HERENCIA ETRUSCA
ELEMENTOS TAN CARACTERÍSTICOS DE LA ANTIGUA ROMA COMO LA SILLA CURUL Y LA TOGA ROMANA eran originarios de Etruria. Respecto al asiento, a principios de 44 a. C., un decreto del Senado concedió a Julio César el uso de la sella curulis en todas partes excepto en el teatro, adonde llevaba su silla dorada y su corona, que se supone que lo ponían a la par con los dioses. También se podía ofrecer la silla curul a modo de trono, como un honor, a los reyes extranjeros reconocidos oficialmente como amigos ( amicus) por el pueblo romano o el Senado. Este asiento tan especial era habitualmente de marfil y con patas curvadas formando una amplia X. No tenía respaldo y sus brazos eran bajos. La silla podía ser plegada, y así se llevaba adonde se necesitase de un modo fácil, por lo que era normal que los jefes militares en campaña tuviesen una curul en su campamento. Según parece, la silla resultaba intencionadamente incómoda si se permanecía sentado en ella durante mucho tiempo: así se pretendía que los funcionarios romanos fuesen más diligentes en su trabajo y recordasen, de paso, que la función pública es transitoria.
Para vestir las insignes posaderas romanas se utilizaban las togas, hechas con lana hilada y tejida en las casas por las mujeres, que consideraban esta tarea una noble tradición. Solo podían ser utilizadas por los ciudadanos romanos; extranjeros y esclavos eran castigados si se las ponían. Como todas las prendas, eran símbolo de la clase y el prestigio del que las vestía. Así, a medida que se subía en la escala social, las diferencias se incrementaban, al punto de llegarse a togas que costaban pequeñas fortunas. No todo el mundo, por más que contara con la cantidad de dinero necesaria, podía disponer de ciertos colores o motivos en sus togas. Los colores y, sobre todo, los motivos servían para identificar desde el estatus social hasta el cargo público que la persona en cuestión ocupaba.