LOS EJÉRCITOS CRISTIANOS EN ALTA MAR
El poder naval, a pesar de que no se produjeron grandes enfrentamientos en el mar, estuvo presente en las Cruzadas no solo como eficaz medio de transporte –usado por vez primera y con notable éxito en la Cruzada de los Reyes–, sino que hasta el propio Saladino tuvo que reconocer que, mientras su flota no le librase de los mercaderes-combatientes italianos – genoveses, pisanos y venecianos–, de nada le servía el dominio del interior. Para quienes viajaron a Jerusalén pasando por Constantinopla, como Enrique VI, sucesor de Barbarroja y rey de los normandos de Sicilia, resultó imprescindible una gran operación naval, además del indispensable apoyo logístico marítimo. Tenía que disponer de una flota importante, capaz de atacar primero los arsenales del delta del Nilo, por lo que tuvo que recurrir a Venecia, al estar Génova y Pisa enzarzadas en una guerra. Los venecianos, además de actuar como armadores y transportar al ejército cruzado de 33.500 hombres y 9.000 caballos, los abastecieron durante un año de campaña y aportaron 50 navíos de guerra para neutralizar a la flota turca. Incluso diseñaron un nuevo tipo de barco gigantesco destinado al ataque de fortalezas. Todo ello, a cambio de 85.000 marcos de plata y la mitad del botín y las conquistas de los cruzados: no solo eran la fe y el ímpetu cristiano lo que movía a los caballeros, al menos por el mar.