EL “BESTIARIO” DE DARWIN
Alo largo de los cinco años que duró el viaje del Beagle –de los cuales empleó tres años y tres meses en expediciones sobre el terreno–, el científico inglés logró reunir e ir enviando en gran parte al Museo Británico un total de 1.529 ejemplares conservados en alcohol, para su posterior clasificación y estudio. Entre ellos había un poco de todo: semillas, plantas, conchas, larvas, insectos, animales de mayor tamaño y, sobre todo, un gran número de fósiles.
Y fue quizá en este terreno donde dio con los restos más espectaculares. Se trata de los huesos fósiles que halló llólló en Punta Alta (Argentina) y
que hoy sa- bemos que corresponden a un megaterio, un tipo de perezoso gigante que se extinguió hace unos 10.000 años y de cuya existencia solo se tuvo noticia a partir de 1785. Por eso, y porque en el yacimiento descubierto por Darwin también había huesos de otras cuatro especies prehistóricas –mastodonte, toxodón, milodonte y gliptodonte–, no es de extrañar que él atribuyera erróneamente la osamenta a un gliptodonte o armadillo gigante, que era además el mamífero fósil americano más conocido entonces en Europa. Solo a partir de un estudio realizado con medios modernos muchos años después se pudo desendesentrañar desentrañar la verdadera verdaderaverdadera identidad de la estre- estrestre-estre lla del “bestiario” darwiniano.