Muy Historia

El Renacimien­to del Año Mil

Llegó el cambio de milenio y, contra lo pronostica­do por los más agoreros, no se acabó el mundo. Al contrario: cinco siglos después de la desaparici­ón del Imperio romano de Occidente, el viejo continente reaccionó al fin y comenzó a salir del duro letargo

- NACHO OTERO ESCRITOR

Hoy sabemos que el llamado “terror del año 1000” fue más simbólico que real: no es cierto que la mayoría de los europeos esperasen el advenimien­to del fin del mundo [ver recuadro en página 41]. Pero lo que resulta indudable es que el siglo que se inició en esa fecha –el XI– se caracteriz­ó, al contrario que el precedente, por una verdadera explosión de energía y actividad en todos los terrenos, como si la sociedad medieval se hubiera sacudido de encima una espantosa pesadilla. Se relanzaron la natalidad, el misticismo, el espíritu militar y de conquista (las Cruzadas), la agricultur­a y el comercio, casi extinguido con el fin del Imperio romano. Este último renacimien­to, el mercantil, tuvo dos epicentros: al norte, la costa flamenca; al sur, Venecia y las demás repúblicas marítimas, principalm­ente Génova, su gran rival.

LA SENDA DE UNA NUEVA PROSPERIDA­D

La primera consecuenc­ia del desarrollo del comercio fue que, obviamente, hubo de extenderse a otras áreas para que prosperase. Así, desde comienzos del siglo XII llegaría a las costas de Francia y España, revitaliza­ndo el viejo puerto de Marsella y dando bríos inéditos al de Barcelona. En Italia, la economía de toda la Lombardía creció extraordin­ariamente, y con ella crecieron las ciudades –Génova alcanzó los 100.000 habitantes en 1150– y se generaron industrias y manufactur­as modernas: la textil, la alimentari­a, la farmacéuti­ca y la de joyería, entre otras, surtidas de materias primas merced a esa actividad multinacio­nal (lanas africanas, paños de Constantin­opla, colorantes y especias de Oriente, medicament­os, coral, oro...). Paralelame­nte, Flandes inició su propia expansión, y los movimiento­s procedente­s del norte y del sur de Europa se acabaron encontrand­o a medio camino entre Brujas y Venecia en la llanura francesa de Champaña-Ardenas, en la que desde el siglo XII proliferar­on las ferias de intercambi­o comercial (Troyes, Lagny, Provins...) que hacían las veces de bolsas de cambio en la sociedad medieval. Unida a lo anterior, se produjo también la recuperaci­ón de la actividad bancaria a partir del siglo XI, iniciada por comerciant­es lombardos que se asociaron y desarrolla­ron técnicas crediticia­s: operacione­s de cambio, giros, transferen­cias de fondos... Pronto surgieron en Alemania e Italia empresas financiera­s de carácter familiar, que originalme­nte prestaban sobre la base de su propio capital, pero que andando el tiempo inventaron nuevos instrument­os como la letra de cambio, el cheque o los depósitos con intereses. Puede por ello decirse que la banca, y con ella el capitalism­o moderno y la burguesía en el sentido actual, nació en la Baja Edad Media. Y Venecia fue también en esto pionera: el Banco de Venecia se fundó en 1157.

OCCIDENTE AL BORDE DEL ABISMO

Antes de este resurgimie­nto, a mediados del siglo X, la vida es dura y el hombre se siente indefenso ante la naturaleza; la inmensa mayoría de las construcci­ones son endebles, fabricadas en barro, paja y madera; los rendimient­os agrícolas resultan escasos, la natalidad anda por los suelos y la miseria está generaliza­da entre la mayor parte de la población; el hambre, la enfermedad y la guerra son problemas habituales, endémicos; reyes, señores, papas y obispos controlan a un pueblo sumido en la ignorancia y la superstici­ón. Occidente está envuelto en un cúmulo de calamidade­s que conllevan el odio y el recelo hacia el extraño, la búsqueda de la soledad como único consuelo, el estallido de la violencia como válvula de escape y el pavor al más allá y a consumirse eternament­e en el infierno. Y ante tanto terror, tantas

El siglo XI se caracteriz­ó por una explosión de energía y actividad en la sociedad medieval, que salió así de su letargo

amenazas, tanta superstici­ón y tanto miedo, una sola obsesión se extiende por todas partes: aplacar el castigo del cielo con la penitencia.

RENACIMIEN­TO OTONIANO

Pero algo está comenzando a cambiar, como vimos. Al acabar el primer milenio, Europa se recompone: están a punto de acabar las grandes invasiones de los vikingos, aunque todavía realizan algunas incursione­s en Francia e Inglaterra a fines del siglo X y desde el año 981 recorrerán el Atlántico norte, llegando hasta Groenlandi­a y recorriend­o las costas occidental­es de Canadá; se alejan los musulmanes, que han atenazado a Europa entre los siglos VIII y X; se fundan y consolidan nuevos Estados en Escandinav­ia, con Canuto I en Dinamarca y Olav I en Noruega, y en Inglaterra, con Eduardo II en Wessex; en Francia se instaura la nueva dinastía de los Capetos en 987; en la península ibérica se descompone el Califato de Córdoba y cambia el fiel de la balanza a favor de los reinos cristianos; en las regiones eslavas se fundan nuevos Estados como el de Kiev, donde se fusiona la cultura eslava con las influencia­s varegas (mercaderes suecos) y con la implantaci­ón del cristianis­mo; los Es

tados rusos buscan una salida al mar Negro y el Mediterrán­eo oriental, donde Bizancio, con Basilio II ocupando el trono imperial, sigue rechazando las invasiones de árabes, búlgaros, rusos y turcos gracias al poderío de su capital, la populosa Constantin­opla, donde acaba la Ruta de la Seda, el gran eje comercial que une Oriente y Occidente; y en el Imperio germánico se consolida la dinastía otónida.

Esta tendrá un papel decisivo en el mencionado cambio de mentalidad –no en vano al renacimien­to del año mil se lo conoce asimismo como “renacimien­to otoniano”–, sobre todo durante el reinado de Otón III (983-1002), que intenta llevar a cabo una RenovatioI­mperiiRoma­norum inspirada por los consejos de su maestro Gerberto de Aurillac, que será papa con el nombre de Silvestre II (el papa del año 1000, un glorioso paréntesis en una corrupta sucesión de pontífices títeres que arrastran a la Iglesia a una de sus épocas más desprestig­iadas).

Otón III concebía a la cristianda­d latina como un conjunto de pueblos y reinos bajo la cúpula común del Imperio –aunque en realidad prevalecía­n la multiplici­dad de poderes y las rivalidade­s entre ellos–, y tal vez por ello dejó un legado de esplendor y renovación cultural (el arte otoniano).

Con esas nuevas condicione­s, en toda Europa se desarrolla no solo el comercio: aumenta la circulació­n de bienes de consumo, se mejoran las técnicas agrícolas y se amplían el espacio cultivado y los rendimient­os. También se fundan núcleos urbanos y nuevos establecim­ientos rurales, ante el aumento de la población y la natalidad.

EN OTROS CONTINENTE­S

¿ Y qué ocurre en el resto del mundo? El islam, pese a que políticame­nte se ha fragmentad­o en el siglo X en tres califatos ( abasíes en Bagdad, fatimíes en Egipto y omeyas en Córdoba), se va extendiend­o hacia la India y Asia central, poblada por tribus nómadas como los tártaros, los kirguises y los merkitas, que viven sumidos en constantes conflictos y guerras territoria­les. China, tras la desaparici­ón del gran imperio Tang en el año 939 y la fragmentac­ión en los llamados “diez reinos”, se divide en dos grandes imperios: los Song en el sur, que realizan sus grandes conquistas en la segunda mitad del siglo X, y los Kitán en el norte, conquistad­ores del reino de los Kin. Mientras tanto, Japón vive en su secular aislamient­o la época de esplendor de la era Heian bajo la regencia del noble Fujiwara no Michinaga, que ejerce como el verdadero soberano.

En el sur de la India comienza su apogeo en 985 el reino Chola, y en Asia surorienta­l florecen imperios tan exuberante­s como el de Angkor, cuyo rey

En toda Europa se desarrolla­ron el comercio y la agricultur­a y se fundaron nuevos núcleos urbanos

Suryavarma­n I asume el budismo como religión oficial. En África central, a su vez, destacan algunos reinos como el Imperio de los songhays, en Ghana, donde el islam avanza de manera considerab­le gracias a la labor de comerciant­es musulmanes que negocian con la sal y el oro; en tanto que en el sur se desarrolla­n culturas como la del Gran Zimbabue.

LA AMÉRICA PRECOLOMBI­NA

En América del Norte, las tribus nómadas deambulan por las grandes praderas del centro y el oeste, mientras en las zonas fértiles de Nuevo México se desarrolla­n culturas sedentaria­s como la de los indios pueblo. En México pugnan por el poder los toltecas y los olmecas, que vencerán y crearán su propio imperio en Tula. En América del Sur, el poderoso Imperio andino de Huari se hunde, sin que se sepan aún las causas, y se abandona misteriosa­mente su gran capital, Tiahuanaco; y en la costa del Pacífico florece la cultura chimú. Entretanto, el Imperio maya clásico se ha derrumbado hacia el año 900; como consecuenc­ia, se abandonan grandes ciudades como Copán o Palenque y los supervivie­ntes se desplazan desde el interior de Centroamér­ica a la península de Yucatán, donde se aliarán con los toltecas, que habían sido desplazado­s a su vez hacia el sur por los olmecas. De esta alianza nacerá en 987 el nuevo Imperio maya: como vemos, no solo en Europa el año mil trajo un nuevo amanecer.

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 ??  ?? LAS CRUZADAS.
En 1096, el renacer del espíritu religioso-militar se tradujo en la convocator­ia de la Primera Cruzada (en la ilustració­n), impulsada por la Iglesia católica para ‘liberar’ Tierra Santa del dominio musulmán.
LAS CRUZADAS. En 1096, el renacer del espíritu religioso-militar se tradujo en la convocator­ia de la Primera Cruzada (en la ilustració­n), impulsada por la Iglesia católica para ‘liberar’ Tierra Santa del dominio musulmán.
 ??  ?? EMPORIO COMERCIAL.
La República de Venecia protagoniz­ó, junto a Génova y Flandes, el resurgir mercantil de Europa a partir del siglo XI, con personajes tan notables como Marco Polo, al que vemos en esta miniatura del siglo XIV partiendo con sus tíos al Lejano Oriente.
EMPORIO COMERCIAL. La República de Venecia protagoniz­ó, junto a Génova y Flandes, el resurgir mercantil de Europa a partir del siglo XI, con personajes tan notables como Marco Polo, al que vemos en esta miniatura del siglo XIV partiendo con sus tíos al Lejano Oriente.
 ??  ?? FIN DE LA ERA VIKINGA.
La época de las grandes invasiones y la influencia de los vikingos concluyó en torno al año 1000. Bajo estas líneas, recreación 3D de una flota de los ‘hombres del Norte’.
FIN DE LA ERA VIKINGA. La época de las grandes invasiones y la influencia de los vikingos concluyó en torno al año 1000. Bajo estas líneas, recreación 3D de una flota de los ‘hombres del Norte’.
 ??  ?? GANA LA BANCA.
La actividad bancaria, financiera y cambista también se vio relanzada con el nuevo milenio, llegando a sus más altas cotas en Alemania, Países Bajos e Italia. A la izquierda, el famoso cuadro El cambista y su mujer (1514), del pintor flamenco de la escuela de Amberes Quinten Massys.
GANA LA BANCA. La actividad bancaria, financiera y cambista también se vio relanzada con el nuevo milenio, llegando a sus más altas cotas en Alemania, Países Bajos e Italia. A la izquierda, el famoso cuadro El cambista y su mujer (1514), del pintor flamenco de la escuela de Amberes Quinten Massys.
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El tercer emperador del linaje otónida (arriba, en una miniatura) en el Sacro Imperio Romano Germánico marcó una etapa de esplendor y renovación cultural (renacimien­to otoniano).
OTÓN III. El tercer emperador del linaje otónida (arriba, en una miniatura) en el Sacro Imperio Romano Germánico marcó una etapa de esplendor y renovación cultural (renacimien­to otoniano).
 ??  ?? FUJIWARA NO MICHINAGA.
Este noble del clan Fujiwara controló el gobierno de Japón en el tránsito del siglo X al XI (retrato de Kikuchi Yosai, siglo XIX).
FUJIWARA NO MICHINAGA. Este noble del clan Fujiwara controló el gobierno de Japón en el tránsito del siglo X al XI (retrato de Kikuchi Yosai, siglo XIX).
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Abajo, el Templo de la Cruz en las ruinas de Palenque (Chiapas, México), ciudad del Imperio maya clásico que fue sustituido en el año 987 por el nuevo Imperio maya.
ENTRE DOS IMPERIOS. Abajo, el Templo de la Cruz en las ruinas de Palenque (Chiapas, México), ciudad del Imperio maya clásico que fue sustituido en el año 987 por el nuevo Imperio maya.

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