XIRGU-LORCA, UNA CONEXIÓN VITAL
Decir Margarita Xirgu es decir Lorca. La conexión entre la artista catalana y el poeta de Fuente Vaqueros fue espiritual, mágica. Cuando se encontraron en una España gris y provinciana, dominada por la dictadura de Primo de Rivera – muy pronto lo estaría por la de Franco–, ambos coincidieron en una visión vanguardista del teatro y en la aspiración a una sociedad, una cultura y una vida más modernas y libres.
Desde ese encuentro de sensibilidades, en 1926, Federico estrenó casi todas sus obras importantes con ella: Mariana Pineda, con decorados de Salvador Dalí ( 1927); La zapatera prodigiosa ( 1930); Yerma ( 1934); Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores ( 1935) y Bodas de sangre ( 1935).
“Es una mujer extraordinaria y de un raro instinto para apreciar e interpretar la belleza dramática. Margarita Xirgu es un caso extraordinario de talento. Con emoción auténtica, con fanatismo de arte, acogió mi obra, y con ternuras maternales va cuidando día a día, en el ritual casi religioso de los ensayos, los detalles más mínimos de su puesta en escena”, explicaba Lorca en su conferencia Charla sobre teatro, impartida en el Teatro Español el 1 de febrero de 1935, un año antes de su asesinato.
Xirgu se enteró de la muerte de García Lorca mientras se encontraba de gira en México, antes de una presentación de Yerma, el drama de una mujer tan desesperada por tener hijos que mata a su esposo en un arranque de furia. Arrasada por la muerte del poeta, Xirgu cambió el lamento de la mujer, que en el original dice “yo misma he matado a mi hijo”, por “han asesinado a mi hijo”.