DEL DESHIELO A LA SOBERANÍA LIMITADA
Ala muerte de Stalin, en 1953, los eminentes líderes comunistas Malenkov, Beria, Kruschev y Mólotov se enzarzaron en una feroz lucha por el poder. A pesar de que todos habían participado en las masacres del estalinismo, los tres primeros enarbolaron la bandera de la renovación y se alejaron todo lo posible del tirano muerto (Mólotov siguió siendo partidario de la línea dura). En febrero de 1956, Kruschev, que para entonces había dejado fuera de combate a sus rivales –Beria fue fusilado enseguida–, pronunció su famoso discurso secreto Sobre el culto a la personalidad y sus consecuencias, en el que denunciaba las políticas de Stalin y que oficializó el llamado “deshielo”. Kruschev se mantuvo como líder hasta 1964, cuando fue depuesto por una conjura de notables debido al fracaso de sus políticas y su comportamiento errático. Con su sustituto, Leonid Brézhnev (abajo, ambos con Fidel Castro), comenzó un largo período caracterizado por el estancamiento económico y social, la ineficiencia institucionalizada y el desaforado crecimiento de la corrupción. El único logro fue el enorme aumento del poderío militar. En relación a sus socios de bloque, Brézhnev estableció el principio de la soberanía limitada, por el que cualquier reforma en un país socialista afectaba a todo el conjunto y justificaba una intervención.