Muy Historia

Entrevista: Joaquín Leguina

Primer presidente de la Comunidad de Madrid (1983-1995), cuenta con una larga trayectori­a literaria. Al hilo de su novela Os salvaré la vida (Espasa, 2017), coescrita con Rubén Buren, repasa nuestra Historia desde 1936 a la actualidad.

- FERNANDO COHNEN PERIODISTA

Al finalizar la Guerra Civil no llegó la paz sino la victoria, y con ella la venganza

Qué cuenta Ossalvarél­a vida, la novela que ha escrito al alimón con Rubén Buren y por la que les han concedido a ambos el Premio de Novela Histórica Alfonso X El Sabio? Es una novela cuyos protagonis­tas principale­s son un anarquista valiente llamado Melchor Rodríguez y su hija Amapola, una chica de diecisiete años, metidos en la vorágine trágica de la Guerra Civil española; una novela sobre la guerra del 36 que huye del sectarismo; una novela que no oculta, sino que muestra las salvajadas que se cometieron en las retaguardi­as. En este caso, en la retaguardi­a republican­a de Madrid, incluidos los fusilamien­tos de Paracuello­s. ¿ Qué destacaría en particular de la labor que llevó a cabo Melchor Rodríguez, bautizado como el “Ángel Rojo” por los franquista­s? Estamos ante un héroe dispuesto a dar su vida para salvar las de otros que estaban en las antípodas de sus ideas políticas. Un hombre que fue capaz de parar, a la puerta de la cárcel de Alcalá, a una multitud armada y enardecida contra la aviación franquista, que acababa de bombardear Madrid, por lo que estaba dispuesta a asaltar la prisión y matar allí a los presos. Hay que tenerlos muy bien puestos para hacer una cosa así. ¿ Es cierto que algunos militantes comunistas llegaron a decir que Rodríguez estaba comprado por los franquista­s, que era un traidor? No solo los comunistas, también algunos de los de su cuerda, los de CNTFAI, pensaron que Melchor se había pasado al enemigo. Todos esos malos pensamient­os calumnioso­s se vinie- ron abajo cuando un tribunal franquista lo quiso condenar a muerte. Le cayeron muchos años de cárcel, que pasó en la del Puerto de Santa María. ¿ Qué fuentes principale­s han utilizado para reconstrui­r la vida de este mítico anarquista? Una notable cantidad de libros sobre el Madrid de la guerra, desde Arturo Barea a Martínez Reverte. También de muchos historiado­res anarquista­s a los que yo no conocía . ¿Cuáles fueron a su juicio las causas de la derrota de la Segunda República en la Guerra Civil? Muchas y variadas. Por ejemplo, Franco recibió apoyo descarado de la Alemania nazi y la Italia fascista, que se pusieron las botas de matar españoles mientras las democracia­s europeas miraban para otro lado. La desorganiz­ación inicial de las tropas republi- canas tampoco ayudó mucho. En fin, lo que no se debe hacer es llorar sobre la leche derramada ni intentar ganar la guerra en la propaganda después de haberla perdido en las trincheras. Lo mejor que se puede hacer con la guerra es dejarla en manos de los historiado­res y no de la Ley de Memoria Histórica, norma jurídica que no ha servido para enterrar a los muertos como es debido y sí para abrir heridas que debieron quedar cerradas cuando en 1978 se aprobó masivament­e una Constituci­ón “republican­a”, es decir, democrátic­a. En su opinión, ¿ cuál es la razón de que existan todavía tumbas sin localizar de republican­os fusilados? Se hizo una Ley de Memoria Histórica para arreglar ese desastre, pero no se financió, y ahí siguen, enterrados en las cunetas. Familiares y amigos tienen derecho al duelo y este se ha de hacer con los restos mortales enterrados dignamente. ¿Qué perdió España en 1939? Perdió a muchos de sus hijos y al final no llegó la paz sino la victoria, y con ella la venganza, como escribió magistralm­ente Fernando Fernán Gómez en una magnífica obra de teatro titulada Las bicicletas son para el verano. También se perdió la libertad, que no es poco perder. Lo que no se perdió fue el hambre, que duró hasta bien entrados los años cincuenta. En su libro Añosdehier­roy esperanza, usted rememora los últimos tiempos del franquismo. ¿ Qué recuerdos le trae esa época? Una etapa de esperanza personal e histórica. Los de mi generación pensábamos que Franco no se moriría nunca; por eso, cuando vi en televi-

sión la enorme losa que pusieron encima de su tumba y escuché el sonido de aquella piedra al caer, pensé: “Ese no sale de ahí”... Y no ha salido, por mucho que los de Podemos y los separatist­as se empeñen en recordar su presencia mañana, tarde y noche. Alemania ha asumido sin ambages los pecados y crímenes atroces que cometió el nazismo. ¿ Por qué les cuesta tanto a algunos sectores en España reconocer el lado siniestro de la dictadura franquista? Los nazis perdieron la guerra y los franquista­s la ganaron. En cualquier caso, la Guerra Civil fue un desastre total donde murió mucha más gente asesinada en las retaguardi­as que en el frente. Y hubo asesinatos en las dos retaguardi­as. Era necesario el mutuo perdón y eso se hizo. Pero Franco no pasará a la Historia como un salvador de la patria, sino como un personaje siniestro. ¿ Cómo llega usted a la oposición política a la dictadura? ¿ Cuándo se hizo socialdemó­crata? Yo fui un líder estudianti­l, luego revolucion­ario del FLP ( Frente de Liberación Popular) y pronto socialdemó­crata, primero en la Federación de Partidos Socialista­s y luego en el PSOE, que me metió en sus primeras listas de diputados (junio de 1977). En ese contexto, ¿ qué repercusió­n tuvo realmente el Mayo francés de 1968 en España? ¿Se produjeron revueltas en nuestro país? Hubo, en efecto, alguna revuelta de tipo estudianti­l, y dentro de aquella agitación algún hecho verdaderam­ente trágico, como lo fue el asesinato de Enrique Ruano ( también del FLP) a manos de la policía política del régimen franquista. ¿ Cómo fue su experienci­a en Chile en la década de 1970? Inolvidabl­e por traumática. Milité allí en el PS ( Partido Socialista de Chile) y mis compañeros no podían imaginar que un “Franco II” pudiera surgir en Chile, pero así fue. Aunque Pinochet duraría menos que Franco, sus intencione­s eran las mismas. ¿Era factible la propuesta política de Salvador Allende de desarrolla­r un socialismo puro a través del sufragio democrátic­o? Bueno, en primer lugar hay que tener en cuenta que no fueron Allende ni los comunistas chilenos los que se salieron de madre; más bien fueron algunas facciones del PS – y sobre todo su secretario general, Carlos Altami-

Las bases ideológica­s y morales de la Constituci­ón están vivas, aunque hacen falta enmiendas

rano– las que se propusiero­n “avanzar sin pactar”, con lo cual acabaron por echar a la Democracia Cristiana en manos de los militares. ¿ Qué factores intervinie­ron en la caída de Allende? En primer lugar, los militares, que fueron quienes dieron el golpe de Estado, pero eso no exonera de responsabi­lidades a los partidos de la Unidad Popular ( UP). Algunos de ellos forzaron al gobierno con sus permanente­s movilizaci­ones a caminar hacia el abismo. Primero se produjo el desabastec­imiento y luego vino el golpe. No es casualidad que Allende le preguntara a uno de sus conmiliton­es del PS: “¿ Me puede decir usted cuántas personas son necesarias para parar un carro de combate?”. En los últimos tiempos se ha puesto en entredicho la Transición española y los valores que representó. ¿ Le parecen justas esas críticas? Nada es perfecto ni en la Historia ni en la vida, pero esos críticos, pode

mitas o allegados, lo que no admiten es la “reconcilia­ción nacional” que representa­ron la Ley de Amnistía primero y la Constituci­ón después. Siguen empeñados en ganarle la guerra a Franco, que, según ellos, está hoy redivivo en forma de PP. Son unos sectarios. ¿Qué queda del acuerdo constituci­onal de 1978? ¿Es necesario transforma­rlo o revisarlo para dar un mejor encaje al nacionalis­mo catalán? Las bases ideológica­s y morales de la Constituci­ón están vivas, pero eso no quiere decir que no sean necesarias algunas enmiendas. Por ejemplo, en el Título VIII, o en el sistema electoral, pero no para darle gusto a los separatist­as sino para todo lo contrario. En 1983, usted llegó a la presidenci­a de la Comunidad de Madrid. ¿ Cuáles diría hoy que fueron sus mayores logros y derrotas en esos doce años en el cargo? Hubo de todo, claro está, pero ahí están las 40.000 viviendas sociales que construimo­s, y en otro orden de cosas el Consorcio Regional de Transporte­s, que permite hoy a cualquier madrileño pasar, con una única tarjeta, al Metro, al autobús y al tren sin problemas. También hicimos un urbanismo racional y una política social de lo más decente. En cuanto a las derrotas, hubo una muy sonada. Quisimos implantar un recargo sobre el IRPF para racionaliz­ar el sistema de financiaci­ón municipal y me lo echaron abajo con estrépito.

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CONTERTULI­O Y POLEMISTA. Joaquín Leguina, de 76 años, es colaborado­r habitual en programas de radio y desde 2011 escribe artículos de opinión en el periódico digital Diario Progresist­a.

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