LA CRUZ PATÉ ROJA Y EL ÓLEO DE SAIDNAYA
El 27 de abril de 1147, el papa Eugenio III, presente en Francia para bendecir la partida de la Segunda Cruzada a Tierra Santa, asistió al capítulo de la Orden del Temple celebrado en París. Allí el pontífice concedió a los templarios una nueva prerrogativa: el derecho a llevar permanentemente como distintivo una cruz sencilla, pero ancorada o paté – es decir, algo ensanchada por los extremos–, que representaba el martirio cristiano. El color autorizado para tal cruz fue el rojo, como símbolo de la sangre vertida por Cristo y también como sinónimo de vida. La cruz debía ir colocada sobre el hombro izquierdo, encima del corazón: en el caso de los caballeros, sobre un manto blanco, en señal de pureza y castidad; en el de los sargentos, sobre un manto negro o pardo, símbolo de fuerza y valor. El pendón o estandarte del Temple, de forma rectangular, también incluía estos dos colores, el blanco y el negro, por lo que recibía el nombre de baussant ( semipartido). Curiosamente, este estandarte fue recuperado muchos siglos después, en 1958, por la Asociación de Guías y Scouts de Europa, un movimiento de raíz católica con sede en Francia. Otra concesión papal a los templarios se convirtió en uno de sus más lucrativos negocios: la exclusiva de la distribución del óleo o aceite de Saidnaya, un santuario a treinta kilómetros de Damasco a cuya Virgen se atribuía el milagro de exudarlo; óleo que embotellaban para su venta en Occidente. Los píos caballeros también comerciaron con supuestos fragmentos del Lignum Crucis o Santa
Cruz.