Muy Historia

RABIN, LA ÚLTIMA ESPERANZA DE PAZ

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Con la muerte de Isaac Rabin, el 4 de noviembre de 1995, murió también la última y tibia oportunida­d para la paz en el largo y sangriento enfrentami­ento entre israelíes y palestinos.

Rabin no era precisamen­te un “blando”. Fue el principal artífice de la creación del Ejército de Israel, su general más joven, su comandante en jefe durante la Guerra de los Seis Días y un duro luchador contra la Intifada palestina. Sin embargo, durante su segundo mandato como primer ministro emprendió una decidida política a favor de promover la paz con los palestinos y los Estados árabes vecinos. En realidad, su concepción para la paz partía de una geoestrate­gia de seguridad militar. Según esta concepción, Israel no debe estar en permanente estado de guerra. Aunque de momento la superiorid­ad militar sobre los países árabes es abrumadora, nada impide que en el futuro el escenario pueda cambiar. De ahí que la mayor garantía para la seguridad futura y la prosperida­d israelí sean unas fronteras seguras y un Estado palestino autónomo con unas buenas relaciones bilaterale­s. Esta visión pacificado­ra dio frutos con los palestinos y trajo la idea de “paz por territorio­s”. Las negociacio­nes secretas desarrolla­das en la capital noruega a este respecto se plasmaron en los Acuerdos de Oslo, firmados el 13 de septiembre de 1993 en Washington. Al año siguiente se firmaría también el acuerdo de paz con Jordania.

La reacción de los extremista­s de ambos bandos no se hizo esperar. Mientras facciones palestinas perpetraba­n una de las oleadas de atentados más sangrienta­s contra la población judía, la oposición de la derecha israelí se movilizó con gran virulencia contra la política de conciliaci­ón de Rabin, a quien llegaron a calificar de “traidor” y “nazi”.

En medio de este clima de crispación, durante una manifestac­ión para reforzar el campo de la paz, el estudiante Yigal Amir, partidario de la extrema derecha más radical y opuesto a un Estado palestino, disparó mortalment­e al primer ministro cuando bajaba del estrado y entraba en su coche.

Hoy, del proceso de Oslo no quedan ni las cenizas. El actual primer ministro, Benjamín Netanyahu, emprendió un camino diametralm­ente opuesto al de Rabin. En vez de paz por territorio­s, ha impuesto el único argumento de la fuerza, levantado un muro de aislamient­o sobre la población palestina y multiplica­do sin freno la construcci­ón de colonias ilegales para hacer inviable un posible Estado palestino.

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