Muy Historia

Sassy, un portento de fuerza

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Por su carácter díficil, Sarah Lois Vaughan (1924-1990) fue conocida como Sassy (“descarada”, en inglés); a ella no le incomodaba el apodo, al contrario, le gustaba. Aunque también sería ensalzada con el nombre de La Divina, que le otorgaron aquellos que amaban tanto la música como ella.

Desde los siete años estudió piano y a los dieciocho abandonó su ciudad natal, Newark (Nueva Jersey), para ir al otro lado del Hudson a probar suerte. Y en Nueva York la fortuna estuvo de su lado: ganó el concurso de la Noche Amateur Afroameric­ana que organizaba el Teatro Apollo, en el barrio de Harlem. El premio fueron 10 dólares y el compromiso de actuar durante una semana en el famoso club de música, lo que le permitió ser telonera de Ella Fitzgerald en la primavera de 1943. Tras esta experienci­a, se incorporó por primera vez a una Big Band, pero, por desgracia, no quedó testimonio alguno de estas primeras interpreta­ciones porque coincidió con la huelga de grabacione­s de la Federación Americana de Músicos, entre 1943 y 1944. Un año más tarde, el éxito de aquella voz grave que saltaba con gran soltura al registro de una soprano era ya incuestion­able. La carrera de Vaughan fue imparable, al igual que lo era su admirado vibrato, su fraseo del bebop –del que fue una pionera–, acompañado de su genial inventiva y capacidad de improvisac­ión. En más de 40 años de carrera, abordó clásicos del pop, canciones de Broadway y ritmos latinos, siempre con una intensidad que la hizo capaz de conmover al público y le valió el reconocimi­ento como una de las voces más asombrosas de la música. Numerosos colegas recordaban sus experienci­as con ella como algunas de las mejores de su carrera. En la foto, tomada en 1955, Vaughan aparece flanqueada por dos grandes compañeros y músicos: a la izquierda, Roy Eldridge (1911-1989), y a la derecha, Dizzy Gillespie (1917-1993). El último trabajo discográfi­co de Sassy fue la grabación de un dueto con otra grande, Ella Fitzgerald, de la canción Lullaby of birdland. Un año más tarde, murió de cáncer de pulmón. Su afición por el tabaco era casi mayor que su devoción por el canto. Tenía solamente 66 años.

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