LA LEYENDA DE SAN BRANDÁN EL NAVEGANTE
Parece que este monje irlandés del siglo VI, llamado de mil maneras según los países (Brandán, Breandán, Barandán, Borondón, Borombón) y al que la Iglesia católica honra como santo y patrón de los marinos, existió de veras: abad del monasterio de Clontarf, en Galway (Irlanda), llevó a cabo tareas de evangelización en el mar del Norte y es posible que recalara en las islas Feroe y en Islandia. Pero su fama se debe a uno de los relatos de viajes legendarios más célebres de la cultura gaélica medieval, redactado en torno al siglo X: Navigatio Sancti
Brandani. En él se cuenta un fabuloso periplo oceánico en busca de la Tierra Prometida cuyo episodio más memorable es la estancia en la isla- pez o isla de San Brandán: el monje y sus acompañantes creen estar en una ínsula desprovista de vegetación y que se mueve sobre las aguas y celebran allí la misa de Pascua, pero el montículo resulta ser el lomo del gigantesco pez Jasconius, del que acaban huyendo despavoridos.
La leyenda fue esgrimida como argumento de otra teoría sobre un supuesto contacto precolombino, según la cual la narración reflejaría de forma simbólica una expedición naval histórica en la que monjes irlandeses habrían llegado a América (la Tierra Prometida de la Navigatio) mucho antes que los vikingos, entre los siglos IV y VI. Una vez más, no existen pruebas arqueológicas ni documentales que avalen dicho viaje.