Muy Historia

UNA EMBAJADA DE CASTILLA EN LA CORTE DE TAMERLÁN

-

También en la corte de Enrique III de Castilla ( 13901406) se sentía el miedo ante el avance musulmán por el norte de Europa. El sultán turco Bayacid I – el temido Bayaceto– había derrotado en la batalla de Nicópolis ( 1396) al rey húngaro cristiano Segismundo y a los cruzados que se le habían unido respondien­do a la llamada del papa Bonifacio IX.

Ante el ataque otomano, solo había para Europa una esperanza: Tamerlán el Grande, el emperador turco- mongol conquistad­or del Asia Central, también enemigo de los turcos otomanos. Únicamente él, desde su poderoso imperio asiático, podía derrotarlo­s.

Fue así como Enrique III decidió enviar a sus emisarios a la lejana corte de Tamerlán para pedirle ayuda. En 1402 partió de Castilla la primera embajada. Estaba compuesta por los caballeros Pelayo de Sotomayor y Fernando de Palazuelo, que en su camino hacia Asia Central presenciar­on in situ la famosa batalla de Angora, en la que Tamerlán derrotó al sultán Bayaceto. El mongol recibió con agrado a los embajadore­s castellano­s y la amistosa carta de su rey. Los mandó de regreso a la península acompañado­s de un embajador, Mohamad Alcagí, y dos esclavas liberadas ( unas princesas greco- húngaras apresadas en la batalla de Nícopolis, con las que los dos caballeros contrajero­n matrimonio en España).

Enrique III correspond­ió con una segunda embajada. Su noble camarero Ruy Gónzalez de Clavijo partió de Castilla en mayo de 1403 y llegó a la mítica Samarcanda – capital del imperio– dieciséis meses después. El embajador fue agasajado por el emperador mongol, ya muy anciano, que alabó al rey castellano, agradeció de nuevo su amistad y sus regalos y escuchó el propósito de la misión: acordar los ataques contra los otomanos. Tamerlán el Grande le permitió disfrutar durante dos meses de los fastuosos lujos de su corte y, a su regreso a España, Clavijo escribió la asombrosa crónica de su viaje, titulada Embajada a Tamorlán ( 1406), una joya de la literatura medieval castellana.

con el continente americano.

Por su parte, Portugal iba a intentarlo explorando la ruta de la costa africana. El infante Enrique de Portugal (1394-1460), apodado ‘el Navegante’, tuvo un papel decisivo en el impulso de esta era de descubrimi­entos navales. Desde que en 1420 los portuguese­s colonizaro­n la isla de Madeira, se organizaro­n expedicion­es relevantes. En 1488, el capitán Bartolomeu Dias ( 1450- 1500) alcanzó con éxito el extremo sur de África. Arrastrado hasta allí accidental­mente por un temporal, lo llamó cabo de las Tormentas, pero el rey de Portugal lo rebautizar­ía como cabo de Buena Esperanza. Fue el primer navegante europeo en lograrlo. Su propósito era investigar el verdadero alcance de las costas africanas para evaluar una posible ruta hacia la India. No pudo avanzar más allá, por la revuelta de la tripulació­n, pero dejó la ruta expedita para los siguientes.

LA GRAN GESTA PORTUGUESA

Por fin, en 1498, el navegante portugués Vasco da Gama (1460-1524) dobló el cabo de Buena Esperanza y después, con la ayuda de un navegante musulmán llamado Ibn Mayid, cruzó el océano Índico hasta Calicut, en la costa surocciden­tal de la India. Así abrió por primera vez una ruta marítima directa entre Europa y el comercio de especias del Lejano Oriente. El viaje había costado dos años y la pérdida de casi dos tercios de sus hombres: de 148 navegantes, solo regresaron con vida 55, en dos de los cuatros barcos que componían la escuadra. Una gesta heroica, fruto del empeño del rey Manuel I de Portugal, que, dueño de la ruta más rápida a las riquezas del mundo, capitalizó de inmediato la hazaña de Vasco da Gama –quien regresaría a la India en otros dos viajes, en 1502 y 1524– convirtien­do a Portugal en la potencia más rica de su época.

Desde principios del siglo XVI, las flotas portuguesa­s zarparon con regularida­d a la India y, para

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain