Las cuatro travesías de Colón
La colonización se basó en la dominación de gentes, lo que implicaba tomar posesión de territorios
Fray Bartolomé de las Casas aseguró que Cristóbal Colón había recibido información de América de un marino desconocido que murió en sus brazos, una hipótesis que también defendió el historiador español Juan Manzano. Así, antes de emprender su peligrosa aventura, el navegante genovés habría sabido que había tierra al otro lado del Atlántico y obtenido de alguien información precisa sobre los vientos alisios, cuyo régimen facilita la llegada a las costas americanas. Según esta hipótesis, con esa información en sus manos, el marino zarpó de Palos de la Frontera el 3 de agosto de 1492 al mando de dos carabelas y una nao (La Pinta, La Niña y La Santa María). Tras recalar en Canarias y abastecerse, los tres navíos y su tripulación, compuesta por noventa marineros, abandonaron La Gomera el 6 de septiembre. Gracias a los alisios, la pequeña flota navegó sin contratiempos hasta el mar de los Sargazos. Pero los días pasaban y las naves no divisaban indicios de tierra, lo que provocó la inquietud a bordo y dos conatos de motín. Horas después de producirse el último, la noche del día 11 al 12 de octubre, el marinero Rodrigo de Triana, que iba en La Pinta, dio el grito que todos esperaban con ansiedad: “¡Tierra!”. UN NUEVO MUNDO A LA VISTA Fue un golpe de suerte inesperado. Si el viaje fue un éxito se debió a que en medio del océano se encontraba un continente que era desconocido en la época. Colón y sus hombres no habrían tenido víveres suficientes para sobrevivir, ya que la travesía a la India o a China era mucho más larga de lo que suponía el marino genovés. Al mediodía del 12 de octubre, Colón tomó posesión del territorio – al parecer, la isla antillana de Guanahani– que bautizó como San Salvador, en nombre de los Reyes Católicos, y luego se acercó a los indios con los que intercambió objetos. El que ya podía considerarse “Almirante de la Mar Océana” elevó el estandarte de Isabel y Fernando e hizo que la solemne declaración de sus derechos sobre la isla fuera registrada por el notario. A partir de entonces, la colonización se basó en la dominación
de gentes, lo que implicaba tomar posesión de enormes territorios. Durante algo más de un mes, Colón navegó por las Antillas. Cuando arribó a Cuba el 28 de octubre, el marino pensó que aquel territorio era el continente asiático. Al descubrir que no existían ciudades importantes, Colón continuó su travesía hasta Haití, a la que bautizó La Española (actuales Haití y República Dominicana), donde su nave capitana encalló, por lo que decidió dejar un contingente de hombres en la isla en un fuerte, que construyeron con los restos del barco hundido y que fue bautizado con el nombre de La Navidad. ANUNCIO DEL DESCUBRIMIENTO Una vez estableció ese primer asentamiento en el Nuevo Mundo, Colón regresó a España y nada más desembarcar se trasladó a Barcelona para contar a los Reyes Católicos su aventura y hacerles promesas de futuros hallazgos de oro. Los monarcas estaban encantados. Las Indias anunciaban nuevas posesiones y riquezas a Castilla y Aragón. Todo eran buenas noticias. La colonización debía proseguir con mayores esfuerzos en hombres y materiales. Había que proteger a los nuevos súbditos y, sobre todo, convertirlos al cristianismo. América se abría al Viejo Continente. Años antes de que Colón arribara al Nuevo Mundo se produjo la caída de Constantinopla (1453), lo que bloqueó la Ruta de la Seda a través de la cual llegaban las especias a Europa. Su estrangulamiento arruinó a los venecianos y genoveses que controlaban el monopolio del comercio de esos preciados productos. Mientras la oferta disminuía, la demanda aumentó en Europa, disparando su precio en el mercado. Los europeos trataron de buscar otra manera de conseguir especias. En el año 1488, el
navegante portugués Bartolomé Díaz rodeó el Cabo de Buena Esperanza, abriendo una nueva vía marítima hacia Oriente a través del océano Índico. Unos años más tarde, Pedro Álvarez logró llegar al centro neurálgico del mercado de especias, momento en que Portugal comenzó a obtener ganancias fabulosas. Sin embargo, el viaje bordeando África era muy largo y peligroso. ¿Se podía llevar a cabo esa travesía marítima a través del Atlántico? Las leyendas marineras hablaban de una isla legendaria llamada Antilia que aparecía en algunos mapas precolombinos más allá de las Azores. El prestigioso geógrafo y astrónomo florentino Paolo Toscanelli creía a pies juntillas en su existencia y la recomendaba como punto de avituallamiento para futuros viajes atlánticos. Pero ¿Antilia era real o una leyenda? Nadie podía aportar pruebas concluyentes de su existencia. En septiembre de 1479, Colón contrajo matrimonio con Felipa Moniz de Perestrella, una muchacha portuguesa de linaje noble. La pareja se instaló en la isla de Porto Santo, donde el padre de la muchacha tenía tierras. Allí corrían historias sobre la enigmática llegada a la playa de dos cadáveres de individuos de piel cobriza y pómulos asiáticos y rumores sobre la existencia de una gran isla al otro lado del Atlántico, que bien podría haber sido Antilia; es decir, América. En 1477, las clases ilustradas europeas ya habían aceptado que la Tierra era redonda. Inquieto por esa posibilidad, el rey portugués Juan II decidió consultar a Toscanelli si era posible viajar a la India atravesando el Atlántico. El astrónomo florentino hizo llegar un mapa a Lisboa en el que se veía tierra más allá de las islas Azores. Toscanelli creía que Japón estaba a tres mil millas náuticas de la isla de Cabo Verde, cuando la distancia real es de diez mil seiscientas.
LA IMPORTANCIA DE LOS MAPAS
Animado por el florentino, el monarca luso lanzó a sus hombres a la búsqueda de la costa asiática. Pero la expedición fracasó estrepitosamente. Mientras tanto, Colón abandonó Portugal y se trasladó a Castilla llevándose consigo una copia del mapa de Toscanelli. Tras arduas negociaciones, el marino genovés logró que la reina Isabel financiara su expedición, lo que permitió el descubrimiento del Nuevo Mundo, un éxito que abría a Europa un enorme continente para la colonización y el comercio.
Colón abandonó Portugal y se fue a Castilla llevándose consigo una copia del mapa de Toscanelli