Irène Joliot-Curie
Nieves Muñoz de Lucas (Valladolid, 1976), colaboradora habitual de la revista literaria El taller de la factoría, escoge como personaje histórico esencial a la hija de la mítica Marie Curie, ella misma destacada científica, galardonada con el Premio Nobel de Química en 1935.
1 914: estalla la Gran Guerra y Europa se paraliza. Una jovencísima Irène Curie – hija de la doble ganadora del Nobel, Marie– estudia física en la Sorbona. A sus dieciséis años, toma la decisión de poner la ciencia al servicio de la humanidad. Educada al margen de la escuela oficial junto con los hijos de otros científicos en una comuna llamada La Cooperativa, Irène ha obtenido formación teórica y conciencia social. Marie es un referente para las dos hermanas Curie tras el fallecimiento de su padre, Pierre, arrollado por un coche de caballos. Para Irène, huir a zona neutral, como le pide su madre que haga, no es una opción.
UNA JOVEN EN EL FRENTE
Abandona la universidad y realiza un cursillo de enfermería para ayudar a Marie con su aportación a los aliados. En aquella época, los rayos X ya se usan como método diagnóstico en los hospitales, aunque el aparataje es complejo. Marie conoce a un español, Mónico Sanchez, que idea un sistema para comprimir este material en una maleta fácilmente transportable: solo necesita una fuente de electricidad para funcionar. Madre e hija aprenden mecánica para adaptar los aparatos portátiles a la dinamo del motor de una ambulancia; los petitcurie, los nuevos coches radiológicos, están listos para marchar al frente y guiar a los cirujanos en las intervenciones a pie de trinchera ( encontrar a ciegas los fragmentos de metralla incrustados en los cuerpos de los soldados es letal para muchos de ellos).
Y a las trincheras acuden madre e hija para enseñarles a leer las placas de rayos X. Dos años después, mientras Marie permanece en París para recaudar fondos destinados a los petitcurie, Irène se enfrenta sola a unos médicos que no siempre reciben de buen grado las clases de una muchacha sobre planos, ángulos y matemáticas. Recorre el frente belga, incansable, y en sus ratos libres ayuda a las enfermeras en la atención de los heridos.
Tras la guerra, continuará con sus estudios. Llegarán d dos hijos, el Premio Nobel de Química junto con co su esposo y la lucha contra el nazismo, que la llevará a esconder su trabajo sobre fisión nuclear n para que el Tercer Reich no pueda enco encontrarlo. Pero es el primer episodio de su juven juventud el que me fascina: se entregó a la causa en silencio cuando apenas había desarrollado su personalidad. Los científicos de su tiempo la dibujaron d fría y distante; la Irène que yo veo es una u heroína en la sombra.