LAS MUJERES EN LOS VEDAS
En general, la posición de la mujer en el período védico fue secundaria (aun cuando, con posterioridad, la diosa madre consiguiera una posición tan predominante): tanto las diosas como las mortales ocuparon un papel circunstancial en los vedas (arriba, mujeres en un relieve de un templo de Madhya Pradesh). De hecho, en los himnos del Rig-veda y del Atharva-veda en los que aparecen mujeres, estas están relacionadas, principalmente, con el deseo sexual y el matrimonio (aunque sabemos que gozaron de cierta libertad, ya que no solían casarse a una edad temprana y tenían cierto margen en la elección matrimonial). También en este pe
asesinó a sus hermanos y torturó a los partidarios de estos. Esta desalmada forma de concebir el poder le llevó a conquistar Kalinga con tal barbarie que, según el propio Ashoka, “ciento cincuenta mil personas fueron deportadas, cien mil muertas y un número varias veces superior a ese pereció”. A raíz de esto, hubo un punto de inflexión en su vida. El emperador se sintió tan consternado por lo ocurrido que comenzó a acercarse al budismo. Finalmente se convirtió y su mensaje fue absolutamente revolucionario para la época. Abogó por la no violencia – aunque justificaba su uso en ocasiones, como para mantener el orden–, restringió la matanza de animales, redujo las armas como herramienta de conquista, trató a sus súbditos como iguales e instauró la clemencia y la compasión. Quizás su entrega al budismo no fue necesariamente por motivos píos, sino para unir los variados y heterogéneos elementos de su imperio y ríodo nace la autoinmolación de la mujer tras la muerte del esposo. Aunque parece ser más simbólica que real, es muy posible que esta autoinmolación pudiera ser el origen del sati posterior, en el que las mujeres se hacían incinerar en la pira funeraria de sus maridos fallecidos.
El emperador Ashoka se convirtió al budismo, revolucionando con ello la forma de gobernar
consolidarlo política y económicamente. Si este era el objetivo, no lo consiguió. El Imperio maurya no solo no se expandió tras la muerte de Ashoka en el año 232 a. C., sino que se desintegró. Mucho debió pesar la debilidad económica provocada por el alto coste de la administración, incluyendo el gran ejército, y la fragilidad de la organización maurya, que se basaba en la lealtad al rey (y al cambiar el rey, cambiaban las lealtades).
Tras Ashoka, los invasores llevaron el imperio al declive y este se fragmentó en multitud de principados. Hasta la colonización británica
( cerca de 2.000 años más tarde), nunca una parte tan grande de un subcontinente estuvo unida bajo un mismo gobierno.