UN EJÉRCITO DISCIPLINADO
La milicia egipcia estaba basada en una disciplina brutal. El cuerpo de oficiales era sometido a un entrenamiento durísimo en el que era normal que más de un aspirante perdiese la vida por el adiestramiento. Una vez formados, los oficiales debían adiestrar a su vez a los soldados empleando sobre todo la lucha cuerpo a cuerpo, la esgrima y el tiro con ar- co y endureciéndoles con largas marchas por el desierto. A los soldados distinguidos se les imponía el “Oro al valor”. También podían ser premiados con armas bellas y cuidadosamente elaboradas, o con medallas en forma de león o de mosca; mientras que la primera representaba la valentía, la segunda significaba la insistencia y perseverancia en el ataque. Más adelante, las recompensas se ampliaron a esclavos y lotes de tierra. La disciplina era de hierro y el castigo por cobardía o incumplimiento del deber era la muerte, tras ser torturado. El cadáver era luego abandonado a merced de las alimañas, lo que suponía el mayor castigo posible en el mundo egipcio (no poder asegurarse un lugar en el más allá).