Muy Historia

En toda Germania ya se habla latín

La humillante derrota romana en las selvas montañosas de Teutoburgo supuso el fin del primer gran sueño de una Europa unida. Todo habría sido muy distinto si Varo no hubiera caído en la trampa germana.

- JOSÉ PARDINA MH

En septiembre del año 9, Publio Quintilio Varo, gobernador de la provincia romana de Germania inferior, al mando de tres legiones, se enfrenta al caudillo germano Arminio en el bosque de Teutoburgo (Baja Sajonia). La batalla se salda con una catastrófi­ca derrota para los romanos: 15.000 muertos, las legiones XVII, XVIII y XIX borradas de la historia y sus oficiales torturados y sacrificad­os; el propio Varo se suicida, y su cabeza es enviada a Roma. Tras el desastre, el limes romano retrocede hasta el Rin y se abandona para siempre la efímera provincia de Germania Magna. La masacre supone un duro golpe para el prestigio militar del Imperio.

¿Y SI ARMINIO HUBIERA PERDIDO?

¿Qué habría pasado si Varo, nieto político de Augusto, no hubiera caído en la emboscada del astuto querusco Arminio, si la lucha se hubiera desarrolla­do en campo abierto –las legiones allí eran invencible­s– y los germanos hubieran sido aplastados? Pues que Roma habría continuado su expansión hacia el este –hacia el Elba y más allá, hasta la península de Jutlandia, hoy Dinamarca– en busca de hierro, cobre, sal y, sobre todo, tierra abundante y fértil para alimentar al Imperio. La conquista de Germania Magna, con sus cinco millones de habitantes, habría hecho a Roma tan poderosa que la historia de Europa habría sido completame­nte distinta. Augusto tenía el proyecto visionario de “romanizar Germania”. El escritor italiano Valerio Massimo Manfredi, arqueólogo y autor de la ficción histórica Teutoburgo, cree que, si lo hubiera conseguido, “Europa estaría unida hace mucho, quizá no habría habido invasiones bárbaras y tal vez no hubieran existido un Felipe II, un Napoléon, un Hitler”.

MITO ROMÁNTICO NACIONALIS­TA

Una cosa es segura. En el contexto del agresivo ultranacio­nalismo alemán de la segunda mitad del siglo XIX, sus románticos propagandi­stas convirtier­on a Arminio y Varo en símbolos de la eterna oposición entre los ‘nobles y salvajes’ arios y sus decadentes enemigos latinos, evocando la rivalidad entre Alemania y Francia afirmada tras la guerra franco-prusiana de 1870. En 1875, se levantó en Grotenburg una estatua de Arminio de 17 metros cuya espada apunta a Francia. Se la conoce como Hermann (Armin, Arminio) e indica la dirección del enemigo eterno de Germania. Si los germanos hubieran perdido en Teutoburgo, quizás nos habríamos ahorrado dos guerras mundiales espantosas y en toda Europa se habría hablado latín.

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Invencible­s en campo abierto, las legiones de Publio Quintilio Varo cayeron en la trampa que les tendió el caudillo querusco Arminio en el bosque de Teutoburgo. Balance: 15.000 muertos.

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