EL REPARTO DEL NUEVO MUNDO
Tras el regreso de Colón, en 1493, los Reyes Católicos adoptaron las medidas necesarias para asegurarse todos los derechos sobre los territorios descubiertos gracias al intrépido Almirante. Acudieron al papa Alejandro VI, del que obtuvieron una bula que les otorgaba todos los territorios situados a cien leguas al oeste de las Azores y de las islas de Cabo Verde, lo que significó una magnífica victoria diplomática. Sin embargo, no habían contado con los portugueses y su rey, Juan II, inició unas prolongadas negociaciones con los monarcas castellanos hasta que al fin llegaron a un acuerdo. El 7 de junio de 1494, los monarcas castellanos y Juan II de Portugal firmaron el Tratado de Tordesillas (en la ilustración), en virtud del cual se establecía un reparto de las zonas de conquista y anexión del Nuevo Mundo mediante una línea divisoria del océano Atlántico y de los territorios adyacentes.
Los portugueses comenzaron a explorar la parte del mundo que les había sido asignada. Equiparon una expedición que debía dirigirse hacia el Este, tras las huellas de Bartolomeu Dias, y alcanzar su objetivo: la India. Con todo, Juan II no pudo asistir a la realización de sus grandiosos proyectos. Murió en 1495, dejando el trono a Manuel I, también conocido con el sobrenombre de “El Afortunado”, porque durante su reinado Portugal obtuvo los mayores triunfos como potencia colonial.