5 MAGNICIDIOS...
Los restantes cuatro magnicidios de nuestra historia ocurrieron todos en medio siglo: de la segunda mitad del XIX a inicios del XX. Entre el atentado contra Juan Prim, general y presidente del Consejo de Ministros (diciembre de 1870), y el de Eduardo Dato (marzo de 1921) median 51 escasos años en los que la más alta magistratura se convirtió en un oficio de alto riesgo. La irrupción del anarquismo explica la mayoría de estos magnicidios; tres de ellos −los de Cánovas (agosto de 1897), Canalejas (noviembre de 1912) y Dato− fueron obra de militantes anarquistas imbuidos de las ideas de su organización, que preconizaba la acción revolucionaria. Algunos de los autores no fueron españoles, como el ejecutor italiano de Cánovas, Michele Angiolillo. El primer asesinato, el de Prim (abajo, ilustración), nunca ha podido aclararse del todo. Fue producto del tenso contexto posterior a la Revolución Gloriosa de 1868, liderada por él mismo. Militantes republicanos que creían posible abandonar la monarquía se vieron decepcionados por la decisión de Prim de darle continuidad. La autoría material probablemente recaiga en ellos, según los expertos, pero también se apunta a que pudo instigarles uno de los candidatos a ser rey, el aristócrata Antonio de Orleans, duque de Montpensier, relegado por Prim tan solo un mes antes en favor de Amadeo de Saboya.