LAS COLUMNAS DE HÉRCULES
El origen y las peripecias de algunos de los símbolos que nos rodean resultan a veces casi novelescos. Las columnas que plantó Hércules en la playa de Tartessos se identificaron luego como los promontorios que flanqueaban el Estrecho y señalaban el límite del mundo antiguo. Después pasaron a la iconografía nacional española como emblema del descubrimiento de América, con la leyenda Plus
Ultra. Ese emblema se imprimió en las monedas más fiables de su tiempo, los reales de plata de a ocho, que fueron el primer numerario que circuló en Estados Unidos con el nombre de Spa
nish thaler (denominación de la unidad monetaria germánica de la que procede “dólar”) y con el siguiente símbolo: la S de Spa
nish cruzada por las columnas de Hércules. Recientemente, se ha propuesto una hipótesis según la cual las columnas que los griegos veían en las playas del Estrecho habrían sido las marcas de la enfilada necesaria para precisar el punto exacto en el que se cala la almadraba desde tiempos remotísimos en la playa de Zahara de los Atunes. Con esas grandes redes se intercepta el paso de emigración de los peces, de modo que unos cuantos metros de error en su posición marcan la diferencia entre una captura excelente y otra decepcionante. Como la playa de Zahara carece de referencias naturales, son necesarias marcas altas que puedan alinearse vistas desde el mar. Hoy hay GPS, pero las viejas columnas del siglo pasado, hechas de hormigón y herederas de otras ancestrales, continúan en su sitio trazando una línea visual junto al llamado Palacio de las Pilas, que debería llamarse Palacio de las Columnas, ya que pila significa “columna” en latín. De ahí procede el nombre vulgar de nuestras baterías eléctricas, que tienen la forma de pequeñas columnas.