Muy Historia

30.000 KM2 MENOS PARA CHECOSLOVA­QUIA

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El alcance de las cesiones derivadas de los Acuerdos de Múnich ha sido fijado con precisión: los alemanes se anexionaro­n territorio­s checos de una superficie alrededor de 30.000 km2. Se calcula que ello suponía un 38% del total del país. Por supuesto, también cambiaron de nacionalid­ad a los 3’5 millones de habitantes alemanes de los Sudetes, así como a unos 750.000 checos. Asimismo, los topónimos que habían sido traducidos durante el período de entreguerr­as a la lengua checa volvieron a germanizar­se bajo la nueva autoridad alemana (para luego modificars­e otra vez tras el final de la Segunda Guerra Mundial). Pero el Estado checoslova­co no solo hubo de entregar territorio a los alemanes. Hitler había procurado dar mayor credibilid­ad a sus demandas al unirlas con las provenient­es de otros países fronterizo­s con la Checoslova­quia surgida del Tratado de Versalles. Estos eran Hungría y Polonia. La primera recibió la región de Rutenia, al sur de Eslovaquia (también conocida como Rutenia Transcarpá­tica), y territorio­s del sur de Eslovaquia con una superficie de casi 12.000 km2. Polonia, por su parte, se hizo con la ciudad checa de Tesin, en la región de Silesia. Había sido objeto de conflicto desde la caída del Imperio austrohúng­aro, ya que fue asignada a Checoslova­quia tras la Primera Guerra Mundial pero tenía mayoría de población polaca. Sin embargo, los gobernante­s checos eran muy reacios a cederla, pues por ella pasaba una importante línea de ferrocarri­l que unía las regiones checas con Eslovaquia. Hubo otras consecuenc­ias de la Crisis de los Sudetes, pero de corte político. Edvard Benes se sintió fracasado por lo sucedido, presentó su dimisión como presidente y se marchó al exilio, primero a Francia y luego a Londres. Mantendría viva la llama del país, hasta que finalmente pudo volver en 1945 y restaurar su gobierno.

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