Napoleón Bonaparte
El novelista, autor de Okela, El águila y la lambda y Rebeldes, nos confiesa su admiración por la figura del gran estadista y militar francés de ascendencia corsa, nacido en 1769 en Ajaccio y fallecido en 1821 en el presidio de la isla de Santa Elena.
“Su madre, cariñosamente, le llamaba Nabulio. En la academia de Brienne, cuando era niño, sus compañeros se reían de él apodándolo La pailleaunez (La paja en la nariz), que rima con Napoleone, su nombre original. Lo de la paja tenía que ver con su origen provinciano y humilde. Otros de sus motes: “Robespierre a caballo” (Madame de Staël), “El Usurpador” (Luis XVIII), “El Pequeño Cabo” o “Capota Gris” (sus tropas), “El Águila” ( Lord Byron), “Boney” ( los ingleses), “El Benefactor” (para algunos franceses), “El Libertador” (los polacos), “El Pequeño Insolente” ( Sieyes), “El Otro” ( sus partidarios durante su exilio en la isla de Elba), “Lepetit cabrón” (término que creo acuñado por el maestro Reverte)... La lista es interminable. Si algo puede decirse e de Napoleón Bonaparte es que a nadie deja indiferente. Se sea detractor o admirador, rador, la figura del corso levanta pasiones: ones: no hay escala de grises. Para los primeros, “El Ogro” no era más que un megalómano con aires de grandeza, un oportunista nista y un asesino que no dudó udó en precipitar a Europa a una larga y sangrienta guerra rra con tal de satisfacer su ego. o.
Para los segundos, “El l Águila” era un idealista, un reformador y un republicano que se vio abocado a guerras cada vez más lejanas porque las monarquías europeas, y particularmente Gran Bretaña, no podían soportar la idea de que los principios de la Revolución Francesa impregnasen Europa y sepultaran los privilegios de unos pocos.
INSUPERABLE ESTRATEGA MILITAR
Por eso nadie niega que fuera un personaje controvertido en torno al cual se agruparon, y aún hoy lo hacen, grupos numerosos de críticos y también de defensores. Eso sí, tanto los unos como los otros coinciden en que Napoleón era un magnífico táctico y un insuperable estratega. El duque de Wellington calculaba su presencia en el campo de batalla como equivalente a la de 40.000 hom hombres.
Yo me cuento entre los admira admiradores del Gran Corso. De hecho, siempre siempr que voy a París, lo primero qu que hago es pasar por Les Invalides, Inva lugar en el que desca descansan los restos de ese hombre ho de origen humild humilde que llegó a ser empera emperador de Francia. Y es que, qu de haber vivido en la E España de principios del s siglo XIX, los curas me hubieran hu tachado de afrancesado afra y una turba airada a me habría sacado los ojos y me habría colgado de un árbol”.