JULIA EN LA ISLA DE LAS DESTERRADAS
Es paradójico que un hombre que alentaba tanto la procreación como Augusto no tuviera más descendencia que su hija Julia la Mayor, nacida de su matrimonio con Escribonia, y para colmo esta le dio el que seguramente fue el mayor disgusto de su vida. Augusto casó a Julia sucesivamente con Marcelo, Agripa y Tiberio, siempre por razones de Estado. Los dos primeros la dejaron viuda – si bien con Agripa cumplió pariendo cinco hijos– y con el tercero tuvo un matrimonio profundamente infeliz. Fue entonces cuando Julia se entregó a la promiscuidad y empezó a coleccionar amantes. Se supone que Tiberio se marchó a Rodas para no estar presente y que Augusto no quiso enterarse hasta que se produjo un escándalo mayúsculo, agravado por el hecho de que tanto él como Livia mantenían una cruzada contra el adulterio. Augusto la castigó recluyéndola en durísimas condiciones en una diminuta isla del Mediterráneo, Pandataria, que luego se convirtió en el destino común de otras desterradas; sus amantes fueron también desterrados u obligados a suicidarse. Augusto y su hija nunca volvieron a verse, aunque con el tiempo Julia pudo regresar a la Península. Según la tradición, cuando Tiberio subió al poder, la dejó morir de hambre por venganza. Y durante su reinado, la hija de Julia, conocida como Julia la Menor, murió desterrada en Pandataria por el mismo delito que su madre.