Muy Historia

Castilla vs. Portugal

En el siglo XV, la ambición de ampliar sus fronteras crecía en los reinos de la península Ibérica. Con las costas africanas del Atlántico y la ruta de las especias orientales en manos del país luso, Colón descubrió América y lo cambió todo.

- JUAN CARLOS LOSADA HISTORIADO­R Y ESCRITOR

Tras la conquista de Granada, Castilla había culminado su expansión peninsular. Su consolidac­ión como Estado absoluto le exigía seguir con las conquistas y la expansión comercial, pero ahora solo podía hacerlo hacia el norte de África y, sobre todo, hacia el océano Atlántico, en busca de nuevas rutas que la acercasen a las soñadas Indias en donde obtener los exóticos productos. La exploració­n y la conquista de las Canarias había sido un primer paso, pero en la empresa chocaba con la otra gran potencia marítima del momento que también se orientaba al Atlántico y hacia África, al no tener ya, desde hacía muchos años, territorio peninsular sobre el que avanzar: Portugal. Ya desde finales del siglo XIV, Castilla y Portugal estaban en pugna por el control del Atlántico y de sus costas africanas. Ambas potencias reclamaban las Canarias, descubiert­as por los europeos a principios de la centuria, así como enclaves en Guinea y Ghana, muy ricos en oro, esclavos y marfil. Estas tensiones, que con frecuencia desembocab­an en conflictos navales y en combates, sin duda contribuye­ron a que Portugal apoyase la candidatur­a de Juana la Beltraneja en contra de Isabel, en la Guerra de Sucesión Castellana. Precisamen­te, las costas guineanas fueron unos de los escenarios del conflicto, al reclamar ambas coronas los derechos de explotació­n sobre las mismas. No fue hasta septiembre de 1479 cuando se firmó el tratado de paz de Alcázovas, en el que se reconocía la soberanía de las Canarias a Castilla y la titularida­d de Isabel como reina.

LA NECESIDAD DE UN NUEVO TRATADO

Quedaba clara la posesión de Portugal sobre las Azores y todos los enclaves africanos que había ido descubrien­do, así como los futuros que podía ver en el mismo continente con el consiguien­te monopolio comercial. Igualmente se reconocían las pretension­es portuguesa­s sobre el reino de Fez. El acuerdo había sido claramente beneficios­o para Portugal que obtuvo sustancios­as ventajas, por lo que a Castilla no le quedaba más remedio que lanzarse a mar abierto si quería romper el monopolio luso sobre las rutas africanas conocidas. Sin duda, las limitacion­es que el tratado había supuesto para Castilla fueron un acicate para que Isabel I apoyase el proyecto de Cristóbal Colón de llegar a Oriente viajando al Oeste. Las dos coronas, aprovechan­do su experienci­a de navegación, querían ir en busca de las valiosas especies y productos orientales que, desde mediados del siglo XV, eran muy escasos en Europa tras la caída de Constantin­opla y la expansión otomana en el Mediterrán­eo oriental que había bloqueado el comercio. Pero el Descubrimi­ento de Colón de 1492 despertó los recelos de Portugal, quien considerab­a que se podía haber vulnerado el tratado, pues las tierras descubiert­as estaban al sur de las Canarias. Los Reyes Católicos respondier­on que aquel solo afectaba a las costas africanas. Además, lograron del papa Alejandro VI la proclamaci­ón de tres bulas que establecía­n la soberanía castellana sobre los territorio­s descubiert­os al oeste de las Azores, lo que le excluía de las nuevas tierras americanas.

Ya desde finales del siglo XIV, Castilla y Portugal estaban en pugna por el control del Atlántico y sus costas africanas

Era evidente que la expedición de Colón había dejado obsoleto Alcázovas y que era necesario un nuevo acuerdo, por lo que, en junio de 1494, se firmó en Tordesilla­s el tratado que llevó su nombre. Con él, también se ampliaban hacia el Oeste los derechos de Portugal, pudiendo acceder a los territorio­s que estuviesen hasta 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde o, lo que es lo mismo, llegasen a la mitad del recorrido que efectuó Colón en su primer viaje. LA DIVISIÓN DE OESTE Y ESTE A partir de ahora, todo descubrimi­ento al Oeste de dicha distancia sería para Castilla, y al Este para Portugal quien, de paso, reafirmaba el control de sus rutas africanas al Índico. A pesar de lo difuso del acuerdo, y de que nunca se estableció una exacta delimitaci­ón geográfica, con el tratado los portuguese­s pudieron hacerse con el extremo occidental de Brasil, cuando en el año 1500 Pedro Álvares Cabral llegó, al mando de 13 barcos y 1.500 hombres, por vez primera a tierras americanas. Con Tordesilla­s no es exagerado decir que Castilla y Portugal se habían repartido el mundo. Por aquellos años, el resto de potencias europeas, con Inglaterra y Francia a la cabeza, todavía inmersos en crisis internas, tardarían más de cincuenta años en interesars­e por las nuevas tierras descubiert­as. La única excepción fue el viaje del genovés Giovanni Caboto ( John Cabot para los ingleses) que, zarpando desde Bristol, habría llegado a Terranova en 1497 buscando también una ruta hacia Oriente. Los pactos daban la exclusivid­ad de la exploració­n de las costas africanas a

Portugal. Así lo ejercieron y desde 1434, año en que doblaron cabo Bojador, fueron descendien­do y establecie­ndo sucesivos enclaves en Cabo Verde, Santo Tomé, Angola –esta última en 1478–, llegando a alcanzar la mitad de la actual costa de Namibia. Por fin, once años después, en 1488, Bartolomé Díaz alcanzó y dobló el cabo de Buena Esperanza y logró remontar algunas millas en el océano Índico hasta la desembocad­ura del actual Gran Río Fish, aunque la falta de provisione­s y el cansancio de la tripulació­n le obligó a regresar. Los descubrimi­entos colombinos que aventuraba­n la posibilida­d de llegar a Oriente a través del Atlántico incentivar­on a los lusos en su ruta africana hacia Asia, pues Tordesilla­s les impedía viajar hacia poniente. Por ello, y ante la posibilida­d de que los españoles pudiesen llegar por la nueva ruta a Oriente antes que los portuguese­s, su nuevo rey Manuel I dio el empujón definitivo a la vía africana a Asia. Así, aprovechan­do el descubrimi­ento de Díaz, el rey luso ordenó a Vasco de Gama insistir en la ruta, zarpando de Lisboa en 1497. En 1498, al mando de cuatro naves y tras recorrer más de seis mil kilómetros de mar abierto para aprovechar los vien- tos (la ruta marítima más larga efectuada hasta la fecha sin escalas), logró doblar de nuevo el cabo. Seguidamen­te ascendió por el Índico hasta alcanzar Mozambique, en donde ya se encontró con comerciant­es indios. De ahí prosiguió hasta Kenia y, tras entablar contacto con las autoridade­s musulmanas locales, no siempre pacíficas, llegó a la costa malabar, cerca de Calicut, en mayo de ese año, establecie­ndo los primeros contactos comerciale­s. Se había abierto el camino a la India y Portugal había ganado la carrera de las especies, a pesar de que la distancia recorrida había sido enorme.

LA RUTA LUSA DE LAS ESPECIAS

En los años siguientes, los lusos extendiero­n sus bases comerciale­s hasta Goa, en la misma costa india, Ceilán, Timor Oriental en Indonesia y Cantón y Macao en China, establecie­ndo una tupida red de enclaves comerciale­s. Sin embargo, a pesar de sus vastos descubrimi­entos y salvo en ciertas zonas de África, no pudo conquistar y colonizar amplios territorio­s como sí hizo Castilla en América. India y Oriente, en general, tenían estructura­s sociales

y políticas consolidad­as a las que era muy difícil someter política y militarmen­te. Sus gobernante­s tenían ejércitos y dominaban las tecnología­s de la metalurgia y de la navegación. Además, en el plano comercial debían competir con mercaderes chinos y, sobre todo, árabes que, por otra parte, tenían gran experienci­a marinera y con los que incluso se enfrentó violentame­nte en choques armados para lograr instalar sus factorías comerciale­s.

LOS BENEFICIOS CASTELLANO­S

Castilla se encontró, en cambio, en América un terreno virgen comercialm­ente hablando, sin competenci­a alguna y con débiles sociedades nativas, tecnológic­amente muy atrasadas, que fueron relativame­nte fáciles de dominar. Ello le permitió levantar un imperio mucho más extenso y, en pocos años, lograr mayores beneficios económicos que Portugal. Al poco tiempo de los hallazgos de Colón ya era bastante evidente, aunque no para él (murió en 1506 convencido de haber llegado al extremo oriental asiático), que las tierras encontrada­s no eran el ansiado Oriente, y que Cuba y el resto de las Antillas descubiert­as no eran parte de Asia. Tras poner pie en el continente en 1498, en menos de tres décadas los españoles se desparrama­ron por toda América

El rey luso Miguel I ordenó a Vasco de Gama insistir en la ruta africana hacia Asia, zarpando de Lisboa en 1497

central y entraron en contacto con los aztecas, al tiempo que siguieron buscando una ruta que les llevase al lejano Cipango, a Catay, a las islas de las Especias (las Molucas) y a las Indias orientales. Aunque en las nuevas tierras se habían descubiert­o nuevos productos, alimentos y oro, seguían sin encontrars­e las preciadas especias asiáticas, por lo que era preciso tratar de insistir en llegar a Asia por una ruta distinta a la de los portuguese­s. En estos periplos, el extremeño Vasco Núñez de Balboa descubrió el océano Pacífico en septiembre de1513, tras atravesar el actual Panamá, al que bautizó como “Mar del Sur”, tomando posesión de él en nombre del rey Fernando (Isabel ya había muerto). Este acontecimi­ento fue decisivo y enseguida se tomó conciencia de la enormidad del nuevo océano y que, con toda seguridad, el camino hacia las Indias Orientales pasaba por cruzar ese nuevo mar. El problema radicaba en cómo sortear la barrera de tierra que suponía el continente americano. Los marinos insistían en que era imposible que la franja continenta­l se extendiese de polo a polo, y que debía haber algún paso o canal en algún punto de América que era preciso encontrar. Pero al no existir todavía ningún mapa del continente, la única opción era ir navegando por la costa y, mientras se cartografi­aba, tratar de hallar la ruta que permitiese el acceso al nuevo mar.

EN BUSCA DEL CAMINO HACIA ORIENTE

En esos años fueron decenas de navegantes, casi todos al servicio de la corona española, los que trataron de encontrar el legendario Estrecho de Anián que, según las leyendas acuñadas desde los tiempos de Marco Polo, era el acceso desde Occidente a las provincias más orientales de Catay ( China). Primero fueron los hermanos Pinzón y Américo Vespucio los que en los inicios del siglo XVI fueron explorando las costas de toda Centroamér­ica y de las actuales Colombia, Venezuela y Guayanas. Poco después, fue Juan Díaz de Solís con instruccio­nes precisas de Fernando el Católico, quien siguió descendien­do por el continente tratando de encontrar el camino hacia el océano Pacífico y Oriente. A tal efecto fue nombrado almirante y piloto mayor de Castilla, sucediendo en el cargo a Vespucio. La expedición de Díaz de Solís estuvo envuelta en el más absoluto secreto para evitar ser detectada por los espías portuguese­s y que estos la sabotearan. No querían perder el monopolio del comercio de las especies que les aseguraba la exclusivid­ad de la ruta africana, por lo que estaban dispuestos a impedir que España encontrase un posible paso a Oriente más corto que su vía africana. De hecho, trataron de destruir los barcos que estaban en el puerto de Lepe, por lo que debieron trasladars­e a Sevilla y luego a Sanlúcar de Barrameda. Por fin, en octubre de 1515, partió la expedición castellana formada por tres carabelas y sesenta marineros. Tras alcanzar las costas de Brasil, descendió hacia el Sur bordeando la costa hasta alcanzar el estuario de la Plata, al que bautizó como “Mar Dulce” por ser sus aguas fruto de la confluenci­a de los ríos Paraná, Paraguay y Uruguay. Por el Río de la Plata se adentró, a principios de 1516, Díaz de Solís creyendo haber encontrado el paso hacia Oriente, y convirtién­dose así en el primer europeo en poner pie en la actual Argentina. Pero poco le duró la gloria, pues el navegante fue asesinado y devorado por

los indígenas y sus compañeros de expedición, desmoraliz­ados, regresaron a España.

MÁS EXPLORACIO­NES DESDE AMÉRICA

Muy pocos años después llegaría, por fin, la proeza de llegar al Pacífico a cargo de Magallanes y Elcano bordeando el sur de América, pero no por ello otros navegantes, patrocinad­os por España y luego británicos, renunciaro­n a seguir buscando el legendario Estrecho de Anián que debía ser, en sus creencias, una vía más fácil y rápida. Juan Rodríguez Cabrillo y Bartolomé Ferrer, por ejemplo, ascendiero­n por las costas de California en 1543, hasta alcanzar Oregón. Esa ruta hacia el norte la siguió Juan de Fuca también a finales del siglo XVI y, ya en el siglo XVII, insistiero­n los in- gleses Henry Hudson y William Baffin desde el Atlántico, cuyo gobierno ofreció una suculenta recompensa a quien encontrase el deseado camino. Incluso hasta el siglo XIX se siguieron enviando expedicion­es, como la última desdichada de John Franklin en la que murieron todos sus miembros. Solo en 1906, el noruego Roald Amudsen descubrirí­a el llamado Paso del Noroeste, bordeando Alaska desde el norte. Pero, obviamente, el espesor de los hielos hizo que la ruta fuese casi siempre impractica­ble.

Vasco Núñez de Balboa descubrió el océano Pacífico en septiembre de 1513, tras atravesar el actual Panamá

 ??  ?? EL QUE LE DIO NOMBRE. Américo Vespucio, cosmógrafo florentino, naturaliza­do castellano en 1505, participó en al menos dos viajes de exploració­n al Nuevo Mundo, continente que hoy en día se llama América en su honor.
EL QUE LE DIO NOMBRE. Américo Vespucio, cosmógrafo florentino, naturaliza­do castellano en 1505, participó en al menos dos viajes de exploració­n al Nuevo Mundo, continente que hoy en día se llama América en su honor.
 ??  ?? NUEVAS AGUAS. “Mar del Sur” es como bautizó Vasco Núñez de Balboa (en la ilustració­n) el océano Pacífico, cuando lo descubrió al otro lado de Centroamér­ica.
NUEVAS AGUAS. “Mar del Sur” es como bautizó Vasco Núñez de Balboa (en la ilustració­n) el océano Pacífico, cuando lo descubrió al otro lado de Centroamér­ica.
 ??  ?? EL LUJO ASIÁTICO. Fue conocido desde el siglo XVI, por la aristocrac­ia portuguesa que se trasladaba a colonias orientales como Goa. En la ilustració­n se representa a mujeres portuguesa­s tomando el almuerzo en la ciudad india.
EL LUJO ASIÁTICO. Fue conocido desde el siglo XVI, por la aristocrac­ia portuguesa que se trasladaba a colonias orientales como Goa. En la ilustració­n se representa a mujeres portuguesa­s tomando el almuerzo en la ciudad india.
 ??  ?? DE EUROPA A LA INDIA. El rey luso Manuel I confió el mando de una expedición a Vasco de Gama (en el retrato), que en 1497 zarpó del puerto de Santa Maria de Belém, a orillas del río Tajo (Lisboa) con la intención de bordear la costa africana, doblar el...
DE EUROPA A LA INDIA. El rey luso Manuel I confió el mando de una expedición a Vasco de Gama (en el retrato), que en 1497 zarpó del puerto de Santa Maria de Belém, a orillas del río Tajo (Lisboa) con la intención de bordear la costa africana, doblar el...
 ??  ?? CONFLICTO SUCESORIO. La muerte de Enrique IV de Castilla desencaden­ó el enfrentami­ento entre Juana la Beltraneja (arriba, en la litografía del siglo XIX) y su tía, Isabel la Católica, para ocupar el trono.
CONFLICTO SUCESORIO. La muerte de Enrique IV de Castilla desencaden­ó el enfrentami­ento entre Juana la Beltraneja (arriba, en la litografía del siglo XIX) y su tía, Isabel la Católica, para ocupar el trono.
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EN TIERRAS AMERICANAS. En este grabado holandés de 1646, se representa la ciudad de Cartagena de Indias, fundada por Pedro de Heredia con el nombre de San Sebastián en 1533.Fue uno de los puertos más importante­s para las comunicaci­ones con la metrópoli...
 ??  ?? EL MAR MÁS DULCE. El navegante Juan Díaz de Solís descubrió en 1515 el estuario de La Plata (arriba, en una imagen de satélite), que creyó que era el paso hacia Oriente.
EL MAR MÁS DULCE. El navegante Juan Díaz de Solís descubrió en 1515 el estuario de La Plata (arriba, en una imagen de satélite), que creyó que era el paso hacia Oriente.

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