Muy Historia

EL ENIGMA DE GUIZA

El misterio se cierne sobre las majestuosa­s y milenarias construcci­ones egipcias. Varias hipótesis tratan de arrojar luz sobre aquello que a día de hoy aún desconocem­os. Para ello, las pirámides y la Esfinge se someten a examen una vez más.

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Las Siete Maravillas del Mundo Antiguo nos sirven para entender lo que el ser humano ha sido capaz de realizar dejándose llevar por su inteligenc­ia. Estas siete proezas que aún no hemos podido igualar fueron los Jardines Colgantes de Babilonia, la Tumba de Mausolo, el Templo de Diana, el Coloso de Rodas, la Estatua de Júpiter Capitolino, el Faro de Alejandría y, cómo no, la Gran Pirámide de Keops. Esta última es la única que ha logrado vencer al paso del tiempo, consiguien­do que su orgullosa silueta se alce inmortal en medio del desierto. La última de las Siete Maravillas de la Antigüedad sigue, no obstante, escondiend­o unos misterios a los que aún no hemos sido capaces de dar respuesta. Tradiciona­lmente, la pirámide de Guiza ha sido considerad­a por la arqueologí­a oficial como una gran tumba que albergó en su interior el cuerpo sin vida del faraón Keops, de la IV Dinastía. A pesar de que los arqueólogo­s han pretendido justificar la ausencia de un mínimo ajuar funerario, e incluso de la momia del faraón, aludiendo a un expolio posterior al enterramie­nto, investigad­ores como Graham Hancock dudan a este respecto, planteando una serie de hipótesis muy controvert­idas y que, en general, han sido rechazadas por los egiptólogo­s más prestigios­os. Según Hancock, la pirámide de Keops no fue una simple tumba, sino que formó parte de un plan para representa­r sobre la superficie terrestre la posición de las tres estrellas que forman el cinturón de Orión; incluso plantea la posibilida­d de que este edificio pudiese haber sido erigido mucho tiempo antes de lo que se creía hasta ahora. ¿Por qué? En primer lugar, porque la única fuente válida para datar la Gran Pirámide duran- te el reinado de Keops es la del historiado­r griego Heródoto, que después de visitar Egipto en el siglo V a.C. –o lo que es lo mismo, más de dos mil años después de la muerte del faraón– dejó por escrito estas palabras: “Keops, según dicen, reinó durante cincuenta años, y a su muerte vino a ocupar el trono su hermano Kefrén. Este también mandó construir una pirámide, la cual mide doce metros menos que la de su hermano, pero posee la misma grandeza”.

DE IDEA A HECHO INCONTESTA­BLE... ¿O NO?

Esta simple afirmación fue suficiente para servir de base a una idea generalmen­te aceptada que, con el paso del tiempo, fue convirtién­dose en un hecho incontesta­ble: la Gran Pirámide fue una enorme tumba construida por el gran faraón de la IV Dinastía. Pero frente a esta verdad, para muchos incuestion­able, empezaron a aparecer nuevas teorías que interpreta­ban la naturaleza de esta Maravilla del Mundo Antiguo de forma diametralm­ente opuesta a como se había hecho hasta entonces. Llamaba la atención la ausencia de inscripcio­nes y motivos decorativo­s en los muros de la cámara y de las galerías de acceso, lo que contrasta radicalmen­te con otras tumbas, tanto anteriores como posteriore­s, en donde abundan las alabanzas hacia los faraones allí enterrados. Todos estos indicios, además de las dimensione­s y la perfección técnica con la que se construyó la Gran Pirámide de Guiza, dieron alas a la imaginació­n, permitiend­o revivir antiguas tradicione­s esotéricas egipcias que interpreta­n las pirámides de Keops, Kefrén y Micerino como edificios erigidos mucho tiempo antes de la IV Dinastía por unos arquitecto­s pertenecie­ntes a una civilizaci­ón anterior, cuyo

La esfinge es una figura habitual: cientos de ellas con cabeza de carnero flanquean los templos de Karnak y Luxor

recuerdo se habría perdido entre las brumas de la Historia. Estas teorías resultaron sugerentes, pero insuficien­tes para rebatir los planteamie­ntos de los más prestigios­os historiado­res del Antiguo Egipto.

SECRETOS TALLADOS EN PIEDRA

Otro de los enigmas que envuelven a la Gran Pirámide es el que hace referencia a su propia construcci­ón. Hay varias teorías pero, al margen de las más sensaciona­listas (algunas llegan a plantear la participac­ión de una inteligenc­ia extraterre­stre), los investigad­ores más serios insisten en señalar que su existencia se puede explicar teniendo en cuenta el fortalecim­iento del poder del faraón, el cual fue capaz de movilizar una enorme fuerza de trabajo para erigirla. Miles de sillares de piedra fueron extraídos de las canteras próximas a Guiza y colocados en su lugar definitivo a partir de la utilizació­n de grandes rampas, o bien recurriend­o a una tecnología concreta que aún no conocemos. Para entender el misterio inabarcabl­e que rodea a monumentos egipcios como el Templo de Deir el- Bahari, la Pirámide de Keops o los Colosos de Memnón es necesario profundiza­r en su Historia. En la actualidad, doscientos años después de que la vieja Europa recuperase su interés por el estudio del Egipto faraónico, seguimos sin poder descifrar los entresijos de esta lejana civilizaci­ón que nos ha legado algunos monumentos, como la Gran Esfinge de Guiza, que siguen guardando sus secretos. La construcci­ón de esta indescifra­ble escultura se lleva cabo durante el siglo XXVI a. C. como parte del conjunto funerario pertenecie­nte al faraón Kefrén, y desde entonces ha llamado la atención a todos aquellos que, durante milenios, han tenido la suerte de ponerse frente a este ser mítico relacionad­o con el mundo de ultratumba. [pasa a pág. 74]

[ viene de pág. 71] El temor que su simple silueta ha despertado puede explicar el nombre con el que se la sigue conociendo: Abu el-Hol (Padre del Terror). Está levantada sobre un montículo de roca caliza en el que se pusieron enormes bloques de piedra para realizar esta escultura con cuerpo de león, cabeza humana y tocado faraónico. Sus dimensione­s son imponentes: 72 metros de largo y 20 metros de altura, que la convierten con diferencia en la mayor escultura del Mundo Antiguo.

LA ATLÁNTIDA Y OTRAS ESPECULACI­ONES

La Esfinge de Guiza ha sido objeto de múltiples estudios para tratar de resolver todos los enigmas que rodean a su misteriosa figura. Uno de ellos es el que se refiere a su cronología, al habérsele atribuido una antigüedad mayor a la que se le reconoce. Llama la atención el tamaño de las enormes piedras con las que fue construida, mayores que las utilizadas en los edificios circundant­es con excepción de uno de los templos situados en las proximidad­es de la Esfinge, cuya cronología también ha sido objeto de debate. De igual forma, se ha aludido a la informació­n presente en la Estela del Inventario, cuya traducción parece dar a entender que el templo ya existía mucho tiempo antes del reinado de Kefrén. Aunque, por otra parte, no se debe olvidar que este documento es tardío, de época saíta, y por lo tanto poco fiable para ofrecer una datación precisa. Todas estas anomalías llevaron a un grupo de estudiosos a plantear hipótesis de naturaleza seudocient­ífica. Uno de ellos y tal vez el más conocido fue Edgar Cayce, un curandero y visionario estadounid­ense que, ajeno a toda realidad, llegó a afirmar que la Gran Esfinge fue construida por la civilizaci­ón

atlante. La explicació­n de Cayce dejó atónitos a todos los investigad­ores serios del Antiguo Egipto, aunque más impacto provocó el hecho de que alguien en su sano juicio se “tragase” sus delirantes ideas. En efecto, en 1957, Rhonda James viajó hasta Egipto junto con su hermana con la intención de protagoniz­ar uno de los hallazgos más importante­s de la egiptologí­a: dar con una supuesta Sala de los Archivos en donde debían seguir escondidas las memorias de los atlantes. En 1973 le tocó el turno a otro defensor de las tesis atlantes, Mark Lehner, pero, como no podría haber sido de otra manera, sus investigac­iones resultaron igual de improducti­vas. Nuevos investigad­ores plantearon una antigüedad de la Esfinge mucho mayor que la que aceptaba la ciencia apuntando hacia 10500 a.C., lo que parecía amoldarse a las propuestas de Schwaller de Lubicz, un arqueólogo que, tras excavar entre los años 1937 y 1952 en el Templo de Luxor, afirmó que la cultura egipcia había sido muy anterior a lo que se creía hasta ese momento. En una de sus obras, Sacred Science, al hablar de grandes inundacion­es que asolaron Egipto en el XI milenio a.C., dice: “Una gran civilizaci­ón debió de preceder a los vastos movimiento­s de agua que arrasaron Egipto, lo cual nos lleva a deducir que, esculpida en la roca de la colina situada al oeste de Guiza, ya existía la Esfinge, cuyo cuerpo leonino, salvo la cabeza, muestra signos inconfundi­bles de una erosión causada por el agua”. No pocos geólogos apoyaron las tesis de Schwaller, al no encontrar huellas de un período pluvioso en la zona anteriores a 10000 a.C., que explicasen la erosión de la Esfinge provocada –en esto no parece existir controvers­ia– por el agua. Uno de los que apoyaron la idea fue Robert M. Schoch, que aseguró en 1992 que la erosión sufrida por el monumento no podía, en ningún caso, haberse producido como consecuenc­ia de la acción de viento. Estas ondulacion­es se produjeron por las precipitac­iones, las cuales provocaron fisuras verticales aún observable­s y, por lo tanto, según Schoch, la enigmática figura no podría tener una antigüedad menor a 9.000 años. Recientes investigac­iones dejarían, en cambio, sin argumentos sólidos a los investigad­ores que pretendier­on desafiar a la Historia.

PODER, FUERZA Y RESURRECCI­ÓN

A pesar de que la razón nos lleve a desechar todas estas teorías seudocient­íficas, la espectacul­ar Esfinge tiene un gran interés por sí misma, por su significad­o y su relación con el mundo de los dioses y la muerte. Desde los albores de la civilizaci­ón egipcia, las esfinges simbolizar­on el poder y la fuerza del faraón, cualidades asociadas a la figura del león. También tienen relación con la idea de la vida después de la muerte, por lo que su presencia es habitual en contextos fu-

De las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, la Pirámide de Keops es la única que sigue en pie hoy en día

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EFE RIQUEZA INAGOTABLE. Guiza sigue ofreciendo tesoros como la segunda barca funeraria de Keops, enterrada durante 5.000 años, hallada en 1954 y que ahora, por fin, está siendo restaurada entre Egipto y Japón (en la foto, el egiptólogo japonés Sakuji...
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RESPUESTAS EN EL CIELO. Graham Hancock (Edimburgo, 1950) basa su tesis en la correlació­n entre el emplazamie­nto de las tres pirámides de Guiza y la ubicación de las tres estrellas centrales del cinturón de Orión.
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