Muy Historia

Volar más lejos y en menos tiempo

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Cuando cumplió los 25 años, Howard Hughes (1905-1976) confió a uno de sus ayudantes estas palabras: “Quiero ser el mejor aviador del mundo, el mayor productor de cine y el más rico de la Tierra”. Multimillo­nario desde que a los 17 años heredara la cuantiosa fortuna familiar, provenient­e del petróleo tejano, el joven Hughes logró alcanzar sus objetivos uno a uno. Con 14 años, había recibido sus primeras clases de vuelo contra el deseo de sus padres. Volar se convirtió en su pasión, y su fortuna le permitió diseñar y pilotar aeroplanos y llegar a ser el adalid de la aviación estadounid­ense.

En 1935, el espíritu intrépido del magnate americano le llevó a lograr un récord de velocidad de 566 km por hora al mando del Silver Bullet, un aeroplano diseñado por él mismo. Al año siguiente, voló desde Los Ángeles (California) a Newark (Nueva Jersey) en 9 horas y 27 minutos, una marca increíble en vuelos transconti­nentales para la época. Dos años después, batió su propio récord al cubrir el mismo trayecto en dos horas menos. Pero fue su vuelo alrededor del mundo, efectuado entre el 10 y el 14 de julio de 1938, el que convirtió a Hughes en héroe nacional, cuando alcanzó un nuevo récord al realizarlo en 3 días, 19 horas y 17 minutos. Para este vuelo no utilizó ninguno de sus aeroplanos, sino el Lockheed Model 14 Super Electra (en la foto), dotado de radio y equipos de última tecnología (voló acompañado por una tripulació­n de cuatro hombres). Hughes pretendía que aquella hazaña fuese una gran victoria tecnológic­a, para demostrar así que los viajes aéreos de larga distancia podían ser completame­nte seguros.

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