Partido Comunista Soviético (PCUS). Otra razón de la caída en desgracia de Kruschev en 1964 fue su supuesto ataque a la “partitocracia” y al aparato de poder del propio PCUS, cuyos miembros se sintieron amenazados con las drásticas reformas que intentó poner en marcha el líder soviético. La crisis de Berlín de 1961 también contribuyó a la defenestración de Kruschev.
Sus sucesores al frente de la URSS fueron Leonid Brézhnev, que asumió el cargo de primer secretario del partido, y Alekséi Kosygin, que fue nombrado presidente del Consejo de Ministros. En su largo mandato, de 1964 a 1981, Brézhnev conservó su poder personal a la vez que aumentó el de la nomenklatura (la élite del PCUS). En política exterior, el nuevo líder soviético dio luz verde en 1979 a la invasión de Afganistán, que causó la Segunda Guerra Fría, y en política interior incentivó la represión de los movimientos de derechos humanos y la persecución de disidentes, como Andréi Sájarov y Aleksandr Solzhenitsyn.
El régimen soviético impidió cualquier cambio en sus Estados satélites, sofocando con puño de hierro la Primavera de Praga de 1968, en la que el checo Alexan-
der Dubček intentó crear un “socialismo de rostro humano”. Tras amordazar a los checoslovacos, Brézhnev puso en marcha “el socialismo desarrollado”, que desembocó en un declive económico. Los problemas agrícolas en la URSS en 1975 arrastraron al resto de sectores. La corrupción era generalizada y se supone que unos veinte millones de personas trabajaban en el mercado negro. Es cierto que los salarios crecieron un 50% entre 1967 y 1977, lo que redundó en el bienestar ciudadano, pero la economía mostraba gran debilidad.
Tras la muerte de Brézhnev en 1982, Yuri Andrópov fue elegido secretario general del PCUS y un año más tarde presidente del Presidium del Sóviet Supremo de la Unión Soviética. Su corto mandato se centró en un intento de reformar la burocracia y revitalizar la economía, pero sus problemas de salud apenas le permitieron gobernar. Propuso al presidente estadounidense Ronald Reagan un nuevo acuerdo de control de armas y prohibición de pruebas nucleares.
GORBACHOV Y LA PERESTROIKA. Pero Reagan rechazó cualquier acuerdo y anunció una gran inversión en la Iniciativa de Defensa Estratégica ( Programa Star Wars), lo que obligó a Moscú a gastar grandes sumas de dinero en planes de Defensa similares para tratar de contrarrestar la ofensiva de Washington. Ese esfuerzo sería uno de los factores decisivos del colapso económico de la URSS. Andrópov falleció sin haber cambiado prácticamente nada en el aparato del PCUS ni tampoco en la administración del país. El poder pasó a manos del también enfermo Konstantín Chernenko, que murió un año después.
El sustituto fue Mijaíl Gorbachov, que cesó en sus cargos a muchos de los asesores y altos cargos del PCUS que habían sido nombrados por Brézhnev, Andrópov y Chernenko. A continuación, emprendió una serie de medidas para cambiar la economía del país y anunció a los líderes de los países del Pacto de Varsovia que no iba a entrometerse en su desarrollo interno. La aguda crisis económica y el desastre de la central nuclear de Chernóbil, en abril de 1986, desvelaron las grandes debilidades de la URSS.
En un serio intento de restaurar el régimen, Gorbachov puso en marcha la “glásnost” (apertura) y la “perestroika” (reconstrucción). Mantuvo relaciones con Reagan y con otros líderes occidentales y trató de reducir el arsenal nuclear de las dos grandes potencias. Quiso convertir el PCUS en un partido socialdemócrata al estilo occidental, pero fracasó. El golpe de Estado del 19 de agosto de 1991 fue abortado gracias a Borís Yeltsin, que ya con las riendas del poder en sus manos prohibió por decreto la actividad del PCUS en las instituciones estatales de Rusia. El régimen comunista se desmoronó y la URSS fue abolida el 31 de diciembre de 1991, sesenta y nueve años después de su creación, en 1922.