TERRORISMO ANARQUISTA
Mientras los movimientos obreros daban una nueva vuelta de tuerca a sus exigencias de cambios sociales, los grupos terroristas afilaban las armas para desestabilizar un sistema que dejaba en la marginalidad a gran parte de la población. El concepto “propaganda por los hechos” tuvo un papel destacado en las deliberaciones del Congreso Internacional Anarquista de 1881. Aunque en sus orígenes la “propaganda por los hechos” hacía referencia a manifestaciones, motines o alzamientos, este nuevo proceder pronto fue relacionado con el creciente número de atentados anarquistas que sufrieron monarcas y jefes de Estado europeos a finales del siglo XIX y principios del XX. Por ejemplo, el que perpetró el libertario Auguste Vaillant en 1893 cuando lanzó una bomba en la Cámara de Diputados francesa. El autor del atentado fue detenido y ejecutado, pero su muerte sería vengada por el anarquista italiano Sante Geronimo Caserio (a la izquierda), que asesinó meses después al presidente francés Marie François Sadi Carnot. A partir de entonces se disparó el número de ataques a dignatarios y miembros de la aristocracia; entre otros, el que protagonizó Luigi Lucheni en septiembre de 1898, cuando mató con un fino estilete a la emperatriz de Austria y reina consorte de Hungría, Isabel de Baviera, apodada familiarmente Sissi.